Las 'reformas' económicas violentas y el aumento de la violencia contra la mujer

Vandana Shiva, 27/01/2013,
Znet

Publicado en ZNet el 30 de diciembre de 2012

La violencia contra las mujeres es tan antigua como el patriarcado. Sin embargo, recientemente se ha intensificado y generalizado. Ha adquirido formas más brutales, como el asesinato de la víctima de violación en grupo en Delhi, y el suicidio de la víctima de violación, de 17 años, en Chandigarh.

Los casos de violación y los de violencia contra la mujer han aumentado a lo largo de los años. El National Crime Records Bureau (NCRB) informó de 10.068 casos de violación en 1990, cifra que aumentó a 16.496 en 2000. Con las 24.206 violaciones en 2011, estos casos han tenido un increíble aumento del 873% desde 1971, que cuando NCRB comenzó llevar su registro.  Delhi se ha convertido en la capital de la violación de la India, representando el 25% de los casos.

El movimiento para poner fin a esta violencia debe seguir activo hasta que se haga justicia a cada una de nuestras hijas y hermanas que han sido violados.

Mientras intensificamos nuestra lucha por la justicia para las mujeres, tenemos que preguntarnos también por qué los casos de violación se han incrementado un 240% desde el 1990, cuando las nuevas políticas económicas fueron presentadas.Tenemos que examinar las raíces del crecimiento de la violencia contra las mujeres.

¿Podría haber una conexión entre el crecimiento de impuestos violentamente antidemocráticos, políticas económicas injustas y el crecimiento de los crímenes contra las mujeres?

Yo creo que la hay.

En primer lugar, el modelo económico miope centrado en el 'crecimiento' se inicia con la violencia contra las mujeres mediante la reducción de su contribución a la economía.

Cuanto más habla ad nauseum el Gobierno de 'crecimiento inclusivo y la 'inclusión financiera', más excluye las aportaciones de las mujeres a la economía y la sociedad. Según los  modelos económicos patriarcales, la producción destinada al sustento se cuenta como "no productiva". La transformación del valor en disvalor, el trabajo en no-trabajo, el conocimiento en no-conocimiento, se consigue con el número más poderoso que rige nuestras vidas, la construcción patriarcal del PIB, el Producto Interior Bruto, que los comentaristas han comenzado a llamar Problema Interno Bruto.

Los sistemas nacionales de contabilidad que se utilizan para calcular el crecimiento del PIB se basan en la suposición de que si los productores consumen lo que producen, de hecho no producen nada, ya que se queda fuera de la 'frontera de la producción'.

La frontera de la producción es una creación política que, en su funcionamiento, excluye los ciclos de producción regenerativos y renovables de la zona de producción. Por lo tanto, todas las mujeres que producen para sus familias, los niños, la comunidad y la sociedad, son tratadas como "no productivas" y "económicamente" inactivas. Cuando las economías se limitan al mercado, la autosuficiencia económica es percibida como deficiencia económica. La devaluación del trabajo de las mujeres y del trabajo realizado en las economías de sustento en el Sur, es el resultado natural de la frontera de producción construido por el patriarcado capitalista.

Al limitarse a los valores de la economía de mercado, tal como se define por el patriarcado capitalista, la frontera de la producción pasa por alto el valor económico en las dos economías vitales que son necesarios para la supervivencia humana y ecológica. Son las áreas de la economía de la naturaleza y la economía sustento. En la economía de la naturaleza y la economía de subsistencia, el valor económico es una medida de cómo la vida de la Tierra y la vida humana sean protegidos. Su moneda es el proceso de dar la vida, no dinero en efectivo o el precio de mercado.

En segundo lugar, un modelo de patriarcado capitalista que excluye de nuestra mente el trabajo y la creación de riqueza de las mujeres profundiza la violencia mediante el desplazamiento de las mujeres de sus medios de subsistencia y enajenándolas de los recursos naturales de los que depende su sustento: sus tierras, bosques, agua, su semillas y la biodiversidad. Las reformas económicas basadas en la idea de crecimiento ilimitado en un mundo limitado solo pueden ser mantenida por los poderosos cuando se apropian de los recursos de las personas vulnerables. La apropiación de los recursos, que es esencial para el 'crecimiento', crea una cultura de la violación: la violación de la tierra, de las economías locales autosuficientes, la de las mujeres. La única manera en la que este 'crecimiento' es 'inclusivo' es porque incluye un número cada vez más grande en su círculo de la violencia.

