La batalla del agua

Tony Clarke y Maude Barlow, 04/05/2004,
Znet

Nos han enseñado en el colegio que la tierra tiene un sistema hidrológico cerrado, el agua está continuamente siendo reciclado a través de la lluvia y la evaporación y nada sale de la atmósfera del planeta. No solamente existe la misma cantidad de agua en la tierra hoy que cuando se creo el planeta sino que es el mismo agua. La próxima vez que estés caminando bajo la lluvia párate a pensar que parte del agua que te está cayendo encima pasó por la sangre de los dinosaurios o formó parte de las lágrimas de niños que vivieron hace miles de años.

Mientras que siempre habrá la misma cantidad de agua, podemos volver el agua inservible para nosotros mismos y para el planeta. La creciente escasez de agua potable es el resultado de una variedad de causas. El consumo de agua per capita se duplica cada 20 años, esto es más del doble del crecimiento de la población mundial, que así mismo está explotando. Los sistemas tecnológicos y sanitarios, particularmente los de las ricas naciones industrializadas, han alentado un consumo de agua mucho mayor del que necesitan. Pero incluso con este incremento del uso personal del agua, el uso doméstico y municipal suma solamente el 10% del consumo.

La industria se lleva del 20 al 25% de las reservas mundiales de agua potable, y sus demandas están creciendo dramáticamente. Muchas de las industrias mundiales de más rápido crecimiento utilizan agua de manera intensiva. Por ejemplo, solamente en los Estados Unidos, la industria informática usará dentro de poco más de 396 mil millones de galones de agua al año.

Sin embargo, es el riego el que realmente acapara toda el agua, llevándose de un 65 a un 70 por ciento del agua que se consume. La industria agrícola está aumentando la cantidad de agua usada para riego. El uso intensivo de agua por parte de las corporaciones agrícolas está siendo subvencionado por los gobiernos y sus contribuyentes lo cual crea un factor desmotivador para que los agricultores cambien sus métodos por unos que ahorren agua como es el riego por goteo.

Junto con el crecimiento de la población y el incremento del consumo de agua per capita, la contaminación mundial masiva de los sistemas de agua de superficie supone una gran carga sobre las reservas de agua potable restantes. La deforestación global, la destrucción de zonas húmedas, el vertido de pesticidas y fertilizantes en las vías fluviales y el calentamiento global son el terrible peaje que está pagando el frágil sistema acuífero del planeta.

El mundo se está quedando sin agua. Para el año 2025, la población habrá aumentado dos mil seiscientos millones de habitantes. Por lo menos dos tercios de esta población vivirá en unas condiciones serias de carencia de agua y un tercio vivirá en absoluta escasez. La demanda de agua excederá en un 56 por ciento a la disponibilidad de la misma.

El agua como mercancía

La combinación de un incremento en la demanda y una reducción de las existencias han atraído el interés de las corporaciones globales que quieren vender el agua para obtener un beneficio. El Banco Mundial pregona que la industria del agua es un negocio potencial de miles de millones de dólares. El agua se ha convertido en el "oro azul" del siglo XXI.

La jugada para privatizar el agua coincide con el alzamiento del consenso de Washington como la filosofía económica mundial dominante. Esta filosofía aboga por una liberalización del comercio y la inversión, entregándole la responsabilidad de los programas sociales y el control de los recursos al sector privado. En este caso es un asalto a un antiguo bien común como el agua.

Los tratados de comercio globales se han convertido probablemente en la herramienta más importante de las corporaciones mercantiles del agua y sus aliados. Todos los organismos multinacionales: el Tratado para el Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, siglas en inglés), el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT siglas en inglés), y la Organización Mundial del Comercio (WTO siglas en inglés) definen el agua como una mercancía. En consecuencia, el agua ahora está sujeta a las mismas normas y regulaciones que controlan otras mercancías como el petróleo y el gas natural. Bajo estas reglas internacionales, un país no puede prohibir ni limitar la exportación del agua sin arriesgarse a ser censurado por la OMC. También restringen que los países puedan rechazar la importación de agua de cualquier otro país. La "cláusula de proporcionalidad" del Tratado para el Libre Comercio de América del Norte, especifica que si un país abre el grifo a la exportación de sus recursos naturales, no podrá cerrar el grifo hasta que no se hayan acabado totalmente dichos recursos.

Además, la iniciativa para privatizar los servicios de agua encontrará un fuerte apoyo en las nuevas normas del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios de la Organización Mundial de Comercio conocido como AGCS. Bajo las propuestas del AGCS, no solamente los gobiernos se enfrentan a presiones añadidas para desregular y privatizar su sistema de agua, sino que una vez que los servicios de agua de la ciudad hayan sido tomados por una corporación extranjera, los esfuerzos para desprivatizar estos servicios traerán severas penalizaciones económicas por parte de la OMC.

Encabezando la embestida para la privatización se encuentran tres grandes corporaciones transnacionales con base en Europa: Vivendi, Suez y RWE. Las tres han comprado sistemáticamente la totalidad de las acciones de pequeñas empresas rivales para convertirse en el poder dominante en la industria del agua de todo el mundo. La estrategia a largo plazo de estas compañías comenzó con sus esfuerzos por tomar el poder de los sistemas de agua en países del tercer mundo donde esperaban situarse como salvadores de la crisis del agua. Sin embargo, una serie de fiascos del sector privado en estos países descarriló sus planes.

