El abandono de los pobres de Asia

Isabel Ortiz y Anita Kelles-Viitanen, 26/05/2008,
Project Syndicate

NUEVA YORK – Más de la mitad de la población de Asia –1.800.000 millones de personas– vive con menos de dos dólares al día; más de 600 millones de ellas intentan sobrevivir con menos de un dólar al día. Como ahora los precios se están poniendo por las nubes, la mayoría de los “trabajadores pobres” de Asia, que ya están luchando en tierras degradadas, en fábricas en las que se los explota, en las calles y en los hogares, corren riesgo de caer en una mayor indigencia.

Sin embargo, el Banco Asiático de Desarrollo, institución cuya misión es la de reducir la pobreza, aprobó el mes pasado una nueva estrategia institucional (Marco Estratégico a Largo Plazo 2008-2020 del BAD) que guarda un silencio siniestro sobre la importancia del empleo y la protección social para los pobres. Un puñado de burócratas influyentes del BAD con salarios elevados, pensiones garantizadas, seguro completo de enfermedad, vivienda subvencionada y educación para sus hijos, ha decidido, al parecer, que la financiación de la vivienda subvencionada, y los programas de salud, nutrición y de protección de la infancia no son prioridades. Tampoco considera que la reforma agraria, los servicios de empleo o las pensiones sean prioridades para todos los asiáticos.

En cambio, esos funcionarios han decidido replantear las operaciones del BAD en tres sectores: crecimiento económico no excluyente, crecimiento medioambientalmente sostenible e integración regional, con insistencia particular en el desarrollo el sector privado. El BAD va a abandonar el decisivo apoyo público al desarrollo social.
La nueva estrategia es una inversión de las políticas de finales del decenio de 1990, cuando el BAD cambió su objetivo de “crecimiento económico” por el de “reducción de la pobreza”. Las políticas anteriores del BAD se basaban en un crecimiento de base amplia, una buena gestión de los asuntos públicos y el desarrollo social. Diez años después, sólo queda el huero lema institucional de “una región de Asia y el Pacífico libre de pobreza”.

La protección social, la vivienda, el empleo y los trabajadores no figuran en el nuevo programa del BAD. Se tendrán en cuenta la salud y la agricultura sólo con carácter muy selectivo. Sólo queda la educación como futuro sector de inversión, dadas sus repercusiones en la productividad, pero se ha abandonado el resto de las muy necesarias intervenciones en el sector social en favor de la inversión en infraestructuras, el medio ambiente, la integración regional y la financiación.

No se ha aprendido ninguna de las enseñanzas resultantes de la crisis financiera asiática, que subrayó la importancia de la protección social. Sólo se hace referencia a las pensiones en relación con el desarrollo del sector financiero: el BAD va a fomentar los seguros privados, pese a las pruebas presentadas por las Naciones Unidas, la Organización Internacional del Trabajo, el Banco Mundial y las ONG de que las pensiones privadas no llegan a los pobres.

Si el BAD se tomara en serio la reducción de la pobreza, dedicaría una parte importante de sus inversiones al desarrollo social, en particular a los planes sociales universales y no contributivos, que pueden reducir la pobreza de un 35 a un 50 por ciento.

¿Por qué va a reducir su programa el BAD? ¿Por qué quiere denegar a los gobiernos el acceso a fondos muy necesarios para el desarrollo social?

El BAD sostiene que otros organismos se encargan del desarrollo social, pero ese argumento carece de justificación: si bien instituciones como, por ejemplo, las Naciones Unidas y las ONG pueden dedicarse al desarrollo social, no cuentan con tanta financiación como el BAD. Además, muchas otras instituciones públicas y privadas emprenden los proyectos de financiación e infraestructuras en los que quiere centrarse ahora el BAD, por lo que, ¿cuál es la aportación específica del BAD y a quién va a servir?

Desde luego, la nueva estrategia del BAD no va a servir a la mayoría de los asiáticos, el 60 por ciento de los cuales sigue viviendo en zonas rurales pobres. De hecho, Asia y el Pacífico alojan a las tres cuartas partes de los niños afectados de retraso en el crecimiento, peso inferior al normal y malnutrición en el mundo. Las tasas de mortalidad materna siguen siendo deprimentes en varios países. A medida que aumentan los precios de los alimentos, lo hacen también el hambre y la pobreza.

Las presiones internas y externas ejercidas en la reunión anual del BAD celebrada este mes de mayo forzaron al banco a reaccionar ante la actual crisis alimentaria con programas de seguridad alimentaria. Todo eso está bien, pero es insuficiente. También ofreció medidas a medio plazo, como, por ejemplo, las relativas a infraestructuras y financiación rural. Hacen falta otras medidas para reducir la pobreza en las zonas rurales, como, por ejemplo, reforma agraria y derechos, servicios de extensión agraria y ampliación del acceso a la atención de salud y a las pensiones sociales no contributivas, por citar sólo algunos.

Sin embargo, el objetivo más importante del BAD parece ser aumentar el apoyo al sector privado del 15 al 50 por ciento del total de las operaciones bancarias. Varios países han expresado reservas al respecto. Dichas operaciones comprenderán financiación directa, aumento de los créditos, y garantías –una subvención a un sector conocido por sus operaciones arriesgadas e improductivas en el BAD–, además de reglamentación facilitadora de los negocios y eliminación de los “obstáculos” al mercado, incluidos los derechos laborales y sociales. Dichos derechos son las salvaguardias sociales mínimamente aceptables, que el BAD está intentando cercenar mediante otra revisión en marcha.

Si los gobiernos de los países miembros del BAD no revocan sus políticas actuales, también ellos serán acusados de pasar por alto las necesidades urgentes de los pobres. La reducción de la pobreza requiere políticas económicas y sociales que lleguen a las personas. El crecimiento por sí solo no es suficiente para garantizar la reducción de la pobreza en Asia y el Pacífico.

Isabel Ortiz, ex funcionaria superior del BAD, fue miembro fundador de su Dependencia sobre la Pobreza; Anita Kelles-Viitanen fue Directora de Desarrollo Social del BAD.

Copyright: Project Sindicate, 2008.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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