Cómo poner fin a la pobreza

Vandana Shiva, 29/05/2005,
Znet

El artículo principal del 14 de marzo de 2005 del Time Magazine estaba dedicado a "Cómo acabar con la Pobreza". Se basaba en un ensayo de Jeffrey Sachs, "The End of Poverty", de su libro del mismo título. Las fotos que acompañan el ensayo retratan a chicos sin hogar, recogedores de basura en vertederos, heroinómanos. Son imágenes de gentes de usar y tirar, gentes cuyas vidas, recursos y medios de vida les han sido arrancados a través de procesos de exclusión brutales e injustos, que generan pobreza para la mayoría y prosperidad para unos pocos.

La basura es el derroche de una sociedad de usar y tirar – las sociedades ecológicas nunca han tenido basura. Los chicos sin hogar son consecuencia del empobrecimiento de las comunidades y familias que han perdido sus recursos y medios de vida. Son imágenes de la perversión y las externalidades de un modelo de crecimiento insostenible, injusto y falto de toda equidad.

En mi escrito "Staying Alive" yo me había referido a un libro titulado "Poverty: the Wealth of the People" (la Pobreza: Bienestar de la Gente), en el que un escritor africano traza una distinción entre la pobreza como subsistencia, y la miseria como carencia. Es útil separar un concepto cultural de una vida simple y sostenible entendida como pobreza, de la experiencia material de la pobreza como resultado del desposeimiento y la carencia.

La pobreza percibida como tal desde una perspectiva cultural no necesita ser una pobreza material real: las economías de subsistencia que satisfacen las necesidades básicas mediante el autoaprovisionamiento no son pobres en el sentido carencial del término. Sin embargo, la ideología del desarrollo las declara pobres por no participar de forma predominante en la economía de mercado, y por no consumir bienes producidos en el mercado mundial y distribuidos por él, incluso aunque puedan estar satisfaciendo las mismas necesidades mediante mecanismos de autoaprovisionamiento.

Se percibe a la gente como pobre si comen mijo (cultivado por las mujeres) en lugar de la comida basura procesada que es producida y distribuida de forma mercantil por los agronegocios globales. Se les ve como pobres si viven en viviendas hechas por ellos mismos a partir de materiales ecológicos como el bambú y el barro en lugar de hacerlo en casas de cemento. Se les ve como pobres si llevan ropa hecha a mano a partir de fibras naturales en lugar de sintéticas.

La subsistencia percibida culturalmente como pobreza no implica necesariamente una baja calidad de vida física. Por el contrario, porque las economías de subsistencia contribuyen al crecimiento de la economía de la naturaleza y de la economía social, aseguran una elevada calidad de vida en términos de alimentos y agua, sostenibilidad de los medios de vida, y una robusta identidad y significado social y cultural.

Por otro lado, la pobreza de 1 billón de personas hambrientas y de 1 billón de personas deficientemente alimentadas, víctimas de la obesidad, adolece tanto de pobreza material como cultural. Un sistema que crea la negación y la enfermedad, mientras acumula trillones de dólares de megabeneficios para los agronegocios, es un sistema diseñado para crear la pobreza para la gente. La pobreza es un estado final, no un estado inicial de un paradigma económico, el cual destruye los sistemas ecológicos y sociales que mantienen la vida, la salud y la sostenibilidad del planeta y de la gente.

Y la pobreza económica es sólo una de las formas de la pobreza. La pobreza cultural, la pobreza social, la pobreza ética, la pobreza ecológica, la pobreza espiritual son otras formas de pobreza con mayor prevalencia en el así denominado rico Norte, que en el Sur, denominado pobre. Y estas otras pobrezas no se pueden borrar con dólares. Necesitan compasión y justicia, cuidados y formas de compartir.

Poner fin a la pobreza requiere conocer los mecanismos por los cuales se crea. De todos modos, Jeffrey Sachs considera la pobreza como el pecado original. Cuando declara:

“Hace unas pocas generaciones, casi todo el mundo era pobre. La Revolución Industrial creó nuevos ricos, pero gran parte del mundo fue dejada atrás”.

