Carta abierta a los periodistas que escriben sobre Palestina
Octavio Colis Aguirre, 20/01/2009Desde hace 60 años, desde mayo del 48 -que fue cuando Ben Gurión proclamó unilateralmente el Estado de Israel en territorio palestino-, el periodismo internacional ha sido extremadamente comprensivo con las aspiraciones del sionismo internacional y su inconmovible decisión de apoyar a los judíos que pretendían y pretenden quedarse para siempre, y por la fuerza, en y con la tierra y los recursos del pueblo palestino. Por contra, los palestinos y todas las organizaciones que les representan han tenido que realizar desde entonces un gran esfuerzo por denunciar la situación de extrema indefensión en la que se encuentran frente al Estado de Israel, que cuenta con el más sofisticado y poderoso sistema de publicitación y propaganda internacional de sus actividades (pasadas, presentes y futuras), presentándose siempre a ellos mismos entre la leyenda, la mítica y la mística teológicas, como en las películas hollywoodienses de gran formato. Una gente sin tierra para una tierra sin gente. Tan vacío pretendían ver el territorio palestino que los palestinos eran considerados merodeadores árabes.
Frente a ese gran aparato de propaganda guiado, justificado y manipulado a través de agencias de prensa, editoriales, compañías cinematográficas, fundaciones, universidades, museos, bibliotecas, y publicaciones periódicas, algunos diarios en los que publicáis han consentido que los intelectuales escriban sus opiniones en contra del sionismo y su manifiesta brutalidad en el Creciente Fértil. Todos los días, durante estos terribles de plomo fundido sobre las cabezas de los palestinos, podemos leer en casi todos los grandes periódicos occidentales reflexiones y certeros trabajos en los que se condena la actuación del ejército israelí, de la Knesset, del propio pueblo de Israel y del sionismo internacional. Incluso hay artículos firmados por judíos que no están de acuerdo o que se manifiestan francamente en desacuerdo con la situación y el estado de las cosas en Israel, en Palestina. Este tipo de artículos de opinión adornan, democratizan y justifican vuestro trabajo, el de los periodistas de información simple. Estas incursiones (cameos, invitados) en el estado de la cuestión son la coartada de los que os publican, de los que titulan vuestros trabajos informativos, de los que sirven claramente, clientes o patrones, a los intereses inconmovibles del sionismo. Esto que denuncio se puede rastrear en los titulares, fotografías de portada y pies de foto, en entresacados y subrayados. En la información simple y sencilla, que es la que hacéis vosotros, periodistas, corresponsales y redactores. ¿Cómo si no ibais a insistir tanto en llamar conflicto palestino-israelí a lo que lleva sucediendo allí desde hace tanto tiempo? Jack the ripper no tuvo nunca ningún conflicto con sus destripadas. Es en este tipo de insistencia en la confusión de la información sencilla en donde se puede encontrar la mano del patrón del patrón. En este tipo de calificaciones y denominaciones tan desacertadas y confusas de la realidad sencilla. Es incomprensible que sigáis insistiendo en calificar de "guerra" (desde el mismo año de la ocupación, 1948, desde la Nacqba o Desastre) algo que es claramente agresión genocida por parte de los israelíes y la consiguiente rebelión armada por parte de los palestinos contra la ocupación, la tortura y el asesinato constantes. ¿Es que hubo alguna vez guerra entre los asesinos hitlerianos del III Reich y los ghettos judíos? ¿Fueron terroristas los que ponían bombas en París durante la ocupación nazi?
¿Por qué en vuestras informaciones hacéis caso del programa sionista contra la toponomástica palestina? ¿Por qué escribís Jan-Yunis, en lugar de Khan Junis; Ramala en lugar de Rammallah, West Bank por Cisjordania, etc.? ¿Por qué Yasir, en vez de Yaseer; Bin Laden, en lugar de Ben Laden? ¿Por qué no escribir entonces Bin Gurión, o Binicarló, Binicasim, Binidorm? ¿Por qué se os cuelan tantas imprecisiones en los pies de foto? (¿es una cuestión simplemente de libro de estilo?) Esta información sencilla, simple, aparentemente informativa, sin opinión, es la que llega inmediatamente a la gente. No las reflexiones de Rozitcher sobre el judaísmo cristianizado; ni la tristeza de Juan Gelman; ni la provocación de Sasturain; ni los siempre fenomenales resúmenes de la situación palestina de Miguel Ángel Bastenier o los poemas de Goytisolo, entre tantos otros. Es en vuestra información diaria y puntual, a veces más aventurera que testimonial, en el caso de los corresponsales tipo Grahan Green, y siempre en casi todas ellas con un tufillo de fondo cristiano y conmiserativo, en donde confundís a los lectores y ofendéis a la verdad. La opinión de las estrellas que publican en los periódicos en los que trabajáis no deja de ser, y no se confunde nunca, opinión reflexionada, cuestionable siempre, desde luego. Pero no así vuestras informaciones que cree el ingenuo lector (aunque no inocente) son la verdad incontrovertible. Y no lo es.
Una de las pocas oportunidades que tiene el pueblo palestino es -a corto plazo, porque hablar de otros plazos es cruel- que se conozca la verdad de lo que allí sucede, la verdad completa, la verdad sencilla que está en manos de los periodistas sencillos, porque la indignación internacional (quiero decir occidental) sólo surgirá de vuestras informaciones porque son tomadas como la realidad misma. No por la que nos ilustra a los lectores de fondo a través de los artículos elaborados; a los lectores que, por otra parte, hace mucho tiempo que tomamos partido. No es cuestión de verdades absolutas o relativas (que son las que buscan desesperada y paradójicamente los escépticos), la verdad sencilla no es un arcano indescifrable.
No es que tenga muchas esperanzas en que cartas como esta os hagan ser más intolerantes con el programa por el cual, siendo imposible callar a los intelectuales y artistas (rojos, comunistas y amargados todos ellos, pero a los que hay que dar de comer para que los patrones se exhiban con ellos y demuestren así su vocación democrática), sea la información simple la que proteja a los sionistas de su intolerable pretensión, que no es otra que la de pasar por ser el pobre pueblo perseguido desde siempre. No habléis más de su derecho a la autoprotección. No permitáis que nos llamen acosadores antijudíos porque les exijamos que dejen de acosar a los que no lo son por el albur de las verdades reveladas y la asignación divina. No digáis "paz", donde no hay guerra; no deseéis la paz porque de ella no surgirá la justicia. No pidáis orden, sino leyes. Pero no apeléis nunca a las resoluciones de Naciones Unidas con respecto al respeto exigido al Estado de Israel para con el pueblo palestino, todas estas resoluciones han sido sistemáticamente incumplidas o conculcadas por el Estado de Israel desde el mismo día de su fundación. No pidáis que cese la violencia y que se sienten ambas partes a negociar, ¡qué más quiere el gato que reunirse con el ratón!
No seáis el espejo del ruido y la confusión que promueve el sionismo internacional. No digo que os vaya sólo en ello vuestra propia dignidad, sino la de los palestinos de los que tan confusamente informáis.
*Octavio Colis Aguirre (Logroño, 1948), pintor y escritor, ha sido colaborador de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) sobre proyectos de desarrollo en Palestina y consultor de la Unesco sobre el Estatuto de Jerusalén