Lamy advierte contra el proteccionismo en medio de la crisis financiera
Organización Mundial del Comercio, 30/09/2008ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO (OMC)
El Director General Pascal Lamy, en su discurso inaugural ante el Foro Público de la OMC, pronunciado el 24 de septiembre de 2008, dijo que una importante lección de la Gran Depresión “es que el proteccionismo y el aislacionismo económico no funcionan”. Al tiempo que subrayó la importancia de la Ronda de Doha para la economía mundial, pidió ayuda a la sociedad civil para poner “punto final” a los temas de negociación, tales como la agricultura y las cuestiones ambientales. El Director General dijo lo siguiente:
Señoras y señores:
Bienvenidos a la OMC.
Este año la OMC abre sus puertas al público en un momento en que los titulares de los diarios anuncian una posible Gran Depresión “Nº 2”. Sin embargo, los dirigentes políticos de los Estados Unidos, que han visto la semana pasada las señales de alarma de varias enormes instituciones financieras, al igual que los dirigentes de todo el mundo, están tratando desesperadamente de evitar la serie de errores desafortunados que acentuaron la crisis financiera de los años 30.
Todos afirman que se han aprendido las lecciones de la Gran Depresión y que se evitarán muchos de los errores de política asociados con ella. Pero una lección importante de la Gran Depresión, que no debemos olvidar, es que el “proteccionismo” y el aislamiento económico no dan buenos resultados. Son políticas del pasado que no tienen lugar en nuestro futuro.
Por muy tentador que parezca en momentos de crisis asegurar a nuestros productores que les aislaremos de la competencia cerrando nuestras fronteras a los bienes y servicios importados, esto es algo que es preciso evitar. De hecho, lo único que se consiguió con la tristemente célebre Ley arancelaria Smoot Hawley de los años 30, que aumentó los aranceles de los Estados Unidos sobre 20.000 artículos importados a niveles sin precedentes, fue una guerra comercial entre las naciones. Como resultado de ellos resultaron empobrecidos todos y cada uno, y se demostró que el proteccionismo y las políticas que perjudican a los demás no conducen a ninguna parte.
En una crisis financiera y en momentos de malestar económico, y en particular en un momento en que los precios de los alimentos aumentan aceleradamente, lo que necesitan desesperadamente los consumidores empobrecidos es que su poder adquisitivo mejore, y no que se reduzca. Lo que se necesita en tiempos de crisis es asegurar que los consumidores compren más por menos dinero. La tentación de cerrar nuestras fronteras lleva exactamente a lo contrario. No hay duda por tanto de que este huracán que ha asolado nuestros mercados financieros no debe disuadir a la comunidad internacional de sus esfuerzos por lograr una mayor integración económica y una mayor apertura. Sin embargo, para que sea a la vez sostenible y justa, esta integración debe estar basada en normas, y las normas deben actualizarse regularmente.
El Foro Público de este año se titula muy oportunamente “Con el comercio hacia el futuro” y ese título nos lleva a la pregunta siguiente: ¿Qué tipo de régimen internacional de comercio legaremos a las futuras generaciones? ¿Queremos un sistema multilateral de comercio fortalecido, basado en normas y reglamentaciones, a la vez que un mecanismo de solución de diferencias entre los Miembros efectivo, o queremos un cúmulo de acuerdos de libre comercio? Los que están a favor de los acuerdos de libre comercio destacan la ineficiencia del proceso multilateral. Aducen que el sistema multilateral de comercio en el que una ronda de negociaciones, en este caso el Programa de Doha para el Desarrollo, lleva siete años, sin que se llegue a un final, es un sistema que no funciona.
Yo les digo: ¿Cuánto tiempo lleva negociar un acuerdo de libre comercio? Muchas veces la respuesta es el mismo número de años, pero con un resultado limitado a sólo dos o a muy pocos participantes y a un conjunto limitado de tópicos. No hay duda entonces de que es preciso dar más crédito a un esfuerzo internacional encaminado a actualizar las normas de la Organización Mundial del Comercio, un esfuerzo mediante el cual se abarcaría a los 153 Miembros.
A los escépticos del proceso multilateral les diría también: ¿Y cuál es el acuerdo de libre comercio que ha logrado una reducción de las subvenciones? ¿No es acaso la reducción de las subvenciones que distorsionan el comercio esencial para igualar el terreno en las relaciones comerciales internacionales? Aunque el punto fuerte de los acuerdos de libre comercio sea la reducción de los aranceles, es evidente que esos acuerdos no son eficaces en el ámbito de la reducción de las subvenciones. Por muy imperfecto que sea actualmente el sistema de la OMC, no veo sinceramente que haya otras opciones.
A quienes dudan de la importancia de la reducción de las subvenciones para los pobres del mundo, les diría que se han planteado en la OMC muchas diferencias sobre subvenciones, entre ellas el asunto del algodón contra los Estados Unidos y la diferencia sobre el azúcar contra la Comunidad Europea. Son esas subvenciones las que han impulsado al mundo en desarrollo a poner las negociaciones sobre la agricultura en primer plano en el Programa de Doha para el Desarrollo. De esta manera, el mundo en desarrollo ha pedido a las naciones desarrolladas que apliquen en la práctica lo que dicen sobre la apertura del comercio. En esto reside la importancia de la OMC como plataforma para las negociaciones. Me apresuro a decir que se trata de una plataforma en que los Miembros con sólo unos pocos millones de habitantes pueden plantear diferencias contra continentes enteros, y ganarlas.
