Otros estragos del tsunami
Iván Restrepo, 28/01/2005Ivn Restrepo/La Jornada
En un escueto comunicado, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que el daño que hace un mes ocasionó el maremoto en Asia a los recursos pesqueros es peor de lo que se esperaba. La agencia de la ONU afirma que la base de sustento de millones de familias que viven de la riqueza del mar sufrió daños incalculables, especialmente en el océano Indico. En paralelo desapareció virtualmente la flota pesquera de extensas áreas costeras de Sri Lanka, Indonesia, las Maldivas y Tailandia. Incluso la de las paradisiacas islas Seychelles, joya turística del planeta. Solamente en el primero de los países citados murieron 20 mil pescadores, desapareció 80 por ciento de su flota ribereña y de altamar, así como 10 de sus 12 puertos. En el norte de Sumatra la fuerza del agua borró más de mil granjas de producción de camarón. Los países afectados por el tsunami obtienen del mar y de los ecosistemas costeros buena parte de su alimentación y de sus ingresos. La población se localiza preferentemente en la franja litoral y toda, de alguna manera, tiene relación con la pesca.
El más reciente reporte de los especialistas menciona cómo esta pérdida en producción e ingreso propicia la creación de caldos de cultivo de la variedad de mosquitos que produce la malaria. En Indonesia un brote de dicho mal causaría más de 100 mil muertos. La malaria, se nos olvida, mata cada año a decenas de miles, especialmente en Asia y Africa. Su presencia es mayor cuando llegan las lluvias, como ocurre ahora en varias partes de los países afectados por el maremoto.
Junto con el dengue, será visible en los días venideros porque los mosquitos que propagan dichos males se crían en depósitos de agua dulce estancada, no en la salada que condujo tierra adentro el maremoto. Los daños que éste ocasionó a la infraestructura pública y a las áreas costeras propician la formación de grandes estanques de agua de lluvia, ideal para que los mosquitos se desarrollen. Dado que miles de familias quedaron sin vivienda, permanecen ahora en lugares donde los mosquitos pueden hacer más daño que nunca.
Por su parte, un grupo de expertos pertenecientes a diversas agencias ambientales de la Unión Europea advirtieron el viernes pasado que en los países afectados directamente por el maremoto los efectos del cambio climático serán peores y más extendidos que en el resto del mundo. La nueva conformación de la zona costera por efecto de la fuerza del agua alteró el hábitat en que por mucho tiempo vivieron miles de especies animales y vegetales. Pero esos cambios son fruto de otros ocurridos antes, no menos nocivos, que finalmente hicieron que los estragos del maremoto fueran más mortíferos y destructivos.
Ahora los centros de investigación de los países afectados señalan que las autoridades alentaron la destrucción de ecosistemas costeros claves para atenuar la fuerza del mar. Haciendo a un lado principios ambientales básicos (que conocían las burocracias locales) aprobaron la creación de granjas para cultivar camarón y otras especies, así como "desarrollos" turísticos literalmente donde rompen las olas del mar. No tuvieron en cuenta para ello la mínima planeación. Así, desaparecieron lo mismo extensos manglares y formaciones de coral que tulares y popales, todos de inmenso valor ambiental y productivo. El agua marina, sin ninguna barrera natural que la contuviera, avanzó tierra adentro con más fuerza que nunca.
Otros científicos alertan sobre la posibilidad de que el Caribe sea escenario de "tsunamis mortíferos", ya que ahí se encuentran las zanjas más profundas del mundo, precisamente donde se forman los maremotos. En cambio, no existe un sistema de prevención, de aviso, en toda el área. Tampoco en México ni en los países centroamericanos que se verían afectados por la fuerza del agua. Pero, con o sin maremotos, nuestras áreas costeras sufrirán daños incalculables por uno de los efectos ya probados del cambio climático: el aumento del nivel del mar. Y, al igual que en otros campos del quehacer nacional, brillan por su ausencia medidas oficiales para evitar lo peor. Roberto Madrazo III dirá entonces que todo se debió a la desidia de su predecesor, el ex presidente panista Diego Fernández I.