MERCADO GLOBAL

Juan M. Vieites Baptista de Sousa, 05/06/2005

EL AUMENTO de la competencia y la revolución científico-tecnológica actuales son por sí mismas razones para que los negocios se globalicen, a fin de adquirir tamaño y destrezas que les permitan competir más eficazmente.

Actualmente, la globalización en el ámbito macroeconómico es inevitable. Cuanto antes la comprendamos en mejores condiciones estaremos para enfrentarnos a sus consecuencias.

La internacionalización de las empresas es un tema que nos lleva a replantearnos la orientación del nuevo modelo de competitividad, a través de las mejoras de capacidades, de la productividad y del ahorro de costes entre otras.

Además, la implantación exterior de las empresas favorece la creación de puestos de trabajo no sólo en el país de destino, sino también en el de origen y representa, sin duda, una inversión tanto en el exterior como en el país de procedencia.

Las empresas en una economía abierta como la actual, deben actuar con decisión para desarrollar e implantar las estrategias necesarias para mantener su competitividad.

El modelo empresarial tradicional ha dejado de funcionar, por lo que el offshoring -emplazamiento de menor coste de determinado proceso industrial- constituye hoy en día una ventaja estratégica y detrás del mismo se esconde el espíritu empresarial y la oportunidad que brinda la globalización. Además, es una etapa lógica en la progresión de los modelos empresariales eficientes.

El empresario debe buscar, hacer negocio y tener la capacidad de adaptarse al entorno cambiante. Todo eso lo aporta la internacionalización. Es la competitividad en clave de multinacional.

Poco a poco, pero firmemente y sin deslumbrarnos, ya que las empresas deben ser los verdaderos protagonistas, debemos avanzar y revisar nuestro modelo y sentar las bases de la internacionalización del sector conservero.

Esto no es el fin del mundo, ya que la internacionalización versus deslocalización es un fenómeno viejo, conocido y connatural al propio dinamismo de evolución de la economía.

Ahora es un tema que le ha llegado entre otras zonas a Europa y su economía, en el momento menos dulce de la globalización. Pero este proceso hace decenios que se lleva a cabo y los países europeos tienen que empezar a sustituir la producción de mano de obra intensiva por productos con alto valor añadido, innovando y diferenciándose.

Es el momento en el que las empresas y sus trabajadores tienen que cambiar el chip, porque las que lo hagan sobrevivirán y el resto no. Estamos en una época de transición, y todo tiempo de cambios es duro; pero las reglas de juego están ahí, y lo único que podemos hacer es adaptarnos a la nueva realidad, la transnacionalización de la economía.

En general, se trata de crear conciencia. De que la sociedad en conjunto entienda que es necesario adaptarse a los nuevos tiempos

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