Jugando con fuego en la Amazonía

Eduardo Velázquez para Globalízate, 02/10/2016

Las personas que investigan el efecto del fuego en los ecosistemas naturales utilizan el término combustible  para referirse a todo lo que puede quemarse en un incendio forestal, desde los troncos de los árboles (combustible grueso), hasta las pequeñas ramas caídas o la hojarasca (combustible fino). Durante los últimos años se ha especulado mucho acerca del papel de algunos fenómenos asociados al cambio climático tales como las sequías y olas de calor, en la producción de combustibles finos. Se supone que esta poder ser la causa del aumento en la frecuencia de incendios que se ha registrado en algunas zonas.

Para que pueda quemarse, sin embargo, el combustible tiene que tener un cierto grado de inflamabilidad , que disminuye en condiciones de alta humedad ambiental. En los bosques tropicales húmedos que ocupan la mayor parte de la cuenca amazónica la cantidad de "combustible" alojada en troncos, ramas y hojarasca es enorme, sin embargo, la frecuencia y la intensidad de incendios no provocados por el ser humano es bajísima. Ello se debe a la gran humedad ambiental existente en los mismos, que hace disminuir la inflamabilidad de los combustibles. Durante las últimas décadas, sin embargo, y a consecuencia del cambio climático, ha habido en la zona un aumento de la frecuencia y la intensidad de las sequías y las olas de calor asociadas, lo que ha alterado el microclima existente en el interior de algunos de estos bosques. Por otra parte, las actividades de extracción de maderas de interés comercial, generan claros de gran tamaño entre las copas de los árboles, y el avance de los monocultivos de soja contribuye a la fragmentación de los bosques, que se ven más afectados por las condiciones exteriores. En las áreas periféricas del sur de la Cuenca Amazónica, que son las que han sufrido una mayor deforestación, todos estos fenómenos han alterado profundamente las condiciones climáticas en el interior de los bosques, haciéndolos más secos. En estos bosques también ha aumentado enormemente la cantidad de combustibles finos, lo que ha incrementado a su vez la frecuencia, la intensidad, la tasa de expansión, y el área afectada por incendios.

Debido a estos cambios en el régimen de incendios se ha registrado un aumento de la mortalidad de los árboles y alteraciones en la respiración del suelo, es decir, el dióxido de carbono expulsado por el mismo. Todo ello podría provocar que los bosques de la cuenca amazónica alcanzaran un nuevo estado de equilibrio  muy diferente al actual, en el que tendrían menos árboles grandes y una estructura mucho más simple. En algunas zonas podrían transformarse incluso en sabanas, lo que arrojaría a la atmósfera enormes cantidades de dióxido de carbono. El efecto del aumento de combustibles finos en el régimen de incendios es un proceso clave para entender la dinámica futura de los bosques amazónicos, sin embargo, los científicos llevan teniendo bastantes dudas acerca del mismo.

Durante los últimos años, un grupo de investigadores brasileños y estadounidenses ha desarrollado un experimento para ver como influía el aumento en los combustibles finos en la intensidad y severidad de los incendios. Este experimento fue realizado en un bosque fuertemente fragmentado por la deforestación y el cultivo de soja en la región brasileña de Mato Grosso, en el sur de la Cuenca Amazónica. En él los investigadores incrementaron artificialmente la cantidad de combustibles finos y provocaron incendios controlados en algunas parcelas mientras dejaban otras sin modificar. Los resultados del experimento, que han sido publicados este mes en la revista Global Change Biology, confirman algunas cosas que ya se suponían, pero muestran también algunas sorpresas.

La adición artificial de combustibles finos, por ejemplo, aumentó enormemente el área afectada por los incendios, así como la mortalidad de árboles pequeños y medianos. Sin embargo, apenas tuvo efectos apreciables en la intensidad de los incendios, la mortalidad de los árboles grandes y la respiración del suelo. No sólo eso, si no que el crecimiento de los grandes árboles fue mayor tras los incendios. Los resultados del experimento confirman que el carácter más o menos catastrófico de los incendios que se producen en la zona viene determinado no sólo por el aumento de combustibles finos en los periodos de sequía, sino también por la temperatura y la humedad del aire. El aumento de combustibles finos resulta determinante para que los incendios afecten grandes áreas, sin embargo, se trata en su mayor parte de incendios de baja intensidad cuyo efecto en el ciclo del carbono es poco relevante.

Según este estudio el bosque húmedo tropical de la Cuenca Amazónica no es resistente al fuego, pues este ocasiona enormes cambios en su estructura. Sin embargo, estos cambios no tienen un efecto tan alto como podría suponerse en la capacidad de fijar carbono, que se recupera rápidamente y está muy relacionada con la presencia de árboles grandes. Ello no nos puede hacer bajar la guardia frente al progresivo aumento en la frecuencia y la intensidad de incendios en el sur de la Cuenca Amazónica. Como se vio en un estudio anterior que mereció incluso una reseña de la BBC, a partir de cierto umbral, estos pueden afectar enormemente a los stocks de carbono acumulado y la diversidad de especies vegetales, que pueden tardar décadas o incluso siglos en recuperarse. El aumento en la vigilancia y en las medidas legales de prevención de incendios forestales resulta determinante para asegurar el futuro del bosque tropical amazónico en las áreas en las que este está más fuertemente amenazado.

Para saber más

Brando P.M., Oliveira-Santos C., Rocha W., Cury R., Coe M.T. 2016. Effects of experimental fuel additions on fire intensity and severity: unexpected carbon resilience of a Neotropical forest. Global Change Biology 22: 2516-2525.

Ver todos artículos por Eduardo Velázquez