Existe una Alternativa
Michael Albert, 22/08/2007Por Michael Albert/Znet en español (22/08/07)
En el capitalismo son los propietarios, junto con aproximadamente un quinto de la población en puestos de poder, quienes deciden lo que se produce, con qué medios, y cómo se distribuye. Casi cuatro quintos de la población restante realizan en su mayoría trabajos no cualificados, padecen salarios inferiores, obedecen órdenes y soportan el aburrimiento. Como dijo John Lennon, "Tan pronto como naces te hacen sentir pequeño, robándote tu tiempo en lugar de dártelo todo."
El capitalismo destruye la solidaridad, homogeniza la variedad, fulmina la igualdad, e impone una severa jerarquía. En lo alto se concentran el poder y las oportunidades; en lo más bajo se encuentran dolor y restricciones. Efectivamente, el capitalismo impone sobre los trabajadores un grado de disciplina superior al que cualquier dictador soñaría imponer por medios políticos. Algo inaudito como que ciudadanos adultos necesiten pedir permiso para ir al baño, es hoy una práctica común para trabajadores de muchas empresas.
Los males del capitalismo no se deben a personas antisociales. Más bien son las instituciones capitalistas las que imponen un comportamiento horrible incluso a los ciudadanos más cívicos. En el capitalismo, como decía un famoso entrenador de béisbol, "los chicos buenos llegan los últimos"; más mordazmente: "la basura sube." La Casa Blanca en Washington serviría de prueba.
La economía participativa, o parecon, es una forma alternativa de organizar la vida económica.
Parecon tiene salarios, condiciones, oportunidades y responsabilidades equitativos para todos los participantes. Cada participante en parecon tiene una cuota de control considerable sobre su propia vida y sobre toda la producción social compartida. En parecon se elimina la división de clases.
Parecon produce solidaridad. Incluso un ciudadano o ciudadana antisocial no tiene más elección en parecon que considerar el bienestar social si desea prosperar.
Parecon diversifica la producción y genera una distribución equitativa que remunera a cada participante según el tiempo que trabaja, según el empeño con el que trabaja y además según la severidad de las condiciones que soporta en su lugar de trabajo.
Parecon también cuenta con la opinión de cada persona sobre lo que se produce, sobre los medios que se emplean, y sobre el reparto de los resultados, siempre en proporción a cómo esa persona se vea afectada por tales decisiones.
Parecon, en otras palabras, presenta unos valores completamente diferentes a los del capitalismo, y para impulsar estos valores diferentes parecon incorpora unas instituciones que también son diferentes.
Parecon tiene consejos de trabajadores y consumidores en los cuales los propios trabajadores y consumidores emplean diversas formas de debate, discusión y determinación democrática. En parecon no existen propietarios ni directores de empresas que decidan los resultados desde lo alto de la jerarquía.
Parecon tiene "complejos equilibrados de trabajo " en los que cada trabajador realiza una combinación justa de trabajo pesado y trabajo enriquecedor, para que todos los participantes alcancen niveles de realización comparables, en lugar de que el 20% de la fuerza de trabajo monopolice todas las tareas cualificadas y los trabajos subordinados se releguen al 80% restante. Aun así, en un sistema parecon sigue existiendo la especialización. Y también existe coordinación. Y también las decisiones se acaban tomando. Sin embargo no hay una minoría que monopolice la información ni las actividades gratificantes ni el acceso a puestos de toma de decisiones, mientras la mayoría sumisa se dedica únicamente a tareas diarias aburridas sin ningún componente de toma de decisiones.
En Parecon el trabajo de todas y cada una de las personas supone una mezcla calibrada, de forma que cada participante tenga esencialmente posibilidades de realización personal similares. En un sistema parecon no existen clases propietarias. Ni existen clases tecnócratas, ni directoras, ni coordinadoras. En un sistema parecon existen únicamente trabajadores y consumidores que desarrollan sus capacidades cooperando constructivamente, en consonancia con las cuotas de influencia del resto de participantes.
Parecon recompensa el esfuerzo y el sacrificio, lo cual equivale a recompensar la duración, la intensidad y la dureza del trabajo que las personas realizan. Parecon no acepta la remuneración por poder, ni por propiedad, ni tampoco por producción. En lugar de disparidades gigantescas de salario y riqueza, parecon consigue una distribución justa del producto social.
Parecon también acaba con los mercados que enfrentan a sus actores entre sí, y que destruyen la solidaridad, imponen división de clases, mal venden los bienes públicos, ignoran los efectos colectivos colaterales a la actividad de compra-venta, violan la sostenibilidad y el equilibrio ecológico, y que adolecen de muchos otros defectos. En lugar de mercados, parecon utiliza un sistema de trabajadores y consumidores que cooperativamente negocian, a través de consejos de autogestión, los recursos y la producción de todos los actores y las empresas, de acuerdo con los costes y beneficios sociales reales de cada actividad económica.
En un artículo tan breve resulta imposible plantear de forma convincente un sistema económico completamente diferente. Sólo me es posible facilitar una lista resumida de los valores y las instituciones que constituyen Parecon. Soy consciente de que tal brevedad es vaga y dificulta la comprensión a numerosos lectores. Sin embargo no disponemos de espacio para clarificaciones, ni argumentos de apoyo, ni discusiones detalladas. Acepten mis disculpas.
Sí tengo la esperanza, sin embargo, de que los lectores que saben por propia experiencia que las economías capitalistas nos llevan a aprovecharnos rutinariamente unos de otros; que nos niegan el poder de decisión sobre nuestras propias vidas o nos fuerzan a dominar las vidas de otros; que reparten beneficios masivos a quienes realizan el trabajo más gratificante o incluso a quienes no trabajan en absoluto; y que dejan beneficios minúsculos a quienes hacen lo menos gratificante y soportan un volumen de trabajo abrumador; sí espero que esos lectores alberguen la esperanza de que Parecon sea una alternativa real.
En otras palabras, en lugar de aceptar sumisamente el mantra inductor de pasividad que pregonan los ricos: "No existe ninguna alternativa", espero que todos busquemos algo mejor mas allá del capitalismo y que, motivados por nuestras aspiraciones, consideremos parecon con el detenimiento que merece. Si no aceptan que la humanidad esté eternamente condenada a sufrir grotescas desigualdades y jerarquías por la propiedad capitalista, las empresas y los mercados, un lugar por el que podría comenzar es http://www.parecon.org (1).
(1)NT: los artículos en http://www.parecon.org aparecen en inglés. Puede encontrar traducciones al castellano en http://www.zmag.org/Spanish/indparec.htm.