Julio Verne trasciende como la mejor expresión del derecho a imaginar
Jorge Ricardo, 26/03/2005, La JornadaJULIO VERNE TRANSCIENDE COMO LA MEJOR EXPRESIÓN DEL DERECHO A IMAGINAR
Con motivo del centenario luctuoso de Julio Verne (1828-1905), algunos escritores mexicanos analizan la trascendencia y actualidad del creador del género de ciencia ficción que murió el mismo mes y año en que Albert Einstein publicó sus teorías sobre la relatividad restringida y la composición de la luz.
Sin embargo, una vez terminado el ''viaje romántico por la tecnología y el optimismo desbordado por la ciencia", persiste la admiración hacia Verne como la mejor muestra del derecho a imaginar, que se traduce ya no como un viaje de 20 mil leguas sino, a veces, en la nueva aventura del ''viaje ácido" y en la expresión más genuina del viaje como el ''deseo verdadero por descubrir".
''Jornalero laborioso y risueño" cuyas ficciones ''trafican en cosas probables", dijo Jorge Luis Borges, Verne fue un autor prolífico, con más de 80 obras publicadas entre novela y cuento.
Una vez que se ha cumplido lo planteado por el autor francés: los viajes en globo a larga distancia (Cinco semanas en globo), la llegada del hombre a la Luna (De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna), las videoconferencias (En el siglo XXIX) y el uso de la corriente eléctrica como fuerza motriz (Veinte mil leguas de viaje submarino), ellos resaltan no sólo su calidad literaria, sino la posibilidad y el derecho a imaginar, cancelado o no el derecho al desplazamiento físico.
La gran aventura de viajar
El químico, novelista y divulgador científico Carlos Chimal considera que la obra de Julio Verne, nacido en Nantes, Francia, el 8 de febrero de 1828, ''mantiene las características del gran momento de la novela durante el siglo XIX, con un viaje romántico y el optimismo desbordado, a veces irracional", de la ciencia, pero ''ahora tenemos un viaje en ácido, posmoderno, cínico. De las hipótesis de un futuro prometedor ya sólo existe como posibilidad la experiencia de la gran aventura mediante el viaje".
Un viaje en cualquiera de sus formas. Si, como sostiene Chimal, ''ahora las maravillas de la naturaleza continúan, pero son transmitidas por Animal Planet las 24 horas", el viaje se ha tornado en una introspección o en el reconocimiento de uno mismo, que puede ser ''un paseo infernal por Afganistán o un descenso plácido por el elevador".
El gran mérito de Verne ''es haber reinventado el género de la novela de aventuras en un viaje no siempre territorial, sino a través del tiempo", apunta el autor de El viajero científico y Armonía y saber: en busca de una estética de la ciencia.
Verne realizó más de una docena de recorridos por Europa y América, el primero de ellos a los 30 años a Escocia, lo cual le inspiró Viaje con rodeos a Inglaterra y Escocia; sus obras reunidas se encuentran en la serie Viajes Extraordinarios.
Respecto del optimismo de la ciencia, Alberto Chimal considera que ''la obra de Verne, y la de otros escritores y artistas que siguieron su estela, cambiaron nuestra percepción del mundo, de las posibilidades humanas y de la relación que podíamos tener con el tiempo histórico, fijando la idea del futuro posible y cuestionando la convicción de que ese futuro iba a ser una era de paz y de bienestar absolutos gracias al manejo sabio de la naturaleza con las herramientas de la ciencia.
''Valdría la pena volver a leer a Verne para rencontrarnos con otro modo de encarar lo que nos rodea. Aun en sus 'Viajes extraordinarios' más esquemáticos, más subordinados a mostrar sólo el asombro europeo ante lo desconocido de otros lugares, es posible encontrar el deseo verdadero de descubrir, de encontrar, si no un absoluto, al menos una definición más completa o profunda de lo que significa estar en el mundo", considera Alberto Chimal, quien dictó en la pasada Feria del Palacio de Minería la conferencia ''Julio Verne y sus mundos fantásticos".
Para el escritor de ficción, ahora ''en vez de desplazarnos a un sitio no conocido preferimos transportar nuestra 'normalidad' alrededor de nosotros y confinar lo 'otro', domarlo para que se parezca a lo que dejamos en casa".
Postura crítica hacia el futuro
Escritor influido por Edgar Allan Poe y Daniel Defoe, y cuya obra lo acerca a Víctor Hugo y Alejandro Dumas, más que el creador del género de ciencia ficción literario, Verne especuló filosóficamente sobre los derechos del hombre, la justicia que vence a la muerte y el sometimiento a los ideales mediante la construcción de arquetipos universales como el Capitán Nemo a bordo del submarino Nautilus, el Capitán Hatteras o el Rebelde Robur.
París siglo XX -novela ''perdida" que durante cerca de 130 años se mantuvo en el anonimato y se publicó en Francia en 1994- es la mejor obra del autor francés, opina el escritor H. Pascal, fundador del colectivo Goliardos y del Círculo Independiente de Ciencia Ficción y Fantasía.
En ella abandona su postura ''más bien tecnologizante y premoniza el siglo XX con una sociedad mucho más crítica sociológicamente hablando, con sociedades occidentales alternas, y ya no esa visión colonialista que encontramos en Cinco semanas en globo".
Sobre la relación del escritor con México, en 1851 fue publicada su novela Los primeros navíos de la marina mexicana, que describe un viaje de Acapulco al Popocatépetl, y desde finales del siglo XIX comenzaron a publicarse las primeras traducciones en semanarios nacionales.
Pascal resalta ''el derecho a imaginar que vislumbró Julio Verne" y el haber demostrado que ''la ciencia ficción no debe ser un tratado de tecnologización, sino una postura crítica hacia el futuro".
También autor del estudio Edgar Poe y sus obras -en realidad su único texto de crítica literaria-, a Verne se le adjudican, sin base alguna, la bomba atómica, a partir de la versión fílmica errónea que Walt Disney hizo en 1954 de Veinte mil leguas de viaje submarino; el automóvil, acreditado a Nicolás Cugnot desde 1770; el fax, ideado por Alexander Bain en 1843, y el mismo submarino, aun cuando el británico Robert Fulton había construido el prototipo en 1801, con el nombre de Nautilus.
Aunque por muchos años se le ha considerado un autor de imaginación desbocada que se vuelve anacrónico ante el avance de la ciencia, ''la lectura de Julio Verne, en tanto que aventura, siempre será actual; el aventurero es alguien que lucha en desventaja contra la naturaleza, la sociedad, Dios, y contra sí mismo", opina Edgar Omar Avilés, ganador del premio binacional México-Quebec de cuento.
''Si hoy un hombre intentara dar la vuelta al mundo en 80 días a bordo de un globo aerostático -continúa Avilés-, la travesía sería igualmente emocionante; sobre el globo, ese hombre vería pasar un avión, mas no le prestaría mayor importancia: él estaría intentando amarrar una soga."