Ésta es una historia de la pobreza completamente falsa, y no debe ser la base para una historia de la pobreza. Jeffrey Sachs lo ha entendido mal. Los pobres no son los que quedaron atrás, sino los que son empujados hacia afuera y excluidos del acceso a su propia riqueza y sus propios recursos.

Los "pobres no son pobres por ser vagos o porque sus gobiernos sean corruptos". Son pobres porque otros se han apropiado de su riqueza, destruyendo su capacidad para crearla. Las riquezas acumuladas por Europa se basaron en las riquezas arrebatadas a Asia, África y Latinoamérica. Sin la destrucción de la rica industria textil de la India, sin la aparición del comercio de especias, sin el genocidio de las tribus indígenas americanas, sin la esclavitud africana, la revolución industrial no habría creado nuevas riquezas para Europa o los Estados Unidos. Fue la violenta absorción de los recursos del Tercer Mundo y de los mercados del Tercer Mundo lo que creó la riqueza en el Norte – pero simultáneamente creó la pobreza en el Sur.

Dos mitos económicos facilitan el separar dos procesos ligados íntimamente: el crecimiento de la opulencia y el crecimiento de la pobreza. En primer lugar, se ve el crecimiento sólo como crecimiento del capital. Lo que se deja de percibir es la destrucción de la naturaleza y de la economía de subsistencia de la gente que crea este crecimiento. Las dos "externalidades" del crecimiento creadas simultáneamente – la destrucción medioambiental y la creación de la pobreza – son vinculadas luego de forma incidental, no a los procesos de crecimiento, sino entre sí. Se afirma que la pobreza crea destrucción medioambiental. Y se ofrece la enfermedad como remedio: el crecimiento resolverá los problemas de la pobreza y la crisis medioambiental, a los que inicialmente dio lugar. Éste es el primer mensaje del análisis de Jeffrey Sachs.

El segundo mito que separa la opulencia de la pobreza es suponer que si produces lo que consumes es que no produces. Ésta es la base en que se trazan los límites de la producción para las contabilidades nacionales que miden el crecimiento económico. Ambos mitos contribuyen a la mistificación del crecimiento y del consumismo, pero también ocultan los procesos reales que crean la pobreza.

En primer lugar, la economía de mercado dominada por el capital no es la única economía; no obstante, el desarrollo se ha basado en el crecimiento de la economía de mercado. Los costes invisibles del desarrollo han sido la destrucción de otras dos economías: la de los procesos de la naturaleza y la de la supervivencia de la gente. Ignorar o descuidar estas dos economías vitales es la razón por la cual el desarrollo ha planteado una amenaza de destrucción ecológica y una amenaza a la supervivencia humana, habiendo permanecido ambas, sin embargo, como "ocultas externalidades negativas" del proceso de desarrollo.

En lugar de verse como resultados de la exclusión, se presentan como "dejados atrás". En lugar de verse como los que sufren la peor carga de un crecimiento injusto bajo la forma de pobreza, se les presenta erróneamente como aquellos que no han sido tocados por el crecimiento. Esta falsa separación entre los procesos que crean la opulencia y los que crean la pobreza se encuentran en el corazón del análisis de Jeffrey Sachs. Por eso sus recetas agravarán y profundizarán la pobreza en lugar de ponerle fin.

El comercio y el intercambio de bienes y servicios siempre han existido en las sociedades humanas, pero estaban sujetos a las economías de la naturaleza y de la gente. La elevación del dominio del mercado y del capital creado por el hombre a la posición de principios organizadores supremos ha llevado a descuidar y destruir los otros dos principios organizadores – la ecología y la supervivencia – que mantienen y sostienen la vida en la naturaleza y en la sociedad.

Las economías y conceptos del desarrollo modernos apenas cubren una ínfima parte de la historia de la interacción humana con la naturaleza. Durante siglos los principios de la sostenibilidad han proporcionado a las sociedades humanas la base material para sobrevivir, obteniendo sus medios de vida directamente de la naturaleza a través de mecanismos de autoaprovisionamiento. Se han respetado los límites de la naturaleza y éstos han marcado los límites del consumo humano. En la mayoría de los países del Sur, gran cantidad de personas continúan obteniendo su sustento en la economía de supervivencia que permanece invisible al desarrollo orientado hacia el mercado.

