Lecciones del Norte
Jeffrey D. Sachs, 09/05/2006, Project SyndicatePocos debates sobre la economía serían necesarios, si el mundo dedicara más tiempo a examinar lo que funciona y lo que no. Casi en todas partes, ha habido un enconado debate sobre cómo combinar las fuerzas del mercado y la seguridad social. La izquierda pide un aumento de la protección social; la derecha dice que así se debilitaría el crecimiento económico y los déficit fiscales serían mayores.
Pero se puede hacer avanzar ese debate examinando las logradas economías de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, los Países Bajos y Suecia. Si bien ninguna experiencia regional es directamente transferible, los países nórdicos han combinado con éxito la asistencia social con niveles elevados de renta, crecimiento económico sólido y estabilidad macroeconómica. También han logrado niveles elevados de gestión idónea de los asuntos públicos.
Desde luego, también hay diferencias entre los Estados nórdicos, dado que el gasto mayor en asistencia social corresponde a Dinamarca, Noruega, los Países Bajos y Suecia y es un poco inferior en Finlandia e Islandia. Aun así, mientras que en los Estados Unidos los impuestos en el nivel nacional representan el 20 por ciento, aproximadamente, del PIB, en los países nórdicos el porcentaje asciende a más del 30 por ciento.
Con esos elevados impuestos se sufragan la asistencia nacional de salud, la educación, las pensiones y otros servicios sociales, gracias a lo cual los niveles de pobreza son bajos y hay una diferencia relativamente poco importante entre la renta de los hogares más ricos y la de los más pobres. En los Estados Unidos, el 20 por ciento de los hogares, los más pobres, recibe tan sólo el 5 por ciento de la renta total, con lo que su renta representa la cuarta parte de la media nacional. En cambio, en los países nórdicos, ese mismo 20 por ciento recibe casi el 10 por ciento de la renta total, lo que representa la mitad, aproximadamente, de la media nacional.
Los conservadores americanos sostienen que un sector público importante es propenso a la ineficiencia y la mala gestión, la corrupción y el abuso burocrático, mientras que la fiscalidad necesaria para mantenerlo reduce la eficiencia económica, pero la experiencia nórdica refuta cada una de esas afirmaciones.
Examinemos las afirmaciones de ineficiencia y despilfarro. Gracias al seguro nacional de salud, financiado por el Estado, los países nórdicos tienen una esperanza de vida mayor y una tasa de mortalidad infantil menor que los EE.UU. La esperanza de vida está próxima a los 80 años en los países nórdicos, frente a los 78 en los EE.UU., donde el Estado no garantiza el seguro nacional de salud y millones de familias son demasiado pobres para pagarlo por su cuenta. Resulta irónico que la mayor dependencia del sector privado en el sistema de los EE.UU. sea tan ineficiente, que los americanos pagan un porcentaje mayor del PIB por la salud (14 por ciento) que los países nórdicos (11 por ciento), pero reciben menos prestaciones.
Asimismo, aunque el gasto en la asistencia social es inferior en los EE.UU. que en los países nórdicos, su déficit presupuestario como porcentaje de la renta nacional es mucho mayor. Los EE.UU. gastan menos en el sector público, pero sus impuestos resultan inferiores incluso a su gasto.
Tampoco la elevada fiscalidad de los países nórdicos constituye un obstáculo para el rendimiento económico. En lugar de depender principalmente del impuesto sobre la renta, como en los EE.UU., los países nórdicos dependen del impuesto al valor añadido, que brinda una cantidad relativamente mayor de renta con niveles relativamente bajos de evasión y pocas distorsiones de la economía.
La experiencia nórdica también refuta la afirmación de los conservadores de que un importante Estado del bienestar debilita los incentivos del trabajo y del ahorro. El ahorro nacional en los países nórdicos representa por término medio más del 20 por ciento de la renta nacional, frente a un 10 por ciento, aproximadamente, en los EE.UU.
Además, el crecimiento económico en los países nórdicos ha sido similar al de los EE.UU. en los últimos años. Los niveles de renta son superiores por término medio en este país, pero principalmente porque los países nórdicos trabajan menos horas a la semana. En cualquier caso, todos los países nórdicos tienen rentas muy elevadas y la renta por habitante de Noruega supera, de hecho, a la de los EE.UU.
Varios factores parecen explicar el éxito económico de los países nórdicos. La fiscalidad es amplia y relativamente poco distorsionadora, mientras que para mantener los incentivos se recurre a la apertura del comercio internacional, las fuerzas del mercado y la propiedad privada de la industria. Los países nórdicos no son economías "socialistas", basadas en la propiedad y la planificación estatales, sino economías de "Estado del bienestar", basadas en la propiedad privada y los mercados, con prestación pública de la protección social. Un detalle importante es el de que invierten intensamente en la educación superior y en la ciencia y la tecnología, por lo que se mantienen en la vanguardia de las industrias de tecnología avanzada.
Hace medio siglo, el economista partidario del libre mercado Friedrich von Hayek sostuvo que un gran sector público amenazaría a la propia democracia y colocaría a los países europeos en el "camino de la servidumbre". Sin embargo, los Estados nórdicos han prosperado, y no han padecido efectos negativos, gracias a un importante Estado del bienestar, con mucha menos corrupción en el sector público y niveles muy superiores de participación de los votantes que en los EE.UU. Según Transparencia Internacional, los países nórdicos tienen los sistemas políticos menos corruptos del mundo (y de ellos Islandia y Finlandia son los menos corruptos), mientras que los EE.UU., con su política en pro de los adinerados, están bastante más abajo en la lista.
Pero, ¿hasta qué punto se pueden reproducir los éxitos nórdicos? Esos países tienen poblaciones reducidas, un acceso fácil al comercio internacional, recursos naturales y vecinos pacíficos. Lo más destacado es que son étnicamente homogéneos, por lo que las divisiones sociales son más propicias para las transacciones. Sin embargo, eso significa que el imperativo del mantenimiento de un importante Estado del bienestar en sociedades étnica y racialmente diversas, como, por ejemplo, los EE.UU., no es económico, sino de fomento del respeto y rechazo de la exclusión.