Nosotros, ellos
Larsen Santamaría para Globalízate, 25/11/2010Una nueva cumbre de Cambio Climático. Cambia el lugar de celebración. Continúa la inoperancia de ciudadanos, dirigentes políticos y empresariales, representantes de grupos sociales y ONGs.
Se mantiene la emisión de gases de efecto invernadero. Las emisiones de CO2 no se han visto reducidas, ni tan siquiera por esta crisis económica que llena titulares y es el motivo de las grandes preocupaciones colectivas e individuales del mundo “desarrollado”.
Europa, con una legislación medioambiental deficitaria, a la vista de la situación de degradación medioambiental global, pero a la vanguardia del resto del planeta, ve reducir sus emisiones debido, en gran medida, a una menor actividad industrial y económica (1, 2). Mientras, países a los que recientemente se ha entregado el “cetro” del capitalismo, sin atender a aspectos alejados de lo puramente económico (respeto a los derechos humanos, por ejemplo), se desperezan de su letargo de pobreza y miseria material, asumiendo la iniciativa en producción y consumo, y emitiendo, en consecuencia, mucho del CO2 equivalente que nosotros dejamos de liberar a la atmósfera. Así, el consumo de un gran número de los productos de origen asiático, tan asequibles económicamente en Europa, llevan asociada una huella ecológica importantísima, de la que se olvida el ciudadano medio al consumir este tipo de bienes. Muy al contrario, este sujeto salta de alegría ante el hallazgo de una “ganga”. Sin embargo, no hay “duros a peseta” si levantamos la vista de nuestro ombligo y paseamos la mirada por el Planeta: mano de obra barata, explotación de seres humanos y recursos naturales, contaminación del medio, pérdida de biodiversidad, emisión de gases de efecto invernadero, etc.
En India, aunque la producción y consumo son menores que en el “gigante asiático”, el aumento de la población se erige en principal elemento responsable del aumento en la emisión de CO2 equivalente que recoge la reciente publicación en Nature Geoscience (1, 2, 3).
América del Sur: Brasil, “el futuro”, la esperanza de los oprimidos se prepara para liderar una década que empieza. Asumido el rol, se le piden pruebas de fortaleza: talas indiscriminadas que van sustituyendo áreas forestales por monocultivos (4).
EEUU se muestra reacio a la ratificación de cualquier texto que limite las emisiones de su potente sector industrial. Hecho que implicaría la merma en su supremacía global, y su posición geoestratégica ante países “emergentes” como los mencionados. Desde EEUU se ha ninguneado en toda ocasión el Protocolo de Kioto, convirtiéndolo en un instrumento ineficaz en la práctica. Argumenta ahora su administración que, dada la dificultad que tendría la aprobación de cualquier iniciativa tendente a limitar las emisiones de CO2 en las recientemente renovadas instituciones estadounidenses, la vía más eficaz de reducir estas emisiones habría de ser la promoción de medidas más eficaces para controlar la emisión de otros gases de efecto invernadero distintos del CO2, asociado directamente a muchas de sus más importantes empresas, mediante legislación ambiental sectorial ya vigente y ratificada por las partes. En este sentido, y siguiendo la línea ya planteada hace meses en algunos foros científicos (5), la reducción en la emisión de hidrofluorocarburos (HFCs) (potente gas de efecto invernadero, aunque con menor vida media que le CO2), en el marco del Protocolo de Montreal, sería la propuesta “estrella” de los delegados estadounidenses en la Cumbre de Cancún de la próxima semana (1, 2, 6).
Aunque cualquier gesto es positivo ante la situación de debacle que ya se ha iniciado, también lo es que toda actuación resulta, a medida que pasan las horas, insuficiente e ineficaz en su objetivo de atajar las consecuencias del cambio climático. En este sentido, un aspecto llama poderosamente la atención del discurso de la Administración estadounidense en este punto. Se viene a indicar que las posibilidades de éxito de Montreal son mayores que Kioto porque en el primero las emisiones se regulan por sector de producción y no por país. La respuesta a gran parte de los males de Kioto, el motivo de su ineficacia: la deslocalización de empresas y el mercado de derechos de emisión. Kioto, y ahí está el drama, fue pensado y creado por y para el sistema, bajo los principios del sistema capitalista: consumo, consumo, consumo. Paradójicamente ha de ser EEUU, principal lastre de cualquier atisbo de mejora, quien venga a enunciar esta realidad que casi ningún agente implicado se ha molestado en denunciar antes.
Mientras, en esta situación de desconcierto y pasividad generales, el mundo de los escépticos del Cambio Climático, con su base material e ideológica en la derecha política y empresarial de EEUU y Europa, aprieta filas en torno a los negocios e intereses económicos que les auspician, y se presenta ahora como firme defensor del Cambio Climático, obviando eso sí las causas del mismo, y así su prevención, y centrándose en las posibilidades de negocio ligadas a la adaptación a sus consecuencias (7). Es, otra vez, la estrategia del sistema para utilizar un desafío global y convertirlo en un bien de mercado particular.
Estamos a tiempo de denunciarlo, condenarlo públicamente y evitar un nuevo mercadeo con el clima, esta vez, eso sí, con los muertos llenando nuestros informativos y con las evidencias a cerca de las causas que están provocando cambios irreversibles en el Clima terrestre conocidas por todos. De no hacerlo, tal y como sucede hoy, el poder político, en el que las sociedades (occidentales) actuales delegan toda responsabilidad, actúa con total legitimidad (así lo hemos querido) al evitar articular cualquier política seria tendente a mitigar las causas del problema y centrarse, por el contrario, en una crisis económica que, atendiendo a quiénes son sus máximos beneficiarios, el propio sistema capitalista ha creado (8). Nuestra anuencia, como consumidores y ciudadanos ante esta realidad, así como la ausencia de participación en la vida pública, ha sido su desencadenante principal.
Al tiempo, miramos hacia otro lado, cuando aquellos que negaban (y niegan el Cambio Climático), se disfrazan de arcángeles salvadores de la humanidad y afirman que la salvación pasa por adaptarse al problema (7).
Seguirán las cumbres, las reuniones, los buenos propósitos, las fiestas de etiqueta con pancartas o sin ellas, las evidencias de que el problema es real y sus consecuencias devastadoras (4, 9). Pero, mientras continúe nuestra pasividad, inoperancia y sumisión al poder del capital, estamos perdidos. Y lo peor no es eso. Lo peor es que les hemos condenado a perderse.
Referencias:
1. El País
2. Nature
4. El País
5. NCBI
6. UNFCC
7. http://www.globalizate.org/llasalle151110.html
8. http://www.kaosenlared.net/noticia/beneficios-bbva-esto-no-crisis-escandalo