La cosmovisión del ciudadano ecológico: entre la necesidad y la utopia.

Josep Vives-Rego para Globalízate, 23/11/2013

La idea fundamental que pone de relieve el concepto de cosmovisión es que las relaciones del ser humano con el medio ambiente, con la sociedad en la que vive y con él mismo, están mediadas por elementos culturales. La visión y nuestro reflexionar sobre el mundo, están directamente relacionados con la manera como actuamos en ese mundo. Al mismo tiempo, nuestro actuar en el mundo refuerza la concepción que tenemos de ese sentido del mundo.

Desde los años 30 del siglo pasado la sociedad occidental vive encadenada a una cosmovisión en la que la Naturaleza aparece como un inmenso e inagotable contenedor de recursos naturales del que podemos disponer a discreción. Por otro lado, el ser humano se percibe a sí mismo, como ya describían Hobbes y Locke en el siglo XVII, como un ser condenado a desear y convertir ese deseo en la fuerza motora básica de su actividad. La aparición del consumismo en Occidente no fue accidental sino que respondió al cambio cosmovisional que se fraguó en la Modernidad, coincidiendo con la expansión del capitalismo. La explosión definitiva del consumismo, tal como la describe Jeremy Rifkin[i], surge en los años treinta:

«El fenómeno del consumo de masas no se produjo de forma espontánea, ni fue tampoco consecuencia inevitable de una insaciable naturaleza humana. Más bien al contrario. A medida que la productividad se disparaba durante los años 20 y un creciente número de trabajadores se quedaban sin trabajo, las ventas descendieron de forma más que dramática. En Nueva York los hombres de empresa organizaron el Prosperity Bureau y urgieron a los consumidores a "comprar ahora" y a "poner su dinero de nuevo a trabajar", recordando al público en general que "sus compras mantendrían el empleo en América". La comunidad de los empresarios esperaba que, convenciendo a los que todavía tenían trabajo a que compraran más y ahorraran menos, lograrían vaciar sus almacenes y estanterías y mantendrían la economía americana en funcionamiento».

Pero el elemento esencial para que pudiera cuajar este cambio lo encontramos en esas profundas raíces cosmovisionales que nos empujaron a transformar nuestra forma de vida centrándola en el consumo. La muerte de la austera ética del trabajo a manos de la tarjeta de crédito fue posible cuando las circunstancias sociales estaban ya maduras para tal cambio cultural, circunstancias que pueden comprenderse gracias a tres elementos importantes. En primer lugar, como ya hemos apuntado antes, tenemos la idea hobbesiana de deseo que ya había calado hondo en la cosmovisión occidental, generando la idea del ser humano como un ser insaciable por naturaleza. En segundo lugar, nos encontramos con unas circunstancias sociales propicias al cambio. Las grandes masas de obreros, sometidas a unas condiciones laborales extremadamente duras, vieron como una liberación la nueva situación ya que, por un lado, para consumir se necesita "ocio", lo que quiere decir que las condiciones laborales fueron progresivamente suavizadas mientras que, por el otro, porque para ser un consumidor se necesita tener una cierta capacidad adquisitiva. Finalmente, el consumismo generó (y genera) esa apariencia de prosperidad y abundancia que hizo creer (y hace creer aun hoy en día) a los trabajadores que son burgueses. El tercer elemento fue la crisis económica que hemos descrito hace un momento, descrita por Rifkin. La conjunción de estos tres factores aceleró los procesos de cambio cosmovisional y social que se retroalimentaron para generar la sociedad de consumo tal como la conocemos hoy en día.

Así pues, nuestras ideas sobre el mundo condicionan nuestro actuar en él de tal manera que sólo cambiando los elementos cosmovisionales tanto a nivel individual como social, podremos llevar a cabo una auténtica transformación que nos aleje del consumismo y nos encamine a un futuro sostenible. El proceso de cambio ya se ha puesto en marcha y tenemos muchos indicios que nos lo muestran. La aparición del ciudadano ecológico es uno de los elementos centrales en dicha transformación. Finalmente, para evitar simplificaciones y comportamientos negacionistas y pangliosanistas, además de necesitar un cambio de forma de vida, que es inevitable, debemos tener en cuenta tres elementos mas que son fundamentales a la hora de organizar un futuro sostenible: i) el tiempo que tardaremos en realizar el cambio: cuanto mas se tarde, mas costoso setrá; ii) los costes en términos de recursos económicos, materiales y humanos que tendremos que pagar por él y iii) si todavía estamos a tiempo de realizarlo o bien se trata de una situación ya irreversible. Por tanto, es crucial preveer los escenarios que podríamos encontrar y hasta qué punto esos escenarios pueden ser o no de colapso social y ambiental.

Esta nota proviene del artículo: M. Cano y J. Vives-Rego. 2013. El ciudadano ecológico: reflexiones sobre algunos contextos sociales y elementos cosmovisionales. Sociología y Tecnología (aceptado)

Ver todos artículos por Josep Vives-Rego