El caso de Buenos Aires es especialmente instructivo. Buenos Aires iba a ser el buque insignia de las operaciones de privatización del tercer mundo. Suez, a través de su filial Aguas Argentinas, se adueñó del agua de Buenos Aires y del sistema de alcantarillado en 1992. Un razonamiento común para la privatización del sistema de agua es que a diferencia de la escasez de dinero en el sector público, el sector privado tiene el capital necesario para actualizar y restaurar los sistemas de agua antiguos. Pero fuentes públicas como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros bancos pequeños aportaron el 97% de los mil millones de dólares necesarios para el experimento de privatización que realizó la empresa Suez. Esta compañía sí amplió minimamente el servicio de agua y alcantarillado, pero fracasó en llegar a las metas establecidas en ambas áreas. Aun así la compañía se las arregló para llevarse unos beneficios de cerca del 25% a mediados de los 90. Recientemente, Suez ha anunciado sus planes de salirse de Argentina porque la crisis monetaria ha recortado sus beneficios. Ha habido otros fiascos del sector privado en lugares como Johannesburgo, Nueva Delhi, Manila, y el más famoso en Cochabamba, Bolivia.

El esfuerzo para privatizar los sistemas de agua de los países no desarrollados se ha convertido en el objetivo de protestas sociales. Representantes de una red de sociedad internacional civil aparecieron en marzo en una reunión de jefes directivos ejecutivos en el Forum Mundial del Agua en Kyoto, Japón. El grupo se apoderó de los micrófonos y ofreció una serie de testimonios acerca del impacto de la privatización del agua en el mundo. Hacia el final del evento, un activista de Cancún, Mexico se acercó al micrófono sosteniendo un vaso de agua completamente negra y putrefacta. Explicó que había obtenido el agua del grifo de su casa en Cancún, donde Suez controla el sistema de agua municipal. Entonces pidió al moderador que pasara el vaso de agua negra y maloliente al estrado e invitara al CEO de Suez a bebérselo.

El agua del primer mundo como objetivo

Las grandes compañías de agua están ahora cambiando su estrategia y concentrando sus operaciones e inversiones en mercados más seguros como Norte América y Europa. El 85% de los servicios de agua en Estados Unidos están todavía en manos públicas. Ese es un objetivo tentador para conglomerados como Suez, Vivendi y RWE. En los próximos 10 años, han puesto sus miras en controlar el 70% de los servicios de agua a lo largo de los Estados Unidos.

Se han posicionado a sí mismos para moverse de manera agresiva. Vivendi, Suez y RWE han adquirido las compañías líderes de agua en Estados Unidos: U.S. Filter, United Water, y American Water Works respectivamente. Esas compañías de agua han abastecido extensamente a pueblos y comunidades pequeñas, pero bajo el tutelaje de los gigantes globales se han convertido en los motores para la privatización en los Estados Unidos.

Cuando un conglomerado internacional se hace cargo de un sistema de agua municipal, parece que sea un problema local, pero estas mismas corporaciones tienen como objetivo comunidades de todo el mundo, por lo que debemos construir alianzas y conexiones, aprender de los demás y empezar a construir un ataque frontal.

En el Instituto Polaris, proponemos una estrategia de tres puntos. Primero, desarrollar una red de "alerta de agua" para saber dónde están operando estas compañías y dónde van a ir después, cómo se van a mover y cómo podemos adelantarnos.

Segundo, necesitamos unos equipos de acción que reúnan a los ciudadanos para crear una coalición de "alerta de agua" y desarrollar campañas para proteger su suministro y los servicios contra estas multinacionales.

Tercero, necesitamos ofrecer alternativas. No basta con decir que queremos defender el sistema público de agua contra la adquisición privada. Existen problemas con el sistema público de agua y debemos encontrar nuevas vías para revitalizarlo en nuestras propias comunidades por medio de la participación ciudadana. El compromiso ciudadano puede actuar como guardián de sus sistemas locales.

Nuestras acciones locales deben acatarse a tres principios globales. Uno es el ahorro, no nos podemos tomar a broma la falta de agua porque aunque en un sitio pueda ser abundante en otros hay escasez. El ahorro de agua debe ser una prioridad.

El segundo principio es que el agua es un derecho fundamental. La gente necesita el agua para vivir y debe proveerse de igual manera a todo el mundo y no en base a su capacidad para pagarla.

El tercer principio es democracia para el agua. No podemos dejar la gestión de nuestro más preciado recurso en manos de los burócratas del gobierno o de las corporaciones privadas, tengan o no buenas intenciones. Nosotros, el pueblo, debemos mantener esta confianza, debemos luchar por ello y debemos ejercer el papel que nos corresponde y demandar democracia para el agua.

Maude Balow, presidente nacional de "Council of Canadians" y Tony Clarke, director del Instituto Polaris, son co-autores de "Oro Azul: El robo del agua mundial por las corporaciones". Este artículo es una adaptación de una presentación hecha por los autores en la conferencia "Water for life" celebrada en Nueva York en septiembre de 2003 y co-patrocinada por la revista "Resurgence" y el Instituto Omega.

Ver todos artículos por Tony Clarke y Maude Barlow