Por qué, hoy más que nunca, hay que ver Pride y leer Chavs

Louis Lasalle para Globalízate, 19/05/2015

Acabo de ver la película inglesa estrenada en 2014 Pride (orgullo), del director Matthew Warchus. Esta película cuenta cómo un pequeño grupo del movimiento homosexual inglés decide apoyar a los mineros que emprendieron en el Reino Unido una serie de duras huelgas en los años 1984 y 1985. La película empieza con la manifestación del orgullo gay en Londres, tras la cual el protagonista comenta a sus compañeros que si la policía no está hoy allí pegándoles es porque está pegando a los mineros y que tanto los gays/lesbianas como los mineros son víctimas del mismo sistema conservador y represivo del gobierno de Margaret Thatcher. De este modo empiezan una campaña de recogida de dinero (Lesbians and Gays Support the Miners, LGSM) y finalmente se desplazan a un pequeño pueblo en una cuenca minera de Gales para entregar la recaudación. No voy a hacer "espoilers" pero resulta evidente que entre mucha gente del movimiento minero, el LGSM genera en un principio desprecio y distancia. La película es emocionante y mucho más cuando uno sabe que fueron hechos reales. El mensaje de la película es claro: toda la gente desfavorecida y que sufre represión por uno u otro motivo debe estar unida frente al mismo grupo de personas que trabajan incansablemente para mantener los privilegios de las clases favorecidas y las minorías oprimidas.

El libro Chavs (Owen Jones, 2011), aunque desde otra perspectiva habla de la misma historia, de cómo las clases altas inglesas supieron llevar a cabo eficientemente una revolución conservadora para destruir la conciencia de clase y desmovilizar a todas las víctimas de la injusticia y desigualdad. La base principal de la estrategia es culpar a los desfavorecidos de su situación personal y jamás a un sistema que les ha llevado a esa situación y cuyo principal objetivo es el de movilizar la mayor parte de recursos y ganancias hacia los privilegiados. La gran derrota de los mineros en las huelgas del 85 supuso la derrota de la clase trabajadora como grupo con entidad propia, con solidaridad de clase y sobre todo con la capacidad de enfrentar los abusos. A partir de ahora ya no hay sociedad ni hay clases, solamente hay individuos y sus familias, cuyo objetivo es ser propietarios de pisos. La idea, que ha calado muy bien, es que todo el mundo vive en un estado de aspiración a ser de clase media, todo el mundo podría llegar a serlo y, por tanto, los que no llegan es porque son unos vagos o no son suficientemente ambiciosos. Para conseguir esto es necesario que todas las víctimas de la destrucción del estado social sean demonizadas y generen repugnancia, miedo y burla, en lugar de solidaridad. En el Reino Unido se les ha dado el nombre de "chavs", que se usa de una forma profundamente despectiva.

Las consecuencias, estrategias y logros de esta revolución conservadora que tuvo como laboratorio de pruebas el Chile de Pinochet (donde a los desfavorecidos todavía hoy se les llama "rotos", con desprecio) mediante la aplicación de las recetas neoliberales de Milton Friedman y sus Chicago Boys y posteriormente a los gobiernos de Thatcher y de Reagan, pueden observarse en muchos otro países. Es más, se está utilizando la crisis económica para generar una nueva revolución conservadora cuyo objetivo principal es el siguiente: concentrar el poder y el dinero en manos de unos pocos y desmovilizar y culpabilizar al resto.

En España he sido testigo de cómo durante los últimos años estas recetas se han venido aplicando adaptadas a nuestra realidad local. Podemos considerar que en gran medida han sido exitosas. El último gobierno del Partido Popular pretende permanentemente que las víctimas de la crisis nos enfrentemos entre nosotros, en lugar de atacar a los que han generado la crisis. Cuando va a destruir la escuela pública carga contra los profesores llamándoles privilegiados, lo mismo hace con bomberos, enfermeros o médicos. Los parados que cobran están robando a los que ni tan siquiera cobran, los que trabajan piden demasiado y con eso perjudican a los parados. Así poco a poco todos nos dividimos y todos nos alegramos de que al de al lado le aprieten un poco más, olvidando cuál es nuestro objetivo político real: aquellos que cada día son más ricos con todo esto a costa de quitárselo a los demás. Está claro que partidos supuestamente de izquierdas, como los Laboristas en el Reino Unido o el PSOE en España, aunque quizás con menos virulencia o descaro, han propiciado también esta transición.

Una fuente de crítica que ha calado, bien orquestada mediáticamente, es el odio a los sindicatos. Estoy totalmente de acuerdo en que los sindicatos en España merecen muchísimas críticas, pero ¿qué ocurrirá si, como ellos quieren, con esta estrategia desaparecen los sindicatos y queda el trabajador defendiendo sus derechos en solitario, "de igual a igual" como ellos promulgan? Una cosa es criticar para mejorar y generar cambios, y otra es criticar para destruir y hacer desaparecer toda organización que defienda los derechos de los trabajadores.

Una palabra clave para la desmovilización y la culpabilización de los trabajadores es EMPRENDEDOR. Aquí faltan emprendedores, dicen. Ya lo dijo Pinochet: "mi meta es hacer de Chile no una nación de proletarios sino una nación de emprendedores". La realidad es mucho más cruda, cada vez los privilegiados controlan más empresas y tienen más poder, cada vez es más difícil que nuevos emprendedores realmente consigan permanecer y sacar a flote sus pequeñas empresas a no ser que pertenezcan al clan de amigos y enchufados. Pero si finalmente así fuera, ¿estos emprendedores no necesitarán trabajadores en sus empresas? Por muchos emprendedores que haya siempre habrá más trabajadores y estos deber tener derechos, cobrar un sueldo digno y ser tratados con respeto y no como fracasados.

Otro caso interesante y muy relacionado es el de los modernos como un grupo humano cada vez más en boga cuya principal aspiración es la de tener una distinción social y ciertas parcelas de consumo. Esta "tribu urbana" que aunque en muchos casos tenga unas condiciones laborales penosas y viva en una especie de clase media fantasmal, se encuentra también completamente desmovilizada, comida por el mercado y satisfecha. Una buena descripción de esto puede encontrarse en el libro "Indies, Hipsters y Gafapastas", de Víctor Lenore (2014).

La realidad es que, como dijo el multimillonario Warren Buffett, "la guerra de clases existe y la vamos ganando nosotros". En España las cifras macroeconómicas cada vez son mejores y los más ricos cada vez ganan más. También el estado de empobrecimiento y pérdida de espacio público y derechos son tan grandes que espero que cada vez menos gente trague con la gran mentira de la aspiración a clase media y con la idea de que esa riqueza nos llegará a todos. Creo que movimientos como el 15-M y Las Mareas son vitales muros de contención que debemos reforzar cada día. Espero que los desfavorecidos y las víctimas de esta revolución conservadora, sean de donde sean, se unan igual que lo hicieron homosexuales y mineros en 1985 en favor de la solidaridad común, pero que esta vez la victoria esté de nuestro lado. Termino por tanto este artículo recomendando encarecidamente el visionado de Pride y la lectura de Chavs y de Indies, Hipsters y Gafapastas.

Referencias
Víctor Leone. 2014. Indies, hípsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural . Capitán Swing. Madrid

Owen Jones. 2011. Chavs . Capitán Swing. Madrid

Matthew Warchus. 2014. Pride . (Película)

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