Un Compromiso con la Cooperación Internacional

Rodrigo Rato, 08/05/2005

FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

(Texto publicado el 1 de febrero de 2005)

Tras el desastre provocado por el maremoto en Asia meridional, el mundo ha presenciado un verdadero derrame de asistencia humanitaria. En una demostración extraordinaria de cooperación internacional se han unido gobiernos, organismos internacionales, grupos de voluntarios y particulares a fin de ofrecer a los damnificados los medios para volver a valerse por sí mismos y comenzar a reconstruir sus vidas. Pero esto también pone de relieve el desafío de mayor magnitud que enfrenta la comunidad internacional con posterioridad al maremoto: ¿podemos mantener nuestro compromiso con un importante temario de trabajo basado en la cooperación internacional?

El espíritu de cooperación realmente representa lo mejor de nuestra comunidad globalizada. Demuestra que la unión hace la fuerza cuando las naciones del mundo actúan ante la adversidad y se proponen alcanzar metas comunes. Este compromiso se ha puesto de manifiesto en muchas crisis pasadas y destaca la labor de las instituciones de Bretton Woods: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. De hecho, la fundación de ambas instituciones en los años cuarenta fue resultado directo de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial, en que las profundas escisiones de la comunidad internacional dieron lugar a catástrofes provocadas por el hombre.

La cooperación debe ser el soporte principal de la economía mundial en una era en que fluyen enormes sumas de dinero a través de las fronteras nacionales en un instante, y que encierran el potencial de la prosperidad y a la vez de la inestabilidad. En un mundo donde la riqueza extrema coexiste con la más profunda pobreza, la verdadera esperanza para ampliar los beneficios de la globalización debe proceder de la labor mancomunada de las naciones.

Es menester mantener la labor iniciada a mediados del decenio de 1990 para confrontar los peligros de las crisis económica y financiera, pero al mismo tiempo es esencial que los países donantes sigan atendiendo las necesidades de las naciones en desarrollo que padecen los estragos cotidianos causados por la pobreza, el hambre y la enfermedad. En la evolución del FMI en los últimos 60 años, la comunidad internacional le ha instado a que intervenga en ambos ámbitos cruciales.

La transformación de la escala y la índole de los flujos de capital han exigido que el FMI centre su atención en la esfera de la prevención de crisis, lo que ha requerido nuevas reflexiones sobre la manera de resolverlas cuando se presentan. Se han recogido enseñanzas de las crisis de los mercados emergentes de los años noventa, y se han puesto en práctica muchas reformas que han fortalecido las defensas de la comunidad internacional. Todavía queda bastante por hacer, pero nos ha favorecido la actual pujanza de la economía mundial, y, pese al reciente alza de los precios del petróleo, aún es posible que se registre un vigoroso crecimiento y una baja inflación en 2005.

Esta perspectiva global relativamente benigna constituye una excelente oportunidad para seguir progresando en la corrección de los desequilibrios mundiales y en el fortalecimiento de las bases para un crecimiento más equilibrado y sostenible. Para ello es necesario que Estados Unidos realice esfuerzos activos para reducir su déficit fiscal y externo, y que la Unión Europea y Japón promuevan un crecimiento más vigoroso mediante reformas estructurales. En los países de ingreso medio se requieren esfuerzos continuos para intensificar el progreso logrado en la reducción de vulnerabilidades y sentar las bases para el crecimiento sostenido del producto, la generación de empleos y la reducción de la pobreza. Y en los países de bajo ingreso, todos nosotros —la comunidad internacional y los países mismos— debemos trabajar en pro de un avance más rápido para poner en práctica políticas económicas que redunden en el crecimiento y en la reducción de la pobreza.

El FMI desempeña un papel protagónico en esta labor. Tiene que velar por que el asesoramiento que brinda se centre en el análisis franco de las políticas cambiarias y en especial en las vulnerabilidades del sector financiero, así como en la sostenibilidad fiscal y de la balanza de pagos. Estamos supervisando activamente la evolución de los mercados de capitales y seguiremos afinando nuestros instrumentos para evaluar los factores de vulnerabilidad, entre otras acciones mediante la evaluación cada vez más sistemática de la sostenibilidad de la deuda y centrando más la atención en los balances nacionales y en la gestión adecuada de la deuda. Además, en colaboración con el Banco Mundial y otros organismos internacionales, estamos emprendiendo evaluaciones más rigurosas de la salud de los sistemas financieros.

Los países de bajo ingreso constituyen un reto constante para la comunidad internacional. Más de mil millones de personas viven con menos de un dólar por día y cientos de millones padecen paludismo, infección por el VIH/SIDA y otras enfermedades. La comunidad internacional se ha comprometido a ayudar a los países más pobres a hacer verdaderos avances en la lucha contra la pobreza en este decenio a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. En la conferencia de Monterrey de 2002 se acordó una manera de alcanzar la meta: los países ricos brindarían ayuda y oportunidades de comercio exterior; las instituciones multilaterales ofrecerían asesoramiento en materia de políticas, asistencia técnica y financiamiento, y los países pobres se comprometerían a su vez a mejorar su gestión de gobierno y a centrarse en programas más eficientes de reducción de la pobreza. Es hora de que los países ricos cumplan sus compromisos en lo que se refiere a la ayuda y al comercio exterior.

La comunidad mundial ha demostrado su enorme capacidad humanitaria tras la devastación causada por el maremoto. Es hora de que también abramos nuestros corazones y nuestras carteras a quienes padecen las vicisitudes de la vida cotidiana en muchos otros países. La cooperación internacional es el único camino para que la globalización sea en beneficio de todos.

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Rodrigo de Rato es el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional

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