La producción de biocombustibles destruye más selvas

Noticias 24 horas, 02/03/2007

"Son cultivos extensivos, muy destructivos. Se están destrozando la selvas de Indonesia a una velocidad enorme en todas partes: en Papúa, en Borneo, en las islas Célebes y en Sumatra", dice la veterinaria española Karmele Llano, que se dedica a proteger orangutanes en Borneo.

"Si los gobiernos del primer mundo siguen apoyando el comercio y el uso de los biocombustibles sin que se modifiquen las formas de producción de los aceites de palma, "pronto habrá que cambiarle el nombre al biodiesel"

Ana Cárdenes

Yakarta.- ¿Son buenos para el medioambiente o hacen más daño del que pretenden evitar? El anuncio del Gobierno de Indonesia de un ambicioso proyecto para aumentar la producción de biocombustibles ha resucitado el debate sobre sus beneficios.

Brasil, China, Hong Kong, Malasia, Japón, Corea del Sur... empresas de todo el mundo acuden a Indonesia con los ojos puestos en uno de los mercados de mayor crecimiento: el negocio de los aceites naturales y su conversión en biocombustibles, un producto cada vez más demandado por los países europeos "verdes", pero cuyo "ecologismo" ha sido puesto en entredicho.

El pasado enero, el Gobierno firmó acuerdos por valor de 12.400 millones de dólares (9.422 millones de euros) con varias compañías para convertir aceite de palma, yuca o azúcar de caña en biodiesel y bioetanol.

Yakarta se ha marcado como objetivo que el 17 por ciento de las necesidades energéticas del país se cubran con recursos naturales en el 2025, y los biocombustibles serán la pieza clave para cumplirlo.

Se calcula que en los próximos ocho años se plantarán en Indonesia entre cinco y seis millones de hectáreas de cosechas destinadas a la producción de biocombustibles, pero la tierra necesaria para estas plantaciones no sale de la nada porque, en la mayoría de ocasiones, para cosechar palma es necesario sacrificar árboles.

Es ahí donde empieza la paradoja de los biocombustibles: para generarlos muchas veces se modifica la naturaleza, sobre todo en los países donde la ecología queda subordinada a los intereses económicos.

"En los últimos 50 años ha desaparecido en Indonesia un área (de bosque tropical) equivalente a la de España y Portugal juntas", explicó a Efe Karmele Llano, una bilbaína fundadora de la organización no gubernamental (ONG) Proanimalia y que trabaja en la protección de los orangutanes en la isla de Borneo.

La deforestación se debe en parte a la tala ilegal de árboles, pero sobre todo a la que se realiza legalmente para las plantaciones de palma.

"Estos son cultivos extensivos, muy destructivos. Se están destrozando la selvas de Indonesia a una velocidad enorme en todas partes: en Papúa, en Borneo, en las islas Célebes y en Sumatra", dice Llano.

La forma más rápida de alisar el terreno a los biocombustibles es la quema de árboles y rastrojos, lo que provoca cada año en Indonesia incendios de hectáreas y hectáreas de selvas en los que perecen no sólo las plantas, sino también los animales.

Los fuegos intencionados acabaron el pasado verano con más de cinco millones de hectáreas de bosques de Borneo, uno de los principales motivos por los que, según Llano, en diez años no quedarán orangutanes.

"Yo he visto con mis propios ojos los fuegos en las selvas de Kalimatan (Borneo), una quema indiscriminada que provoca enormes daños no sólo a los bosques y los animales, sino también a millones de personas", indica Llano.

"La producción del biodiesel está produciendo estragos en la biodiversidad", sentencia la española empeñada en proteger a toda costa la supervivencia de los orangutanes.

Llano se reconoce "asustada" por las dimensiones que está alcanzando el problema y dice, con congoja, que "en España se promociona muchísimo el biocombustible, y en Holanda y otros países europeos su uso es obligatorio".

"La gente -prosigue- cree no sólo que es ecológico, sino que además comprándolo ayuda a los países del tercer mundo, pero la realidad es completamente al revés: la destrucción que está creando es irreparable y sólo genera pobreza".

No es la única que piensa así. Greenpeace Indonesia y el Foro Indonesio del Medioambiente también critican los cultivos de palma y, recientemente, las ONG holandesas Wetlands International y Delf Hydraulics denunciaron que los combustibles procedentes de aceites vegetales son a menudo más contaminantes que los de origen fósil.

"El biodiesel se promociona como alternativa ecológica, pero su objetivo en realidad no es preservar la atmósfera del efecto invernadero, sino paliar la escasez de combustibles fósiles", explica la veterinaria española.

"Los biocombustibles no son más que petróleo mezclado con aceites naturales: una forma de alargar la vida del petróleo y, por eso, son precisamente las compañías petroleras las que están invirtiendo en esta industria", añade Llano.

Para ella, si los gobiernos del primer mundo siguen apoyando el comercio y el uso de los biocombustibles sin que se modifiquen las formas de producción de los aceites de palma, "pronto habrá que cambiarle el nombre al biodiesel".

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