Cambio mediático contra el cambio climático

Manoel Santos, 09/03/2007

He ahí que asistimos a un cínico juego mediático, muy sensacionalista pero nada responsable –limitarse a informar sin exigir soluciones no es más que sensacionalismo–, con eso del cambio climático. Especialmente desde que los gobiernos mataclimas del norte planetario comienzan a ver el problema a más corto plazo del que se pensaba, y también –y ahí entra el juego zafio de los medios– desde que Al Gore vio en los premios Óscar –y en los Nobel– una salida honorable ante su bajada intercontinental de pantalones en aquellas presidenciales bananeras que le robó, demoníacamente, el ranchero Bush.

A los poderosos les preocupa porque ya no se trata únicamente de un problema ecológico, sino de una intuíble catástrofe económica, reconocida incluso por el Banco Mundial (BM) y el FMI, los singulares y principales responsables del inminente desastre. En octubre de 2006, Nicholas Stern, que había sido economista jefe del BM, en el informe sobre el cambio climático encargado por Tony Blair escribía: “El cambio climático es el mayor fracaso del mercado que el mundo haya conocido” [1]. Me pregunto si irán por ahí las verdades incómodas del ecologista Al Gore?

Ahora parece que las recientes conclusiones del Grupo Intergubernamental del Cambio Climático, que hablan de calentamiento inequívoco, de aumento de temperaturas por encima de los 4 grados, de agotamiento del agua potable o de subidas espantosas del mar, valen por décadas de advertencias de científicos, ecologistas y gentes de bien. Entretanto los medios analizan las consecuencias (cambio climático) pero no el problema (sistema ultracapitalista depredador) y los gobiernos discurren soluciones de urgencia, chapuzas alarmantes, estúpidos remiendos con fecha de caducidad para ya, e incluso peligrosos juegos, algunos casi de ciencia ficción.

Entre los parches está Kyoto, a todas luces insuficiente, lento e inconsensuado; o las falsas energías renovables, que incluyen por ejemplo los biocombustibles (interesantes a nivel local pero insostenibles a nivel global, por precisar de superficies inimaginables y necesarias para cultivar alimentos, por fomentar los transgénicos o por destruir los bosques tropicales) o las hidroeléctricas (arteriosclerosis de los ríos que aseguran la vida en el planeta). Entre los juegos mortales están las revitalizadas ansias nucleares, por su evidente peligrosidad y por la cuestión irresoluble de los residuos; y en el campo de la ciencia ficción la geoingeniería, a saber, la manipulación del ambiente a gran escala que incluye, y no es coña, la contaminación deliberada de la estratosfera para desviar la luz solar y bajar las temperaturas, o el esparcimiento de partículas de hierro sobre los océanos para enriquecer el plancton y que este capture el problemático CO2 (www.etcgroup.org). Y las ballenas radiantes de alegría.

Sin embargo, lo que muchos intuímos que hace falta es un cambio mediático para hacer frente al climático. Como dice Éric Toussaint, debemos exigir a las instituciones internacionales y a los gobiernos industrializados –y sobre todo a los sensacionalistas medios de (des)información–, que voluntariamente escondieron el problema durante años, el cuestionamento de este sistema capitalista produtivista, generador de daños ambientales y desigualdades, que siempre afirma que puede aportar soluciones a todo, pero que sólo agrava la situación día tras día. El resto son sólo disparates suicidas.

[1] Éric Toussaint. Clima: Los aprendices de brujos del Banco Mundial y del FMI.

*Manoel Santos. Biólogo, escritor y productor editorial. Director de altermundo.org y colaborador del Igadi.
www.altermundo.org

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