Walmartización: alimentando al Gran Hermano

Silvia Ribeiro, 03/01/2004,
La Jornada

Los supermercados son el sector de la cadena alimentaria que mueve más volumen de capital. Según los analistas podrían incluso devorar los eslabones anteriores, tales como procesadores de alimentos y bebidas, distribuidores, compañías de insumos agrícolas y hasta a los productores del campo. Dependerá solamente de si les da más ganancias tener toda la cadena bajo el mismo techo, o dejar que otras empresas compitan entre sí y corran los riesgos y conflictos de cada sector. De cualquiera de las dos formas el efecto es la concentración en cada vez menos manos por el control que ejerce el enorme poder de compra de cadenas como Wal-Mart, Carrefour, Ahold, Costco o Tesco.

Wal-Mart se destaca particularmente porque, además de ser la mayor empresa de mundo, sus ingresos totales son cuatro veces mayores que los de su competidor más cercano, y superan las ventas combinadas de los cuatro que le siguen en la lista de los mayores supermercados del planeta. Siendo además el mayor vendedor directo de comestibles a nivel global, tiene una influencia enorme en qué y cómo se produce. Ya incursiona, por ejemplo, en agricultura por contrato, directamente con productores. En el rubro farmacéutico Wal-Mart ocupa el tercer lugar de ventas.

Como si no fuera suficiente con el control económico que ejerce a partir de su creciente monopolio, Wal-Mart también está en la vanguardia tecnológica de los sistemas de control. Ya está aplicando en tres ciudades de Estados Unidos la sustitución de los códigos de barras de las etiquetas de precios de varios productos por sistemas de identificación a través de radiofrecuencia (RFID por sus siglas en inglés). Es un sistema de "etiquetado" en el que se usa un chip electrónico del tamaño de un grano de arroz -o menor, incluso hasta un grano de arena- que contiene información sobre el producto, la cual es captada remotamente por una frecuencia de radio que la transmite a un computador. El chip almacena mucho más datos que los códigos de barra y puede incluir otro tipo de información, inclusive en productos perecederos. El problema es que la señal del chip no deja de funcionar al salir del supermercado, sino que lo acompaña a su casa. Según Wal-Mart, el consumidor tendría la opción de pedir en la caja que se desactive el chip, sólo que no ha informado a los consumidores que tienen esta posibilidad. Las primeras experiencias fueron con productos de Gillete y Procter & Gamble, pero también Unilever, Johnson & Johnson, Kimberly Clark, Kraft Foods, Nestlé, Purina, Hewlet Packard, Coca-Cola, Kodak, entre otras compañías, están haciendo "experiencias de campo" con la aplicación de este sistema.

A principios de 2004, Wal-Mart comunicó a sus 100 proveedores principales en Dallas que debían aplicar el sistema de identificación por radiofrecuencia para enero de 2005.

En una primera etapa sería a nivel de tarimas de carga y de cajas de embalaje, es decir, no necesariamente en el producto que luego va a venderse directamente al consumidor, sino en la entrega de productos al por mayor a Wal-Mart. De esta forma, se simplificarán las rutinas de recepción, depósito, entrega a filiales, etcétera, permitiendo un control más exacto. En noviembre anunció que la mayoría de los proveedores cumplirían el plazo y que además se han agregado otros 37 proveedores en forma voluntaria. Pero es sólo cuestión de tiempo y de reducción de los costos del chip, para que ésta sea la forma de identificación de todos los productos en venta directa. Incluso hay compañías desarrollando sistemas a nivel nanotecnológico con el mismo fin que serán más potentes e invisibles al ojo humano.

En la práctica esto significará, por ejemplo, que un cliente que registra su tarjeta de pago al entrar o salir del supermercado podría cargar sus productos y salir del supermercado sin pasar por la caja. Pero además, Wal-Mart y los fabricantes -y quienes accedan a la radiofrecuencia- tendrían la información exacta de quiénes, qué, cuándo, cuánto compran y dónde se usan o quedan los productos, etcétera.

Aunque Wal-Mart no es el único en usar esta tecnología -también la está experimentado Tesco en el Reino Unido, Metro y Carrefour están en planes; Home Depot y otros ya la están probando-, es el que tiene la fuerza para acelerar y generalizar rápidamente su uso.

Significativamente quien se adelantó a Wal-Mart en esta exigencia fue el Departamento de Defensa de Estados Unidos, que lo aplica a sus proveedores desde octubre de 2004.

Seguramente Orwell se revuelve en su tumba: estos pequeños hermanos combinados llegan mucho más lejos que el Gran Hermano.

La walmartización como paradigma del "mundo feliz" que nos deparan las trasnacionales necesita de nuestra ignorancia y anuencia pasiva. Paradójicamente, quienes consuman lo que producen o estén en circuitos locales o comunitarios de consumo y no usen tarjetas de crédito o débito -o sea la mayoría de los habitantes del planeta- quedarán fuera del alcance de este nuevo sistema de control. Con todo su poderío Wal-Mart y las trasnacionales nos necesitan para vivir. Nosotros no.

Silvia Ribeiro es Investigadora del Grupo ETC

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