Verano Eduardiano

Larry Elliot, 22/08/2005,
The Guardian

La crinolina y el juego del croquet están pasados de moda. Aún ningún activista político se ha tirado a los pies del caballo real en la carrera anual de Epsom Downs. Incluso así, algunos historiadores pueden ver los paralelismos. Es un momento de cambio tecnológico rápido. Es un periodo en el que la dominación de la superpotencia del mundo esta amenazada. Es una época donde la prosperidad enmascara las tensiones económicas subyacentes. Y, fundamentalmente es un momento en el que los políticos están seguros de que todo va hacia mejor en el mejor de los mundos posibles. Bienvenido al verano Eduardiano de la segunda edad de la globalización.

Tomate un momento para revisar lo que ha estado ocurriendo en los últimos meses. Empecemos con el precio del petróleo, que se ha disparado a mas de 65 dólares el barril, mas del doble que en los anteriores 18 meses. La aceptada sabiduría es que no deberíamos preocupar nuestra cabecita, porque los incentivos están aquí para que los negocios construyan una nueva producción y capacidad de refinamiento, que, sin esfuerzo, llevara la demanda y el suministro al equilibrio y pondrá los precios del crudo de nuevo en 25 dólares el barril. Como Tommy Cooper solía decir, justo así.

Después, esta el resultado del referéndum francés sobre la Constitución Europea, vista como que obtusos analfabetos informáticos han vituperando de forma vanidosa contra el mundo moderno. Los franceses necesitan darse cuenta de que no había alternativa a las reformas que harían al país más flexible, más competitivo, más dinámico. Justo el tipo de reformas que permitieron a Gate Gourmet despedir a cientos de trabajadores en Heathrow desde del tipo de ultimátum que solía ser manejado por los propietarios de fábricas victorianos. Una forma alternativa de ver el “No” francés es que nuestros vecinos traducían “flexibilidad” como “estas despedido”.

Finalmente, centra tu vista en los Estados Unidos. Justo como el Reino Unido hace un siglo, un periodo de incuestionable superioridad esta dibujando su final. China esta todavía lejos de igualar la riqueza de América, pero esta creciendo a una tasa estupenda y su fuerza económica produce influencia geopolítica. Ya hay evidencias de una nueva lucha por África cuando Washington y Beijing compiten por el petróleo. Sin embargo, debajo de la superficie económica de EEUU no todo esta bien. El crecimiento parece suficientemente sano, pero la competitividad de China y otras partes ha significado que la mayor economía del mundo ahora importa mucho, mucho más que lo que exporta. Los EEUU están viviendo por encima de sus posibilidades a la considerable cifra de 60 mil millones de dólares al mes, pero es este momento de complacencia estudiada, el déficit por cuenta corriente vale un 6% del PIB es visto como un signo de fortaleza, no de debilidad.

Y la cosa continua. Iraq no es otro Vietnam, las bombas en Londres el 7 de julio no tienen nada que ver con el apoyo de Tony Blair a George Bush, los altos precios del petróleo no significan una vuelta a las recesiones a mitad de los 70 y principios de los 80. Relájate. No te preocupes. Estos chicos saben lo que están haciendo. Aquí en el Reino Unido, el gobierno se alaba orgullosamente de su administración de la economía, cuando toda la evidencia es que la actividad se derrumba como un globo pinchado tan pronto se toman acciones para limitar la especulación inmobiliaria. El sector de fabricación británico es una cáscara hueca, la demanda de empleo se ha elevado durante seis meses sucesivamente, el Banco de Inglaterra esta en guerra consigo mismo sobre si deben ser reducidas los tipos de interés y la única persona que cree que no hay un enorme agujero negro en las cuentas públicas es el ministro de Hacienda, de quien hemos oído o visto muy poco desde las elecciones.

