Lamy hace un llamamiento para que las negociaciones arranquen a toda velocidad

Organización Mundial del Comercio, 14/03/2007

ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO (OMC)

En un discurso pronunciado el 12 de marzo de 2007 en el marco de un seminario internacional celebrado en Nueva Delhi, el Director General Pascal Lamy dijo que “el tiempo no corre a nuestro favor...,por lo tanto, el proceso multilateral de negociaciones debe arrancar a toda velocidad”. El Director General destacó el potencial de desarrollo de la Ronda de Doha en el ámbito de la agricultura, los productos industriales, los servicios y otras esferas de las negociaciones. El Director General dijo lo siguiente:

“Salvar Doha y contribuir al desarrollo”
Seminario Internacional, Nueva Delhi (21/03/07)

Señoras y señores:

Es para mí un placer estar hoy reunido con todos ustedes para intercambiar opiniones sobre cómo salvar la Ronda de Doha y contribuir al desarrollo. Como muchos de ustedes saben, la ruta de la Ronda de Doha no ha sido fácil ni ha estado exenta de obstáculos. En Doha, disfrutamos de momentos de gozo, cuando se puso en marcha la Ronda; en 2003 en Cancún (México) experimentamos momentos difíciles, cuando muchos temieron que el sistema multilateral de comercio hubiera perdido el sentido de la orientación. En julio de 2004, después de muchas noches en vela, los Miembros llegaron a un acuerdo sobre el Marco de Julio y al año siguiente, en Hong Kong, un rayo de esperanza apareció de nuevo ante nosotros. En el pasado mes de julio, tuvimos que enfrentarnos a la "suspensión" y una vez más las negociaciones se vinieron abajo. Afortunadamente, los Miembros no han perdido todavía la confianza y ahora volvemos a encontraros en plena negociación.

¿Qué hemos aprendido de los últimos cinco años, de los altibajos, de esos momentos felices y esas horas amargas? En primer lugar, he de constatar que ha habido siempre una fuerza subyacente que nos ha ayudado a salir de las situaciones más difíciles y nos ha dado esperanza en momentos de desaliento. Se trata de nuestra convicción de que una OMC fuerte responde al deseo generalizado de actuar en un sistema multilateral de comercio más equitativo y más abierto que proporcione una base estable a nuestras economías cada vez más relacionadas entre sí. Se trata del reconocimiento de que este sistema ha contribuido de manera significativa al crecimiento económico, al desarrollo y al empleo en los últimos 50 años. Se trata de la convicción de que el comercio internacional puede desempeñar un importante papel en el crecimiento y la mitigación de la pobreza y que todos nuestros pueblos pueden beneficiarse del aumento de las oportunidades y los avances del bienestar que genera el sistema multilateral de comercio. Estoy seguro de que para un país como la India, que fue uno de los fundadores del GATT, predecesor de la OMC, esta convicción sigue estando presente.

En segundo lugar, es importante observar que el proceso de negociación ha avanzado, poco a poco, capa a capa, hasta llegar a su fase actual, en que los negociadores han demostrado comprender las preocupaciones de los demás, en que los negociadores no sólo han pensado en sus propios intereses nacionales, sino que también han tenido en cuenta los valores y beneficios del sistema y han aunado sus esfuerzos para encontrar soluciones de transacción, en que todos los países han expresado su disposición a contribuir, siendo la contribución de los países más ricos mayor que la de los países más pobres. Fuimos testigos de este espíritu de cooperación en las fases finales de la Conferencia Ministerial de Doha, en Ginebra en 2004 y en Hong Kong en 2005. Espero que esto suceda de nuevo en los próximos meses, para despejar el camino hacia la conclusión de la Ronda.

Situación actual y alcance de la convergencia

Las negociaciones se han reanudado plenamente en febrero en todos los grupos de negociación. Los Miembros están trabajando también de manera bilateral, estableciendo contactos y comprobado el efecto que tendrían las posibles cifras objeto de transacción en los productos de exportación que más les interesan y en los productos de importación más sensibles para ellos. Hay también un compromiso y un apoyo renovados al más alto nivel político. La semana pasada, los Estados Unidos, las CE, el Brasil y la India mantuvieron conversaciones bilaterales en Londres y Ginebra a nivel ministerial. Me reuní por separado con los cuatro ministros y fui informado de que se habían realizado algunos avances en la verificación de hipótesis, enfoques y fórmulas. Aunque ello puede contribuir al progreso, éste se está produciendo a un ritmo demasiado lento. El tiempo no corre a nuestro favor y muchos Miembros de la OMC se están impacientando. El proceso multilateral de negociaciones debe arrancar, por lo tanto, a plena velocidad, y los Presidentes de los diversos grupos de negociación deben ocupar un lugar central. Es necesario que aceleremos el proceso para aprovechar las oportunidades que se nos ofrecen antes de final de junio, cuando expiran las facultades de promoción del comercio de los Estados Unidos.

