Hora de decisiones en el FMI
Kenneth Rogoff, 17/10/2007, Project SyndicateLas reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se celebrarán este mes en Washington convocarán a los principales ministros de finanzas y banqueros del mundo en un encuentro fundamental para la economía global.
Para comenzar, el techo está comenzando a derrumbarse en la burbuja inmobiliaria mundial, con los mercados de la vivienda congelándose no sólo en Estados Unidos sino en muchos otros países, como en la próspera España. Más aún, los mercados de dinero, especialmente en Europa, siguen traumatizados por la enconada escasez del crédito a nivel global. En gran parte del mundo hay presiones inflacionarias debido a los altísimos precios de los alimentos y la energía, a lo que se suma la importante tendencia al alza de los salarios en China. Por último, pero no menos importante, se está desacelerando el boom de la productividad en Estados Unidos.
La combinación de estas presiones está haciendo mucho más difícil que los bancos centrales sostengan el círculo virtuoso de inflación "adecuada" y crecimiento. Al mismo tiempo, el resto del mundo está con gran expectativa a lo que las autoridades planean hacer si el dólar sigue cayendo, si es que terminan haciendo algo al respecto. Si bien los tipos de cambio son notablemente impredecibles, lo más probable es que un lento saneamiento del enorme déficit comercial de EE.UU. mantenga al dólar en un camino gradual de descenso en el largo plazo.
Sin embargo, el hecho de que varios países asiáticos y emergentes se resistan al declive comprando dólares está generando presiones inusuales sobre las monedas más flexibles, como el euro y el dólar canadiense, que se están transando a niveles históricos. (¿Qué están planeando hacer los chinos con sus crecientes reservas de US$ 1,4 mil millones? Van a dar a los atletas extranjeros bolsas llenas de dólares como regalo de bienvenida en la villa olímpica?)
Los gobernantes europeos argumentan, con cierta justificación, que sus exportadores están pagando el precio del gigantesco desequilibrio comercial de Estados Unidos con los países asiáticos y exportadores de petróleo. Si EE.UU. cae en una recesión, las quejas subirán mucho de tono.
Las altas autoridades del FMI intentaron intermediar para llegar a un acuerdo sobre las monedas en su reunión de abril, sin resultados tangibles. Considerando que los gobernantes comunistas de China están celebrando el Congreso del Partido al mismo tiempo que las reuniones actuales del FMI, es poco probable que se llegue a un acuerdo ahora tampoco. Sin embargo, dadas las claras presiones inflacionarias en países como Arabia Saudita, Argentina y Rusia y las importantes alzas de precios en China, puede ser que el mundo haya llegado a un punto en que sea factible acordar medidas.
Esperemos que sea así. Sería un verdadero desastre si los problemas de crecimiento de EE.UU. convierten las presiones moderadas de hoy en algo mucho más serio. La Reserva Federal se vería obligada a reducir aún más los tipos de interés -haciendo al dólar incluso menos atractivo- con un cambio concomitante en la demanda global, que se alejaría de los Estados Unidos y marcaría un agudo declive de la balanza comercial de EE.UU., lo que supondría aún más presiones sobre el dólar. Según mis propios cálculos en una seria de estudios realizados con Maurice Obstfeld, probablemente el dólar ponderado por el comercio caería en un 20% si un cambio en la demanda global (por ejemplo, debido a una recesión inmobiliaria estadounidense.) redujera a la mitad el déficit comercial de EE.UU.
En principio, es manejable una depreciación así frente a todas las monedas del mundo. Pero si los mercados emergentes obligan a Europa a absorber todo el ajuste, los resultados serían catastróficos, haciendo que el euro llegara a US$1,50, US$ 1,60 o más, con consecuencias realmente adversas para el comercio.
De hecho, el Congreso de EE.UU. ya ha producido una serie de ominosos proyectos de ley orientados a aplicar represalias a China y otros países que hacen intervenciones monetarias unidireccionales. Los principales candidatos demócratas a la presidencia de EE.UU. han indicado su apoyo. Afortunadamente, recientemente el FMI afirmó el derecho a tomar medidas si los países entran en una intervención monetaria unidireccional sostenida. Sin embargo, ¿será capaz Dominique Strauss-Kahn, el nuevo Director Ejecutivo del FMI, de ejercer este nuevo poder de manera lo suficientemente rápida como para evitar una crisis?
Por supuesto, el FMI mismo se encuentra en una profunda crisis y muchos cuestionan su misión y su legitimidad. Sin embargo, para mejor o peor, las actuales circunstancias ofrecen una oportunidad. Sería lamentable si los ministros de finanzas no hacen más que sentarse en la mesa y rogar al Presidente de la Fed, Ben Bernanke, y al Presidente del Banco Central Europao, Jean-Claude Trichet, que los rescaten con recortes a los tipos de interés. Sería incluso peor si los ministros europeos, frustrados por un punto muerto acerca de los tipos de cambio, comenzaran a intercambiar ideas para hacer una "gestión creativa" de sus presupuestos con el fin de estimular una demanda de corto plazo en lugar del crecimiento de largo plazo.
En los últimos años, los ministros de finanzas y los jefes de los bancos centrales han tenido el lujo de usar las reuniones del FMI para felicitarse por el rápido crecimiento mundial, independientemente de cuánto hayan contribuido realmente a él. (La globalización y China han sido los mayores protagonistas de esta historia). Esta vez, las cosas deben ser distintas.
Kenneth Rogoff es profesor de Economía y políticas públicas en la Universidad de Harvard University y fue economista en jefe del FMI.
Copyright: Project Syndicate, 2007.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen