Consumo de proximidad y huertos comunitarios o municipales
Josep Vives-Rego para Globalízate, 31/05/2013Comentarios desde el día-a-día
Cuando se habla de consumo o compra de proximidad, nos referimos a una forma de consumo responsable que intenta disminuir la distancia entre el punto de origen y el de consumo del producto. Pero también hace referencia a unas compras que aprovechan la estacionalidad y la calidad de los productos, en el sentido de facilitar el consumo del producto fresco, de temporada y con las propiedades nutritivas y organolépticas óptimas.
Este tipo de consumo es una necesidad cada vez más patente, que entronca con temas sociales y ambientales y que nos aproxima al concepto de la soberanía alimentaria, es decir, ser cada vez menos dependientes de los alimentos que vienen del exterior. Sin embargo, no debemos olvidar que si los países ricos reducen sus compras de frutas y verduras frescas a países en vías de desarrollo, estamos dificultando que esos países se desarrollen y puedan compensar al menos en parte los gastos que deben de hacer cuando compran tecnología y sus derivados a los países avanzados. Vamos a dejar este tema para otra ocasión al igual que la necesidad de que se establezca un comercio justo entre los países ricos y los que están intentando mejores sus mermadas condiciones de vida.
Los beneficios que nos aporta la compra de proximidad, son básicamente los siguientes:
- Tener un conocimiento más directo de la procedencia de los productos, lo que nos va a permitir consumir con más y mejores garantías de seguridad y calidad.
- Proteger más al medioambiente y ser más sostenibles, al reducir los costes energéticos y la contaminación del transporte de los productos procedentes de zonas más alejadas.
- Contribuir al mantenimiento de pequeñas explotaciones familiares, agrarias y ganaderas, a la vez que evitamos el abandono de las zonas forestales.
- Favorecer la conservación de especies agroalimentarias autóctonas en peligro de desaparición.
- Contribuir al crecimiento y desarrollo de las comunidades que están cerca de nosotros y de algún modo forman parte de nuestra identidad ecológica y de nuestra bioregión.
- Optar por un consumo de proximidad, supone consumir productos y servicios hechos en nuestro entorno territorial más próximo. De esta manera se ayuda a reforzar la economía local y a reducir el gasto energético que produce el transporte de productos contribuyendo a la mitigación del cambio climático y reduciendo nuestra huella ecológica.
- Consumo de proximidad tiene también que ver con la accesibilidad a la información del producto, su origen, como se ha elaborado, los canales que ha seguido y la creación de sinergias entre el productor y el consumidor.
En el consumo o compra de proximidad el papel de los consumidores y usuarios es crucial ya que podemos situarnos entre los grupos que influyan en las condiciones con que queremos recibir estos productos y servicios. En tales situaciones podremos presionar para que esos productos se produzcan o fabriquen en el caso de tratarse de productos elaborados en condiciones justas para las personas trabajadoras. También podremos influir en que los procesos de elaboración sean respetuosos con el medio ambiente y en qué condiciones se comercializan.
Dicho de otra manera, que el consumo de proximidad nos permite alejarnos de la dictadura de la oferta (donde las empresas toman todas y cada una de las decisiones) y adentrarnos en un proceso de diálogo continuo con los diferentes grupos de interés, donde las persones consumidoras y usuarias deberían tener un papel importante.
Un tema que entronca directamente con el consumo de proximidad son los denominados huertos, municipales, periurbanos o comunitarios, que están siendo un fenómeno en expansión en los países de la Europa del sur. Estamos hablando de huertos que están situados dentro o en la periferia de los pueblos o ciudades y que sus productos se venden en la zona y en consecuencia los compradores son ciudadanos que viven cerca de esas zonas de producción.
Este tipo de huertos, no solo hacen las delicias de sus explotadores y clientes y de los visitantes, sino que además refuerzan la economía de las familias y del municipio. Estas iniciativas, no siempre bien conocidas, representan obviamente unas expectativas de actividades para aquellos que sufren el azote del paro, pero también para quienes deseen ampliar sus actividades hortícolas e incluso para emprendedores que busquen generar puestos de trabajo o nuevas oportunidades de negocio.
Los huertos pueden clasificarse de muchas maneras, por ejemplo en función de la forma de organizarse pueden ser particulares o colectivos. Según el tipo de participación pueden ser: autogestionados o tutorizados, sin olvidar los cada vez más frecuentes casos de patrocinio de ayuntamientos o instituciones públicas o privadas. En función de la propiedad de la tierra: privado, público o incluso los ocupados por personas sin trabajo o jubilados, que se apropian de espacios yermos próximos a las vías de comunicación y los convierten en fértiles huertos aptos incluso para una agricultura de subsistencia familiar, aunque con previsibles problemas legales.
De entre todos ellos, creemos que merecen especial atención tres tipos de huertos generalmente poco conocidos, pero que sin lugar a dudas ofrecen muchas oportunidades.
Los huertos municipales . Es el caso en que la administración local es la propietaria del terreno y que ceden por un período limitado (entre 3 a 5 años) unas parcelas a los interesados. Los principales objetivos de este tipo de iniciativas son: recuperación de espacios urbanos, educación ambiental y creación de espacios de socialización e incluso educación o formación. A partir de ese momento, es el consistorio que decide que personas pueden acceder, con que necesidades, que tipo de modelo de agricultura, normas de comportamiento y uso. También se decide que materiales y recursos proporciona el ayuntamiento y cuales deben aportados los usuarios. En cualquier caso la gestión del huerto está tutorizada o monitorizada por el ayuntamiento.
Huertos institucionales . Son huertos promovidos por una institución que puede ser un centro escolar, cívico o social, cooperativas, universidades[i] o incluso entidades privadas. Son las instituciones las que definen las normas de funcionamiento y objetivos. Los huertos escolares han demostrado ser una herramienta pedagógica de gran valor educativo cuando no terapéutico y los huertos en centros cívicos están en constante progreso.
Huertos comunitarios . Este tipo de huertos son muy diversos, pero su característica básica es que la gestión es colectiva por parte de una serie de miembros que se han puesto de acuerdo. Estos huertos pueden tener parcelas individuales o cultivadas por familias o pequeños grupos. Su objetivos son variables pero parece ser que en muchos casos las finalidades son aprender y experimentar técnicas hortícolas, potenciar la agricultura ecológica, crear espacios de encuentro y socialización, e incluso revindicar la recuperación de barrios o zonas municipales. A menudo nacen de asociaciones de vecinos o movimientos sociales.
¿Se os ocurren ideas o proyectos?
Josep Vives-Rego (jvives@ub.edu), Biólogo y Catedrático Emérito de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona (España) y autor de los libros:
- "Los dilemas medioambientales del siglo XXI ante la Ecoética" Ed. Bubok 2010, versión electrónica y en papel a través de: http://www.bubok.com.
- ¿Suicidio político o suicidio ecológico? Edito 2011. Editorial Fundamentos, Madrid.
[i] Puede verse un magnífico ejemplo de huerto gestionado por los propios alumnos en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona http://www.skamotverd.org.