Las oportunidades para el desarrollo en la Ronda de Doha

Permítanme que me ocupe ahora del tema central de este Seminario, que es el desarrollo. La decisión de dar a la Ronda de Doha el nombre de Ronda para el Desarrollo, adoptada por los Miembros de la OMC en 2001, fue un reconocimiento de que, en las normas y disciplinas del actual sistema de comercio multilateral, persisten desequilibrios que redundan en perjuicio de los países en desarrollo, y que deben ser corregidos. El objetivo es, pues, mejorar las disciplinas multilaterales y los compromisos asumidos por todos los Miembros de la OMC de manera que establezcan unas condiciones de mayor igualdad y sitúen a los países en desarrollo en una posición mejor para poder sacar provecho de la apertura del comercio.

Por lo que respecta a los aranceles industriales, gracias a la fórmula de reducción de esta Ronda podemos abordar, por primera vez, las crestas arancelarias, los aranceles elevados y la progresividad arancelaria que subsisten en los países desarrollados. Los derechos de importación más altos se aplican con frecuencia a productos en los que, como por casualidad, los países en desarrollo tienen una ventaja comparativa.

Por ejemplo, en 2005 el promedio de los tipos aplicados por la Unión Europea a los productos industriales se situó en torno al 4 por ciento, pero el derecho aplicado a las camisetas para hombre fue del 32 por ciento. En ese mismo año, el promedio de los aranceles industriales aplicados por los Estados Unidos fue del 3,9 por ciento, pero el arancel aplicado a ciertos tipos de calzado deportivo llegó hasta el 48 por ciento. ¿Cuál podría ser el resultado de estas diferencias de aranceles? Permítanme que les ofrezca un ejemplo concreto. En enero de 1996, los Estados Unidos importaron mercancías de Francia por un valor de 3.000 millones de dólares, y percibieron unos 30 millones de dólares en concepto de derechos de importación. En ese mismo mes, los Estados Unidos importaron únicamente 200 millones de dólares de mercancías de Camboya, es decir, menos del 10 por ciento de las importaciones de los Estados Unidos procedentes de Francia, pero la cuantía de los derechos de importación pagados fue la misma: ¡30 millones de dólares! El problema estriba en el tipo de mercancías que exporta cada país. En la actualidad, si un país exporta productos con bajo valor añadido, como los textiles, las prendas de vestir y el calzado, que suelen ser producidos por países pobres, paga derechos elevados. Esta situación debe cambiar, y esta Ronda puede hacer que cambie.
En la esfera de la agricultura, para reequilibrar el sistema multilateral de comercio en favor de los países en desarrollo, hemos acordado ya que esta Ronda debe lograr "recortes efectivos" de las subvenciones a la agricultura de los países desarrollados que distorsionan el comercio, así como la eliminación del tipo de subvenciones que más daño causan, las subvenciones a la exportación, antes de 2013, y la desaparición de una parte sustancial de ellas antes de 2010. También ha de lograr una mejora del acceso a los mercados, inclusive en el comercio Sur-Sur, mediante la reducción de los aranceles y la supresión de las restricciones cuantitativas, especialmente las que afectan a productos respecto de los cuales los países en desarrollo tienen una ventaja comparativa. Al mismo tiempo, los Miembros de la OMC han reconocido el derecho de los países en desarrollo a proteger cierto número de productos especiales, basándose en criterios relativos a las necesidades de seguridad alimentaria, seguridad de los medios de subsistencia y desarrollo rural, y a utilizar un mecanismo de salvaguardia especial para protegerse contra los aumentos súbitos de las importaciones. Todo esto ha sido acordado. La cuestión ahora es su monto.

Por lo que respecta al algodón, los países ricos han acordado ya eliminar todas las subvenciones a la exportación en 2006; han acordado también efectuar una reducción de las subvenciones internas que distorsionan el comercio más pronunciada y rápida para el algodón que para el resto de los productos agrícolas.

En cuanto a los países más pobres, hay también acuerdo en facilitar el acceso libre de derechos y de contingentes al 97 por ciento de todos los productos de los PMA de modo permanente, con miras a hacer extensivo este trato, más adelante, al 100 por ciento de estos productos.

Hay también acuerdo en abrir los mercados de servicios, esfera que reviste una importancia cada vez mayor para muchos países en desarrollo y que tiene un enorme potencial de crecimiento, como lo atestigua la propia India. Hay acuerdo en reducir las subvenciones a la pesca que contribuyen al agotamiento de los recursos de nuestros océanos, en facilitar las formalidades aduaneras, en introducir mayor transparencia en los procedimientos antidumping y en fomentar el comercio de bienes y servicios no perjudiciales para el medio ambiente.