En este verano Eduardiano, la comodidad aparece por el hecho de que un petróleo mas benévolo no ha tenido las consecuencias salvajes sobre la inflación de 1973-1974, cuando un incremento por cuatro de los costes del crudo llevo a un abrupto final al crecimiento de postguerra que había continuado de forma ininterrumpida por un cuarto de siglo. Es verdad, que el coste de la vida se ha visto afectado por los costes mas altos del transporte, pero estamos hablando de un inflación del 2.3% no del 27%. La idea de que precios más altos del petróleo tienen pequeñas consecuencias es descabellada. Si la gente esta pagando mas para llenar sus coches queda menos para gastar en otra parte, pero hay renuencia a consumir menos. En la década de los 70, los sindicatos eran fuertes y podían negociar tratos más grandes y pagos compensatorios que servían para intensificar la presión inflacionista. En 2005, esta avenida esta mayormente cerrada, pero la abolición de todos los controles en el crédito que existían en los 70 significa que a los hogares se les invita a pedir prestado en lugar de a consumir menos. El efecto indirecto de los precios del petróleo más altos, se sienten de diferentes maneras -a través de altos niveles de endeudamiento, en precios de activos inflados y en el equilibrio del déficit de pagos.

De vuelta a 1914, este sería un buen ejemplo para decir que la paz y la prosperidad continuarían indefinidamente. No había habido una gran guerra involucrando a todas las grandes potencias durante 100 años, y el nivel de precios de Inglaterra era más pequeño en el año que comenzó la primera guerra mundial que en año de Waterloo. Nuevos inventos y tecnologías que darían forma al siglo XX, -el motor del automóvil, el avión, el cine- se estaban desarrollando. Las siguientes tres décadas no vieron el florecimiento final de la primera edad de la globalización sino su desintegración. Solo después de dos guerras mundiales y una depresión global fue aceptado que las señales de aviso se habían producido mucho antes del asesinato en Sarajevo pero fueron trágicamente ignoradas.

La historia no se repite siempre. Podría ser diferente esta vez, con la segundad edad de la globalización evitando las trampas de la primera. Hay quien apunta, correctamente, que el moderno capitalismo industrial se ha probado muy resistente los pasados 250 años y que una señal de la fuerza del sistema ha sido la forma en la que aparentemente se ha desecho fácilmente de todo -un desplome de la bolsa, el 11-S, el aumento de los precios del petróleo- lo que le ha sido lanzado en cinco años desde el comienzo del milenio. Incluso así, hay al menos tres razones para preocuparse. Primero, hemos estado aquí antes. En términos de política económica, la primera época de la globalización refleja la nuestra. Existía la creencia en los flujos de capital sin obstrucciones, en el libre comercio y el poder del mercado. Era un momento de gran desigualdad de ingresos y emigración sin precedentes. Aunque, finalmente, hubo un contragolpe, manifestado en luchas entre los que apoyaban el libre comercio y los proteccionistas y una creciente militancia sindical.

Segundo, el mundo es tradicionalmente mas frágil cuando el equilibrio global de poder esta en movimiento. Al final del siglo XIX, el papel de Inglaterra como un poder hegemónico estaba siendo desafiado por el crecimiento de los Estados Unidos, Alemania y Japón, mientras los imperios Otomano y Habsburgo estaban claramente en rápido declive. Mirando mas allá del 2005, es claro que durante las próximas dos o tres décadas, China y la India -que juntos cuentan con casi la mitad de la población mundial- flexionarán sus músculos.

Finalmente, esta la cuestión de lo que el aumento en el precio del petróleo nos dice. La aparición de China y la India significa que la demanda global por el crudo es probable que permanezca alta en un momento en el que muchos expertos dicen que la producción esta cerca de alcanzar su techo. Si la presión por los suministros empieza a agudizarse, cualquier descenso en el precio será probablemente una situación cíclica de corta duración dentro de una tendencia al aumento a largo plazo. En estas circunstancias, habría que ser un tonto para asumir que no habrá consecuencias económicas o que éstas no serán luchas intensas -quizás incluso sangrientas- por el recurso que mas que ningún otro ha dado forma al mundo moderno.

Larry Elliot es redactor de economía de The Guardian

Traducción Mario Cuellar

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