He subrayado en repetidas ocasiones que la violación de la Tierra y la violación de mujeres están íntimamente relacionadas, tanto metafóricamente (en la formación del visiónn del mundo) como materialmente (en la formación de la vida cotidiana de las mujeres). La vulnerabilidad económica de las mujeres, cada vez más profunda, las hace más vulnerables a todas las formas de violencia, incluyendo el ataque sexual, tal como nos hemos enterado durante una serie de audiencias públicas acerca del impacto de las reformas económicas sobre la mujer, organizadas por la Comisión Nacional sobre la Mujer y la Fundación de Investigación para Ciencia, Tecnología y Ecología.

En tercer lugar, las reformas económicas llevan a la subversión de la democracia y la privatización del gobierno. Los sistemas económicos influyen en los sistemas políticos. El gobierno habla de reformas económicas como si no tuvieran nada que ver con la política y el poder. Hablan de mantener la política fuera de la economía, mientras se impone un modelo económico modelado por la política de un determinado género y clase. Las reformas neoliberales trabajan en contra de la democracia. Lo hemos visto recientemente con el Gobierno intentando con  sus 'reformas' atraer a  Walmart como inversión extranjera directa en el comercio minorista. Reformas impulsadas por las corporaciones crean una convergencia económica y política del poder, la profundización de las desigualdades y una separación cada vez mayor de la clase política con respecto a la voluntad de las personas a las que se supone que representan. Esta es la causa de la desconexión entre los políticos y el pueblo que hemos tenido durante las protestas que han aumentado desde la violación en grupo de Delhi.

Lo que es peor, una clase política alienada tiene miedo de sus propios ciudadanos. Esto es lo que explica el aumento del uso de la policía para aplastar las protestas ciudadanas no violentas, como hemos visto en Delhi. O en la tortura de Soni Sori en Bastar. O en la detención de Dayamani Barla en Jharkhand. O los miles de casos contra las comunidades que luchan en contra de la planta de energía nuclear en Kudankulam. Un estado corporativo privatizado, se convierte rápidamente en un estado policial.

Por ello, los políticos tienen que  rodearse de seguridad cada vez más VIP, desviando a la policía de sus funciones importantes de proteger a las mujeres y los ciudadanos ordinarios.

En cuarto lugar, el modelo económico creado por el patriarcado capitalista está basado en la mercantilización de todo, incluso de las mujeres. Cuando paramos la Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle, nuestro lema era 'Nuestro mundo no se vende'.

Una economía de la liberalización del comercio, de la privatización y mercantilización de las semillas y los alimentos, la tierra y el agua, las mujeres y los niños, desatado por la liberalización económica, degrada los valores sociales, profundiza el patriarcado e intensifica la violencia contra las mujeres.

Los sistemas económicos influyen en los valores culturales y sociales. Una economía de la mercantilización crea una cultura de la mercantilización, donde todo tiene un precio y nada tiene valor.

La creciente cultura de la violación es una externalidad social de las reformas económicas. Necesitamos institucionalizar las auditorías sociales de las políticas neo-liberales, que son un instrumento central del patriarcado en nuestra época. Si hubiera una auditoría social de la corporatización del nuestro sector de las semillas, 270.000 agricultores no habrían sido empujados al suicidio en la India desde que las nuevas políticas económicas fueron puestas en funcionamiento. Si hubiera una auditoría social de la mercantilización de los alimentos y la agricultura, no tendríamos uno de cada cuatro indios hambriento, uno de cada tres mujeres desnutrida y uno de cada dos niños agotado, retrasado en su crecimiento por la desnutrición severa. India no sería hoy en día la República de hambre que el Dr. Utsa Patnaik ha escrito.

La víctima de la violación en grupo Delhi ha desencadenado una revolución social. Debemos mantenerla, profundizarla, ampliarla. Debemos exigir y obtener una justicia rápida y eficaz para las mujeres. Debemos pedir 'tribunales de vía rápida' para condenar a los responsables de crímenes contra las mujeres. Debemos asegurarnos que las leyes se cambien para que la justicia no sea difícil de alcanzar para las víctimas de la violencia sexual. Debemos continuar la demanda de listas negras de políticos con antecedentes penales.

Y mientras hacemos todo esto, tenemos que cambiar el paradigma dominante que se nos impone en el nombre del 'crecimiento' y que está alimentando y aumentando crímenes contra las mujeres. Acabar con la violencia contra las mujeres incluye ir más allá de la economía violenta modelada por el patriarcado capitalista, hacia economías no violentos y pacíficas que respeten a las mujeres y la Tierra.

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