La paradoja alimentaria: reto mayor en el siglo XXI
José Vives Rego, 31/05/2016La expresión "paradoja alimentaria contemporánea" hace referencia al hecho de que en la actualidad más de un tercio de los alimentos en todo el planeta se despilfarran o desperdician al tiempo que unos 800 millones de personas sufren malnutrición extrema. La pérdida económica es enorme y a la vez esos alimentos desperdiciados generan residuos y contaminan aguas y suelos.
Pero también son innegables los aspectos éticos y de justicia social asociados. Tras los datos de malnutrición, aparecen los dramas de la muerte infantil prematura y de sus madres y el deficiente desarrollo físico y mental de la juventud. Todas estas personas, miembros de "nuestra familia humana", nos obligan a reconocer y proteger su dignidad y sus derechos inalienables, sobre todo teniendo en cuenta que hoy día se producen suficientes alimentos para sostener a toda la humanidad.
Parece increíble que sigua habiendo gente con hambre y malnutrición incluso en los países desarrollados, en los que es un hecho habitual tirar a la basura alimentos aptos para el consumo. Ello es consecuencia de los malos hábitos de consumo en los hogares, pero también de la selección de calidades y descartes resultantes de las demandas e imposiciones del mercado.
La resolución de estos problemas, pasa por una acertada combinación de actuaciones en los ámbitos de educación, concienciación, promoción e incentivos económicos,.del Derecho y de los adelantos científicos y tecnológicos que garanticen la producción de alimentos y que los preserven hasta que alcancen las mesas de los comensales en todos los rincones del mundo. Cada año aparecen nuevos métodos para producir más alimentos con menos consumo de agua, energía y abonos. Los avances en la protección del alimento una vez producido y en su distribución segura hasta los centros de comercialización y su posterior consumo en los hogares, no paran de progresar. Sin embargo, la investigación jurídica sobre el tema se está haciendo esperar, muy posiblemente debido a la enorme complejidad del Derecho Alimentario.
Creemos que debería concebirse como una obligación moral general, la reducción del desperdicio alimentario, que recaería en cualquiera que tuviese la posibilidad de impedir el despilfarro de los alimentos. Esta obligación debería estar dirigida a todas las personas, indistintamente de que se trate de productores, comerciantes o consumidores finales. Una buena parte del desperdicio ocurre en los hogares de las sociedades avanzadas. En los países en vías de desarrollo, el desperdicio mayoritario tiene lugar en las etapas de producción, distribución y almacenamiento. Entendemos que es urgente que se desarrollen políticas educativas, sin olvidarse de establecer normativas dirigidas a los productores, fabricantes, distribuidores y comerciantes de alimentos. Son estas entidades las que también son responsables del establecimiento y aplicación de las medidas preventivas del desperdicio.
La magnitud humana, moral, económica y social del problema nos obliga a reaccionar. Más allá de las poderosas reglas que rigen el comercio y la política, tenemos que vislumbrar unas normas en las que los objetivos más importantes sean el ser humano y su bienestar. Deseamos acabar esta nota parafraseando a Alan Key cuando dijo "la mejor manera de predecir el futuro es inventándolo".
Esta nota proviene y se basa en el artículo: F. Mestres y J. Vives-Rego. 2016. JUSTICIA Y CIENCIA: AVANZANDO JUNTAS PARA CONSTRUIR UN MUNDO MEJOR. Justicia y Ciencia: avanzando juntas para construir un mundo mejor. Revista Inclusiones 3 (2), 10-27.
Link: http://www.revistainclusiones.cl/revista.html