La música en el mundo de la globalización neoliberal

Rafael Lam, 03/03/2005

Rafael Lim/CubaArte

Baste una ojeada a las disqueras de las transnacionales de la industria del sistema de estrellas musicales para constatar que el dominio se encuentra en manos de unas cinco disqueras poderosas, con intereses puramente comerciales. Eso es lo que llamamos ahora la estandarización, la universalización, la Word music.

Los oyentes de medio mundo están bajo los dominios de esos poderosos medios que invaden el planeta de lado a lado. Recuerdo que el escritor y musicólogo Alejo Carpentier me decía que nosotros los caribeños conocemos menos de nuestras músicas vecinas que de la lejana Europa a unos 5 000 kilómetros. Las músicas caribeñas podemos escucharlas de una isla a la otra, si hacemos silencio. Sin embargo, no existe una alianza conveniente.

Ciertamente los primeros que tenemos que defender nuestras culturas somos nosotros mismos, y ese debe ser el objetivo de estos congresos, el de ponernos de acuerdo con decisiones concretas.

La música caribeña y latinoamericana en general alimenta a muchas de las músicas que difunden a los grandes medios disqueros. Esas disqueras monopolizan todo, desde la compra de composiciones musicales, hasta el saqueo de ideas, de obras, de cantantes y músicos.

Latinoamérica debe unirse a través de las posibilidades actuales de la tecnología, de las autopistas de la información. Ese es el modo de aprovechar las bondades de la ciencia y le técnica que pertenecen a todos.

Huelga decir el poder musical de América Latina, el yacimiento sonoro es de más de 200 ritmos, contados por mí. Solamente en Cuba hay más de 25 de enorme difusión, que han querido ser silenciados por el bloqueo que ejerce el gobierno de Estados Unidos por medio de los circuitos comerciales del disco, la radio, la TV y el video.

En la década de 1950 la música cubana se escuchaba en los EU. y en toda América, ahí están las grabaciones de archivo. Cuando ahora usted visita Nueva York y escucha sus emisoras no encuentra la música cubana por ningún lugar, como si la tierra se la hubiera tragado. Ni siquiera en la ciudad de Miami, donde viven más de un millón de cubanos. Una negación estéril y también inútil, porque a la larga la música cubana por su extraordinaria calidad se impone. Pero también en Miami unos pocos imperios dominan la música y algunos de esos imperios, paradójicamente son cubanos.

En el mundo comienzan a verse alternativas, una de ellas es el Internet, con sólo apretar un botón ya usted se conecta con la música cubana y con cualquiera de Latinoamérica. Y la gente anda buscando nuevas músicas que revitalicen el agotado sonido electrónico contemporáneo. La música acústica toma nuevos oyentes, una ola de interesados quieren escuchar músicas “primitivas”, más naturales, vale decir originales. En Francia existe en "underAsia", por ejemplo. Y el fenómeno del Buena Vista Social Club demuestra que se puede romper ciertos muros de contención. Así vimos también en la década de l990 el boom de la salsa cubana que colocó a grupos de la orquesta salsera en clubes y teatros de Nueva York y hasta en Miami Los Van Van llegaron a tocar en el teatro Arena.

El idioma en primer lugar y la música popular han servido como elementos básicos para desarrollar y defender nuestras identidades como pueblos. La América Latina y el Caribe tienen ritmos y variantes que han conquistado al mundo durante más de un siglo: tango, samba, merengue, calypso, mambo, cha cha cha,mariachis y danzas mexicanas, porro, bomba, bambuco, reggae, pasillo y cientos de ritmos.

Observe usted cuando escucha los discos actuales cuántos tienen esa riqueza rítmica. Cuánto desperdicio de músicas que nacieron en las raíces de los millones de hombres que vinieron emigrantes de otros continentes tan lejanos y que en nuestro continente se cocinaron y se crearon.

En suma, los latinoamericanos y los caribeños, debemos buscar fórmulas concretas para hacer festivales donde esas músicas estén presentes, donde esos artistas se hermanen. Recuerdo el Festival Internacional de Varadero que era una especie de “Torre de Babel” de la música internacional. Hay que ponerle atención a los festivales del Caribe que se efectúan en Santiago de Cuba y que debiéramos difundir más en nuestras televisoras de Cuba y del continente entero.

Necesitamos un canal de comunicación, y todas las vías para que conozcamos más lo que tenemos y cuidemos más lo que es nuestro. Lo mio primero, dice un lema cubano

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