La tierra acaparada es una fuente de desigualdades e inestabilidad

Louis Lasalle para Globalízate, 02/05/2014

Los investigadores Paolo D´Odorico y Maria Cristina Rulli acaban de publicar un comentario en la prestigiosa revista Nature Geoscience 1. Son los mismos autores del artículo2 que ya reseñamos hace un año cuantificando el acaparamiento de tierras (ver). En esta ocasión, los autores recuerdan la magnitud de este fenómeno creciente por el cuál ciertas empresas y países están comprando enormes cantidades de tierra en terceros países. Lo países con más proporción de tierras en manos extranjeras son Papúa Nueva Guinea, Indonesia, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Mozambique y Brasil con un total del 45% de su superficie en manos de inversores extranjeros. Esta adquisición de tierras está aumentando año a año y comenzó con la crisis de alimentos de 2007-2008 cuando se puso de manifiesto que la tierra agrícola puede tener un valor estratégico y financiero ya que la superficie de tierra fértil del planeta es muy limitada y estamos llegando a su completa ocupación.


Los autores diferencian entre lo que se conoce estrictamente como "land-grabbing" que consiste en la adquisición de tierras sin el consentimiento de los antiguos propietarios, que no tiene en cuenta los impactos ambientales y sociales locales y en muchos casos se produce con claras violaciones de los derechos humanos y por el otro lado, la adquisición masiva con el consentimiento de los antiguos propietarios, con un pago justo y a precio de mercado. Sin embargo, consideran que ambos son realmente peligrosos ya que estas adquisiciones a gran escala pueden comprometer la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de las futuras comunidades locales. La economía de libre mercado es incapaz de proteger los intereses de aquellos que no tienen poder ni voz en los mercados globales como son los pobres y las futuras generaciones. Por tanto que la gestión de las tierras agrícolas de un país pobre quede en manos de los intereses de lejanos inversores y de las fluctuaciones del mercado puede ser realmente delicado.


Para ilustrar los peligros de estas prácticas utilizan el caso de la isla Pacífica Nauru. En esta isla, tras su independencia en 1968, sus habitantes siguieron con la explotación de las minas de fosfato que previamente estaba en manos de Nueva Zelanda, Australia y Reino Unido. El dinero de estas extracciones hizo al país más rico. Por otro lado, con la minería se habían destruido sus suelos agrícolas y tenían una gran dependencia alimentaria del exterior. En un principio no ocurrió nada ya que con el dinero de los fosfatos importaban comida. Sin embargo a principios de 2000 este dinero se volvió insuficiente y la isla fue finalmente duramente golpeada por la crisis de los alimentos de 2007/2008. En estos momentos es un país completamente vulnerable y a merced de las fluctuaciones impredecibles del mercado.


Desde Globalízate siempre hemos considerado que algunos bienes esenciales como el agua, la alimentación, la sanidad, la educación o la vivienda han de quedar al margen de los juegos de libre mercado. En estos momentos, la tierra agrícola ha pasado a ser una nueva mina de oro para la especulación y dada su función básica para el desarrollo de las personas hemos de luchar para que se considere un derecho de los pueblos que en ella viven y no una mercancía para jugar en bolsa desde una esfera global.

Referencias


1 D'Odorico, P., Rulli, M.C., 2014. The land and its people. Nature Geoscience 7, 324-325.
2 Rulli, M.C., Saviori, A., D'Odorico, P., 2013. Global land and water grabbing. Proceedings of the National Academy of Sciences 110, 892-897.

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