Plantar árboles no evita el cambio climático pero puede salvarnos de morir achicharrados

Eduardo Velázquez para Globalízate, 09/05/2018

En la mayor parte de las naciones industrializadas el debate respecto a las causas del cambio climático originado por las actividades humanas gira en torno a las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2 o el metano. Estos gases evitan que parte de la energía procedente del sol que atraviesa la atmósfera regrese de vuelta al espacio exterior, provocando un efecto invernadero que está haciendo aumentar la temperatura media global, provocando un aumento de la frecuencia y la intensidad de eventos climáticos extremos como inundaciones y sequías, y haciendo el clima, en definitiva, más impredecible y cambiante, y menos apto para el desarrollo de actividades como la agricultura, de la que depende nuestra supervivencia.

Sin embargo, en muchas ocasiones nos olvidamos de que la deforestación también juega un papel muy importante como factor determinante del cambio climático. La tala y quema de los bosques que cubren buena parte de la superficie del planeta, libera CO2 a la atmósfera, contribuyendo a aumentar la concentración de este gas en la atmósfera, ya de por sí importante debido a la quema de combustibles fósiles. Por otra parte, la desaparición de los bosques tiene importantes consecuencias en los procesos biofísicos relacionados con el ciclo del agua. Las hojas de los árboles liberan agua a la atmósfera mediante el proceso conocido como evapotranspiración. Este vapor de agua contribuye a refrescar el ambiente, y en lugares en los que la cobertura forestal es amplia y los árboles tienen un porte importante, puede incluso generar precipitaciones. Es lo que los meteorólogos llaman "lluvias convectivas". Todo ello contribuye a un enfriamiento relativo en las zonas en las que la superficie cubierta por bosques es mayor frente a aquellas situadas en latitudes similares en las que es menor.

La deforestación histórica ha contribuido a potenciar el cambio climático en latitudes medias. En la fotografía, campos de cultivo y cerros en las proximidades de Peñafiel (Valladolid).

A pesar de la importancia que tiene la deforestación para explicar los cambios en el clima actual, el efecto de los cambios de uso del suelo que han tenido lugar en el pasado en el cambio climático vienen generando un amplio debate en el seno de la comunidad científica. Durante estos años atrás, algunos estudios han sugerido que el efecto de la deforestación histórica ha generado un enfriamiento de la temperatura media anual que ha contribuido a mitigar el calentamiento global, especialmente en latitudes medias. Los resultados de estos trabajos van en línea con los del quinto (y último) informe del IPPC, que muestran un forzamiento radiativo negativo, es decir, una tendencia a la disminución de la temperatura media global debido al aumento del albedo (el porcentaje de radiación solar incidente que es reflejada por la superficie terrestre) que ha tenido lugar en latitudes medias debido a la deforestación. Sin embargo, en los últimos años, varios estudios de tipo experimental y basados en modelos muestran que el principal efecto de la deforestación es un aumento de las oscilaciones térmicas  estacionales y diurnas.

¿Cómo han afectado los cambios en el uso del suelo a los cambios que se han producido en el clima de las diferentes regiones de la tierra?, la deforestación histórica, ¿ha mitigado o a potenciado el cambio climático?. A estas preguntas ha tratado de dar respuesta el equipo de Quentin Lejeune, científico del Instituto de Ciencias Climáticas y Atmosféricas del ETH de Suiza, en un estudio publicado el pasado mes de Abril por la prestigiosa revista Nature Climate Science. En este estudio, los autores han reconstruido las máximas históricas de temperatura en todo el mundo durante el periodo entre 1861 y 2000 a través de simulaciones con los modelos climáticos disponibles. Dichas simulaciones han considerado el efecto de la deforestación en las temperaturas máximas a través de la liberación de CO2 y su impacto en los procesos relacionados con el ciclo del agua. A la hora de evaluar los resultados de las mismas, los autores también han tenido en cuenta el efecto de otros factores que pudieran influenciar las temperaturas globales, como las emisiones de gases de efecto invernadero, la concentración de aerosoles o partículas en suspensión y las erupciones volcánicas.

Los resultados del trabajo demuestran que la deforestación a lo largo del periodo de estudio ha provocado un aumento de las temperaturas máximas en latitudes medias. En el Noroeste de América, la Rusia europea y algunos países de Europa del Este, donde la tasa de deforestación ha sido mayor del 15%, el aumento de las temperaturas máximas y el número de días cálidos a lo largo del año ha sido particularmente importante. En estas regiones la reducción de la cubierta vegetal es responsable de hasta un tercio del aumento de temperatura desde la era pre-industrial. Otro hallazgo interesante de este trabajo es que, durante las primeras décadas del periodo de estudio, al comienzo de la revolución industrial, el aumento en la temperatura media global vino explicado por la deforestación y no tanto por el aumento (aún incipiente) de la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Otro resultado bastante interesante del trabajo es que algunas áreas tropicales que han sido fuertemente deforestadas durante la segunda mitad el siglo XXI como la Cuenca Amazónica, han visto disminuir sus temperaturas máximas. Esto se debe a que en estos casos, la cobertura forestal, que tiene un albedo muy bajo, ha sido sustituida por cultivos y pastizales, que tienen un albedo muy alto, lo que ha provocado un ligero enfriamiento. En Norteamérica y Rusia, sin embargo, gran parte de las áreas deforestadas han sido sustituidas por áreas urbanas e industriales, cuyo albedo es bastante bajo, por lo que el efecto general ha sido de aumento de las temperaturas máximas.

Los resultados de este trabajo nos muestran que los cambios en el uso del suelo tienen un efecto no menor en el cambio climático, y que por tanto deben ser considerados al estudiar los cambios pasados y futuros en el clima, particularmente, en lo relativo a las temperaturas extremas. Asimismo, también subrayan el potencial que tienen el incremento de la superficie forestal como la reforestación (recuperación de la cubierta vegetal en áreas anteriormente cubiertas por bosques) y la aforestación (plantación de árboles en tierras degradadas) para reducir el aumento de las temperaturas máximas y con ello, mitigar los efectos del cambio climático.

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