Luchar contra el cambio climático gestionando mejor los bosques españoles
Eduardo Velázquez para Globalízate, 23/02/2015Es un hecho de sobra conocido que las plantas contribuyen a la disminución de las concentraciones de CO2 en la atmósfera al fijar este compuesto para el mantenimiento de sus estructuras y procesos vitales. Sin embargo, la capacidad de secuestro o fijación de carbono de las masas forestales a lo largo del tiempo depende de un buen número de variables. Son muy importantes, por ejemplo, las características del clima local y sus tendencias de cambio recientes. Así, mientras los bosques de zonas templadas y tropicales fijan carbono a un ritmo constante, las tendencias de acumulación son mucho menos claras en los bosques que sufren una fuerte sequía estacional cada cierto tiempo. La estructura del bosque y la historia de uso previo también son importantes. La capacidad de fijar carbono atmosférico no es igual en un robledal usado para provisión de leña en invierno durante los últimos cincuenta años y en el que tenemos una gran cantidad de árboles de pequeño tamaño, que en un hayedo dentro de un espacio protegido con ejemplares de gran porte, o que en una plantación de pinos sometida a cortas periódicas. Durante la última década los científicos han señalado la importancia de determinar con exactitud el potencial de fijación de carbono de las masas forestales con el fin de cuadrar los balances de carbono y desarrollar mejores mecanismos de mitigación del cambio climático a través de la restauración y la gestión forestal en las diferentes zonas del mundo. Este trabajo es especialmente importante en áreas de gran heterogeneidad en el clima, el relieve y la vegetación como la Península Ibérica, sobre las que tenemos un enorme grado de incertidumbre.
Hace un par de años, un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona, publicó un trabajo sobre este tema en la prestigiosa revista Global Change Biology. Este trabajo ha sido enormemente citado y comentado en otras revistas y blogs científicos, y puede constituir la piedra angular de un buen número de investigaciones futuras. En él, los autores utilizaron los datos del Inventario Forestal Nacional llevados a cabo en seis fechas sucesivas durante las últimas tres décadas para estudiar los factores que determinan el cambio en el carbono acumulado, el crecimiento y la mortalidad de los bosques españoles en función de la disponibilidad de agua (una variable limitante para el crecimiento de las plantas en todo el área Mediterránea), las tendencias recientes de cambio en el clima de la península (disminución de la precipitación y aumento de la temperatura), la estructura forestal (densidad de árboles y carbono acumulado en el primer inventario), y el modo de gestión forestal previa.
Como era de esperar, los resultados mostraron que la disponibilidad de agua ha tenido un efecto positivo en el crecimiento y la acumulación de carbono de los bosques y que los cambios en el clima durante las últimas tres décadas han reducido el crecimiento y la acumulación de carbono en bosques, especialmente en las zonas más húmedas. Sin embargo, la fijación de carbono atmosférico en los bosques españoles estaba determinada fundamentalmente (y sorprendentemente) por la estructura forestal. En muchas parcelas, por ejemplo, se había producido una gran mortalidad que estaba relacionada con una disminución previa de la tasa de crecimiento y un aumento de la densidad de árboles. Esto podría estar relacionado con la desaparición de la intervención humana en buena parte de los bosques españoles. En muchos bosques ha desaparecido la tala ocasional por entresaca para obtener madera o leña, por lo que tenemos un número mucho mayor de ejemplares de pequeño tamaño. En estas masas forestales tan densas los árboles compiten entre sí por el agua y la luz y cada cierto tiempo se producen episodios de mortalidad por aclareo natural. La competencia entre ejemplares y la muerte de algunos de ellos comprometen el crecimiento, y por tanto, la fijación de carbono del bosque. No sólo eso; en los bosques que habían tenido algún tipo de uso previo el efecto negativo del calentamiento reciente en el carbono acumulado era prácticamente nulo.
Los resultados de este trabajo señalan el enorme potencial que tiene la gestión forestal para garantizar la capacidad de secuestro de carbono de las masas forestales y mitigar los efectos del cambio climático en España. No sólo es posible luchar contra el cambio climático reforestando y restaurando áreas degradadas, como habitualmente creemos, si no también destinando recursos públicos, materiales y humanos, a gestionar mejor nuestros montes.