Ahora bien, si el sistema multilateral de comercio es tan útil para todos, ¿cómo podemos impulsarlo hacia el futuro? Mi respuesta es que la OMC sólo podrá tener éxito en el futuro si logramos asegurar que tenga éxito ahora, en el presente. Es necesario finalizar el Programa de Doha para el Desarrollo a satisfacción de todos los participantes para que sea posible llevar adelante una OMC fortalecida. En pocas palabras, “en primer lugar las prioridades”.
Lo que el mundo tiene ahora ante sí en la Ronda de Doha de negociaciones comerciales es un paquete que incluye: la reducción de las subvenciones a la agricultura injustas; la reducción de los obstáculos arancelarios sobre los productos industriales y agrícolas; la reducción de los obstáculos al comercio en servicios críticos como la banca, la energía y el medio ambiente; y más allá de todo esto, una infinidad de nuevas normas comerciales en áreas como la facilitación del comercio, las medidas antidumping o las subvenciones a la pesca, para nombrar sólo algunas. Todo esto es necesario para poner el sistema de comercio en consonancia con las nuevas realidades del mercado.
Pero hay además un objetivo de política fundamental. En la Ronda de Doha se trata de renovar el “affectio societatis”, los votos del contrato original de la OMC. Sus dos principios fundamentales son: que las contribuciones a un comercio más libre deben hacerse sobre la base del nivel de desarrollo de los Miembros y, en segundo lugar, que los Miembros deben estar obligados por un conjunto de obligaciones internacionales.
Pese al revés que sufrieron las negociaciones de Doha en julio, las conversaciones se han reanudado una vez más con el objetivo de lograr un acuerdo sobre los parámetros para la reducción de los aranceles y las subvenciones antes de fin de año (en nuestra jerga, las “modalidades”). No hay duda de que es preciso cruzar este jalón importante antes de considerar una ampliación del programa de la OMC o una modificación de las prácticas de adopción de decisiones.
Hay actualmente tres limitaciones principales a que hacemos frente en nuestro trabajo: la primera es el enfoque de acumulación progresiva, en el que los Miembros deben en todos los casos tomar la iniciativa de presentar propuestas de negociación y de soluciones de transición; la segunda es el concepto de un “todo único”, que implica que en una ronda de negociaciones con 20 puntos diferentes, no se llega a un acuerdo sobre ninguno hasta que se llegue a un acuerdo sobre todos; y la tercera es la adopción de decisiones por consenso, que se acerca bastante a la unanimidad.
No hay duda de que estos tres factores combinados han ralentizado el proceso de negociación, pero ellos son también esenciales para asegurar la legitimidad y el equilibrio en los resultados de las negociaciones. Estoy firmemente convencido de que estos factores deben tenerse presentes en la Ronda de Doha. No creo personalmente que sea el momento de iniciar negociaciones paralelas sobre la forma de negociar. Esto debe quedar para más tarde.
La Ronda de Doha brinda una oportunidad importante para que la sociedad civil haga escuchar su voz. Varios de los tópicos incluidos en el programa de negociación son tópicos por los que la sociedad civil ha luchado dura y largamente; por ejemplo, la reducción de las subvenciones a la agricultura de los países ricos del mundo; la reducción de las subvenciones a la pesca que perjudican el medio ambiente; la apertura del comercio en bienes y servicios ambientales; y el logro de una mayor compatibilidad entre las normas de la OMC y los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente. Ahora que estos tópicos están decididamente incluidos en el programa, la sociedad civil debe seguir trabajando con la OMC. Señoras y señores, ustedes pueden y deben ayudarme a realizar este trabajo y a lograr una conclusión positiva en todos y cada uno de estos tópicos.
Algunos de ellos, si se encaran con éxito, pueden ya contribuir en gran medida a hacer frente a problemas como la crisis de los precios de los alimentos y el cambio climático. La reducción de los aranceles y las subvenciones a la agricultura permitiría que una mayor parte de la producción agrícola pasara al mundo en desarrollo; permitiría que la oferta se ajustara mejor a la demanda; y reduciría las causas estructurales de las crisis alimentarias. De la misma manera, la apertura del comercio en bienes y servicios ambientales, en particular de las tecnologías inocuas para el medio ambiente, puede hacer que el equipo esencial para la prevención y la reducción de la contaminación resulte más accesible para los países que lo necesitan, y que se haga frente así a la crisis climática.
En nuestro Foro Público del año pasado cité algunos de los éxitos que ha tenido la sociedad civil en su influencia sobre la OMC, especialmente en el área de los ADPIC y del acceso a los medicamentos. Ayer mismo se hizo el primer despacho de medicamentos genéricos contra el SIDA del Canadá a Rwanda con arreglo a las disposiciones resultantes del mandato de Doha. Pido hoy a la sociedad civil que siga promoviendo sus ideas y sus soluciones. Sólo con su participación activa podrá llegar a ser la OMC el tipo de institución que desean ustedes para el futuro.
Este Foro, organizado con el enfoque habitual de acumulación progresiva, es de ustedes. Ustedes han elaborado el programa y organizado las numerosas sesiones que se realizarán hoy y mañana. Nosotros sólo les hemos dado nuestras instalaciones. Pero lo más importante que les damos en estos días es, a mi juicio, nuestra atención. Para los Miembros de la OMC y para los funcionarios de la Secretaría, este es un momento dedicado a la atención y el aprendizaje. Quiero terminar así dándoles las gracias por hacer posible el Foro de este año.
Noticia original:
http://www.wto.org/spanish/news_s/sppl_s/sppl101_s.htm