Ciudadano ecológico y ecologismo: perspectivas de futuro
Josep Vives-Rego para Globalízate, 05/05/2014La sostenibilidad exige un comportamiento nuevo, socialmente y políticamente difícil de aplicar en particular a la hora de acordar las nuevas medidas sostenibles. Ello se debe, básicamente, a los intereses de los diferentes sectores sociales y también, y no en grado menor, al tratarse de medidas impopulares. Dichas medidas pueden percibirse como la imposición de un conjunto de prácticas que conllevan renunciar a ciertas actitudes asociadas a un supuesto confort individual y social.
El ciudadano ecológico está convencido del valor de la Naturaleza al menos en dos situaciones. Una al adoptar una actitud antropocéntrica ya que es consciente de que le es imprescindible para subsistir y realizarse como ente biológico y a la vez como ser social. Aunque esta actitud antropocéntrica pueda ser variable y subjetiva, subyace de modo universal en todo ser humano y en base a ese sentimiento antropocéntrico se ha construido toda sociedad humana. La otra situación se da cuando al contemplar la Naturaleza, el hombre se siente identificado con ella y goza estéticamente ante su contemplación, lo que es en sí mismo un valor. En ambos casos, esos sentimientos de valor no constituyen un conocimiento intelectual, si no que se generan a partir de vivencias y emociones contenidas en la consciencia individual y colectiva, es decir en la cosmovisión. Este aspecto de nuestra relación con la Naturaleza es fundamental ya que pensamiento y acción se retroalimentan: según lo que creamos que somos y que es el mundo, así actuaremos en él. Hasta ahora hemos vivido inmersos en una cosmovisión nacida con la Modernidad en la que podíamos apropiarnos del mundo a voluntad. Esta cosmovisión debe cambiar. De hecho está cambiando ya.
A lo largo de mis últimas notas, he defendido la necesidad de que la ciudadanía pueda decidir, libremente y de manera informada, sobre la aplicación de aquellos procesos tecnológicos que le afectan, de manera especial en cuanto al logro de un futuro sostenible. Pero éste camino nos ha llevado también a constatar que dicho cambio no es posible si no se produce, al mismo tiempo, un cambio en las estructuras económicas de nuestras sociedades, complejamente interrelacionadas mediante el proceso de globalización. Una vez constatado esto podemos adoptar una postura "realista" y preguntarnos por la viabilidad de tales cambios. Podemos desarrollar una actitud pragmática que nos conduzca a intentar hacer aquello que nos sea posible, sin realizar cambios estructurales. Podemos escudarnos en la excusa de la complejidad para evitar llevar a cabo cambios profundos. Pero lo que de ninguna manera podemos hacer, si nos consideramos ciudadanos partidarios de la democracia, la justicia y la sostenibilidad, es esquivar nuestra responsabilidad moral y política. Los caminos de la democracia y la justicia no están clausurados: podemos, y debemos, perseverar en su perfeccionamiento. Si las estructuras económicas resultan un impedimento para ello, ya no podemos esconder la cabeza bajo de la tierra por más tiempo. La única manera de profundizar en la democracia y la justicia pasa, como ya nos señaló Karl Polanyi , por hacer de la economía y del mercado un instrumento a nuestro servicio. Hoy ocurre lo contrario. Únicamente cuando tengamos en nuestras manos, como ciudadanos ecológicos, los procesos productivos, los medios de comunicación y las decisiones sobre el consumo podremos llegar a una verdadera sociedad sostenible.
La aparición del ciudadano ecológico no es más que un anuncio o preludio de la complejidad socio-política que emerge y la ineludible necesidad de la interdisciplinaridad, no solo en el planteamiento del futuro sostenible si no también en la socio-política del mundo en el siglo XXI. La ciencia cognitiva aparece como el territorio común en el que los problemas (la sostenibilidad entre ellos) deben analizarse desde puntos de vista muy distantes, que difieren en los grados de cientificidad y aplicabilidad tecnológica. Todo ello nos lleva a un necesario "diálogo" que frecuentemente se transforma o desemboca en un conflicto entre los partidarios de las diferentes opciones. Ante tal situación no nos queda más opción que recuperar la teoría y la practica de la reflexión.
Josep Vives-Rego
Departamento de Microbiologia, Facultad de Biología, Universidad de Barcelona. Avda. Diagonal 643, 08028 Barcelona. E-mail: jvives@ub.edu
Esta nota proviene del artículo: M. Cano y J. Vives-Rego. 2013. El ciudadano ecológico: reflexiones sobre algunos contextos sociales y elementos cosmovisionales. Sociología y Tecnología (aceptado) https://sites.google.com/site/sociologiaytecnociencia/home/no-3-vol-1-2013