Preparando los bosques para soportar mejor el cambio climático
Eduardo Velázquez para Globalízate, 07/10/2014Mediante el proceso conocido como fotosíntesis, los organismos vegetales son capaces de utilizar el dióxido de carbono presente en la atmósfera para el desarrollo de sus estructuras vivas. Por este motivo, los bosques cumplen un importante papel en la fijación o el secuestro de carbono atmosférico con lo que, a su vez, contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático provocado por la acción humana.
A diferencia de lo que podríamos pensar, no son los bosques maduros y relativamente intactos los que secuestran una mayor cantidad de carbono, si no aquellos que se encuentran en pleno proceso de desarrollo. En Europa, los bosques han estado sometidos tradicionalmente a actuaciones de manejo como la tala recurrente de los ejemplares de mayor altura y diámetro, por lo que contribuyen enormemente al secuestro de las emisiones de dióxido de carbono producidas por la actividad humana. Dicha capacidad de secuestro se ha visto favorecida recientemente por el aumento de la concentración de CO2 y la deposición de nitrógeno atmosférico, así como el incremento en las temperaturas medias anuales registrado durante las últimas décadas. Sin embargo, en algunos casos ha aumentado la tasa de mortalidad y ha disminuido la de crecimiento, y con ello la fijación de carbono. Este fenómeno, conocido como decaimiento forestal, ha sido muy importante en los bosques del sur de Europa, situados en el límite de distribución latitudinal de muchas especies de árboles y muy afectados por la escasez de precipitaciones durante el verano. A pesar de ello, hasta hace poco, tan sólo unos cuantos trabajos a escala local, habían evaluado el efecto de la gestión forestal en la capacidad de secuestro de carbono de los bosques del sur de Europa en un escenario de cambio climático.
Según los resultados de un estudio publicado en 2012 en la prestigiosa revista Global Change Biology, el incremento de la temperatura media anual que se ha producido durante las últimas décadas ha tenido un efecto negativo en la capacidad de fijación de CO2 atmosférico de los bosques españoles. Sin embargo, dicho efecto, que ha sido particularmente importante en las zonas más húmedas de la península, puede verse contrarrestado mediante una adecuada gestión. Los autores del estudio, pertenecientes al Centro de Investigaciones Ecológicas y Forestales de Bellaterra (Barcelona), aseguran que se ha producido un aumento de la mortalidad y una disminución del crecimiento (y por tanto de la capacidad de fijación de carbono) en aquellos bosques en los que la tala selectiva desapareció hace tiempo. En estos bosques, durante las últimas décadas, se ha desarrollado un gran número de ejemplares de pequeño tamaño, por tanto, la densidad de árboles ha aumentado y con ello la competencia por los recursos como la luz, y fundamentalmente, el agua. Y los efectos de la misma, en un escenario de cada vez mayor escasez a consecuencia del cambio climático, han resultado especialmente perniciosos. Por el contrario, en los bosques en los que se han seguido retirándose los ejemplares más añosos, la competencia entre los árboles supervivientes ha sido menor y por tanto estos han sido capaces de soportar mejor la sequía estival.
Este trabajo indica claramente que una adecuada gestión puede ayudar a mitigar el impacto del cambio climático en las masas forestales españolas manteniendo su capacidad de secuestro de carbono. Para la realización del mismo se han utilizado los datos de más de 50.000 parcelas pertenecientes al Inventario Forestal Nacional, muestreadas en los periodos1986-1996 y 1997-2008, por ello, sus resultados deberían ser muy tenidos por los responsables de la gestión de las masas forestales a escala estatal y autonómica.