Todas las personas en todas las sociedades dependen de la economía de la naturaleza para su supervivencia. Cuando el principio organizador de la relación entre la sociedad y la naturaleza es la sostenibilidad, la naturaleza se ofrece como propiedad común. Se convierte en un recurso cuando los beneficios y la acumulación se vuelven principios organizadores y dictan imperativamente la explotación de los recursos para el mercado.

Sin agua limpia, suelos fértiles y cosechas y diversidad genética botánica, la supervivencia humana no es posible. Esta propiedad común ha sido destruida por el desarrollo económico, dando lugar a la creación de una nueva contradicción entre la economía de los procesos naturales y la economía de supervivencia, porque la gente privada de sus tierras y medios de supervivencia tradicionales por parte del desarrollo es obligada a sobrevivir en una naturaleza cada vez más degradada.

La gente no muere por falta de ingresos. La gente muere por falta de acceso a los recursos. También aquí se equivoca Jeffrey Sachs cuando dice: "En un mundo de abundancias, mil millones de personas son tan pobres que sus vidas están en peligro." Los indígenas en la Amazonía, las comunidades montañesas en el Himalaya, los campesinos cuyas tierras no han sido expropiadas y cuyas aguas y biodiversidad no ha sido destruida por la deuda para crear una agricultura industrial poseen riqueza ecológica, incluso aunque no ganen un dólar al día.

Por otra parte, incluso con cinco dólares al día la gente es pobre si tiene que comprar los productos más básicos a precios elevados. Los campesinos indios convertidos en pobres y empujados hacia la deuda durante las pasadas décadas para crear mercados para las costosas semillas y productos agroquímicos a través de la globalización económica están poniendo fin a sus vidas por millares.

Cuando se patentan las semillas y los campesinos han de pagar un trillón de dólares US en concepto de royalties, su pobreza aumenta en un trillón de dólares USdólares US. Las patentes médicas aumentan los costes de los medicamentos para el SIDA de 200 $ US a 20.000 $ US, y los medicamentos para el cáncer de 2.400 $ US a 36.000 $ US para un año de tratamiento. Cuando se privatiza el agua y las corporaciones mundiales ganan un trillón de dólares US por convertir el agua en un bien negociable, los pobres aumentan su pobreza en 1 trillón de dólares US.

Los movimientos contra la globalización económica y el maldesarrollo son movimientos para poner fin a la pobreza poniendo fin a las exclusiones, a las injusticias y a la insostenibilidad ecológica, raíces de la pobreza.

Los 50.000 millones de dólares US de "ayuda" del Norte al Sur son una décima parte de los 500.000 millones de dólares US que fluyen del Sur al Norte en concepto de pago de intereses y otros mecanismos injustos de la economía global impuestos por el Banco Mundial y el FMI. Con la privatización de los servicios esenciales y la globalización injusta impuesta a través de la OMC se convierte a los pobres en más pobres.

Los campesinos indios están perdiendo anualmente 26.000 millones de dólares US por la caída de los precios agrícolas debidos al dumping y a la liberalización del comercio, aresultas de una globalización injusta, que está haciendo que las empresas se hagan cargo de la comida y del agua. Más de 5 billones de dólares US van a ser transferidos por la gente pobre a los países ricos, sólo por la comida y el agua. Los pobres están financiando a los ricos. Si nos tomáramos en serio lo de poner fin a la pobreza, tendríamos que poner fin seriamente a los sistemas injustos y violentos que para crear riqueza crean pobreza robando a los pobres sus recursos, medios de vida e ingresos.

Jeffrey Sachs pasa por alto deliberadamente estos actos de "tomar" y sólo habla de "dar", lo que significa un mero 0,1% de lo que "toma" el Norte. Poner fin a la pobreza es más una cuestión de tomar menos que de añadir una cantidad insignificante a lo que se da. Para convertir la pobreza en historia se necesita primeramente elaborar una historia real de la pobreza. Y Sachs lo ha entendido rematadamente mal.

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