Permítanme por último que mencione las nuevas disposiciones sobre el acceso a los medicamentos, ya acordadas, que permiten la concesión de licencias obligatorias en el caso de países pobres que carecen de instalaciones de fabricación, lo que puede representar una diferencia importante cuando se trata de salvar vidas o asegurar que un mayor número de personas tenga acceso al tratamiento médico mínimo.
Todas éstas son esferas en las que un país como la India, que se está integrando de manera progresiva y constante en la economía mundial, puede obtener beneficios de esta Ronda.

Las nuevas oportunidades comerciales no se traducirán automáticamente en crecimiento del comercio y desarrollo

Como ven ustedes, hay signos de que los logros de esta Ronda para los países en desarrollo son mucho mayores que los conseguidos en la Ronda Uruguay, aunque todavía no sean suficientes para darla por concluida. Pero ¿son suficientes el acceso a los mercados y las nuevas disciplinas para promover el desarrollo y aumentar el nivel de éste en los países más pobres del mundo?

La respuesta es no. La apertura del comercio y la mejora de las disciplinas desempeñan un papel decisivo en el crecimiento y el desarrollo, pero no son una panacea para todos los retos de este último. El desarrollo debe integrarse en un contexto económico, social y político favorable y en un marco coherente y multifacético de política general. La apertura del comercio y la mejora de las disciplinas son una condición necesaria, pero no suficiente, para el desarrollo. Es preciso que los gobiernos aseguren el establecimiento de toda una serie de condiciones internas.

¿Cuáles son esas condiciones? En primer lugar, unas políticas macroeconómicas acertadas. Ésta es la base para el éxito de toda política comercial. En segundo lugar, unos mercados que funcionen razonablemente bien. Si las señales de precios no llegan a los mercados, de manera que éstos siguen siendo rígidos, inelásticos y con frecuencia monopolistas, es posible que los beneficios de la apertura del comercio se disipen o que otros se apropien de ellos, y en estas circunstancias la apertura del comercio puede incluso resultar nociva. En el peor de los casos, la apertura del comercio puede terminar por redundar en perjuicio de las actividades económicas ya existentes y del empleo, sin ofrecer nuevas y mejores oportunidades. En tercer lugar, debe haber la infraestructura necesaria, tanto física como de capital humano. En cuarto lugar, como de costumbre, un buen sistema de gobierno y unas instituciones fiables que funcionen adecuadamente.
La apertura del comercio sólo puede ser política y económicamente sostenible si va acompañada de políticas que aborden, al mismo tiempo, los problemas de capacidad –ya sea humana, burocrática o estructural– y el reto de la distribución de los beneficios generados por un comercio más libre.

Es aquí donde interviene la iniciativa de la Ayuda para el Comercio de la OMC. La Ayuda para el Comercio tiene por objeto facultar a los países en desarrollo para que se beneficien del comercio. Tiene por objeto ayudar al sector privado -empresarios, comerciantes, inversores- a aprovechar las oportunidades de exportación. Tiene por objeto consolidar los resultados ya conseguidos por las organizaciones de la sociedad civil de muchos países, entre ellos la India. Sobre todo, tiene por objeto fortalecer la cooperación y la coherencia internacionales, entre la OMC, el Banco Mundial, el FMI y las Naciones Unidas a nivel mundial, y entre los ministerios de comercio, hacienda y desarrollo a nivel nacional, porque la coherencia de las políticas debe comenzar por la base.

La Ayuda para el Comercio forma parte del desafío mucho más amplio que plantea la Ronda para el Desarrollo: asegurar que el comercio no sea sólo un fin en sí mismo, sino que sirva para aumentar el nivel de vida y reducir la pobreza. Es necesario velar por que la apertura de los mercados se traduzca en beneficios reales para la población, contribuyendo a crear las condiciones necesarias para ello.

Esta Ronda tiene posibilidades concretas de conseguir muchos logros para los países en desarrollo. ¿Hará pues honor a su nombre? ¿Habrá un debate sobre si se ha alcanzado o no el objetivo de promover el desarrollo? En realidad, sólo conoceremos la respuesta cuando la Ronda haya concluido, o incluso más tarde, cuando se apliquen sus resultados. En mi opinión, la cuestión principal que se plantea en esta Ronda de negociaciones comerciales no es de carácter shakespeariano, no es un dilema como el de Hamlet de "ser o no ser" una ronda para el desarrollo. La cuestión principal es, en efecto, si los resultados de esta Ronda se traducirán en un aumento del nivel de desarrollo de los países pobres.

Conclusión

Esta negociación tiene que ver con algo más que el comercio. Esta Ronda es algo más que una negociación, es también una prueba. Una prueba de la credibilidad de la OMC y de su capacidad para cumplir las promesas que ha hecho a los países en desarrollo. Una prueba de la voluntad de la comunidad mundial de plasmar sus declaraciones sobre cooperación y coherencia de las políticas a nivel internacional en resultados positivos. Y una prueba de si es o no posible construir un sistema de comercio verdaderamente "mundial", del que se beneficien todos los países.

Gracias.

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