La duda sobre la ciencia del clima es un producto creado por una industria
Graham Readfearn, 25/03/2015, The GuardianEs un producto que se puede encontrar en las columnas de los periódicos, en las tertulias de TV, en las conversaciones mientras se toma una copa, en las barbacoas, en los trayectos en taxi y en los discursos políticos.
Puede encontrar este producto en las librerías, en los circuitos de conferencias patrocinadas, en las Cartas al Director de los periódicos locales e incluso en las Conversaciones sobre Cambio Climático de Naciones Unidas.
Este producto es la duda: dudar de las causas e impactos del cambio climático, de la imparcialidad de los científicos del clima, de los datos registrados sobre la temperatura mundial, de la elevación de los océanos y de la física atmosférica básica.
Se duda sobre las "agendas" de los responsables políticos y de las agencias medioambientales gubernamentales, mientras se intente politizar de continuo a la ciencia climática tildándola de "izquierdista".
También se duda sobre el papel que podría jugar la energía renovable ahora y en el futuro.
Y sin embargo, lo que más importa, es que en las principales publicaciones científicas del mundo casi no se ve en parte alguna que se dude de que quemar combustibles fósiles sea la causa de que el planeta se esté calentando.
En las últimas dos semanas hemos podido ver de nuevo el trabajo la industria de la negación del cambio global y de la maquinaria que produce todas estas dudas.
En cuanto a estos procesos de recuperación, la historia gira alrededor del Dr. Willie Soon, negacionista de la ciencia climática en activo mucho tiempo, pues lleva 15 años trabajando como abeja obrera en numerosos think tanks conservadores.
Los documentos obtenidos del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, donde Soon ocupa un puesto de investigación a tiempo parcial, han llevado a cuestionarse las reglas sobre conflictos de intereses y revelación de descubrimientos a las publicaciones en las que Soon ha dado a conocer su obra.
Como ha explicado The Chronicle of Higher Education, The Smithsonian no paga un sueldo a Soon ni tiene ninguna asociación con la mundialmente famosa Harvard University, a pesar de que el nombre de esa institución sugiera que pudiera existir.
Soon obtiene el dinero por su cuenta y en la última década ha procedido casi en su totalidad de la industria de los combustibles fósiles o de grupos conservadores. The Smithsonian está realizando ahora una revisión, desde que también se ha sabido que había aceptado una cláusula que impedía a la institución revelar la identidad de al menos un donante.
Ahora se sabe que tres senadores estadounidenses han solicitado información acerca de la investigación del cambio climático y de los científicos que podrían estar implicados en ello a 100 grupos de combustibles fósiles, think tanks conservadores pro "libre mercado" y grupos de donantes alineados con los conservadores.
Soon afirma que el Sol es el principal causante del clima del mundo, pero además resta importancia a las preocupaciones por el aumento de los niveles del mar y al impacto sobre la salud del mercurio generado con la quema de carbón.
Hace ya mucho tiempo que los científicos han criticado el trabajo de Soon por considerarlo defectuoso. El Dr. Gavin Schmidt, director del Goddard Institute for Space Studies de la NASA, ha descrito la obra de Soon como "particularmente pobre" y "prácticamente inútil".
La máquina de la negación
Durante más de 15 años, Soon ha jugado un papel clave en la industria mundial dedicada a la producción de dudas sobre la ciencia del cambio climático.
Tal como yo lo veo, hay cuatro engranajes principales en esta máquina: think tanks conservadores "pro libre mercado", grupos de relaciones públicas, organizaciones de combustibles fósiles y grupos mediáticos alineados.
De vez en cuando, con los años, se ha levantado la cubierta de la máquina negacionista del clima, revelando su funcionamiento oculto.
Como escribí en The Guardian la semana pasada, en 1998 se filtró un memorando del American Petroleum Institute en el que se detallaba cómo se había unido una docena de lobbies de los combustibles fósiles con think tanks y profesionales de las RR.PP. asociados, para llevar a cabo un proyecto de desinformación masivo sobre la ciencia del clima.
En el memorando se afirmaba que la "victoria" se lograría cuando las "incertidumbres" (léase "dudas") formaran parte del conocimiento público convencional.
Tal como detallaba en mi artículo, muchas de esas personas siguen trabajando en la industria de producción de dudas sobre la ciencia del clima, al tiempo que defienden los combustibles fósiles.
Pero no fue la primera ni será la última vez que han aparecido documentos internos que muestran el trabajo conjunto de la industria de los combustibles fósiles y de los ideólogos con el objetivo de producir dudas sobre la ciencia del clima.
En 1991, por ejemplo un grupo de centrales de carbón creó una campaña de publicidad y relaciones públicas que también incluiría científicos con el objetivo de "resituar el calentamiento global como una teoría (no como un hecho)".
En el año 2000, el influyente asesor y entrevistados republicano estadounidense Frank Luntz creó un memorando destinado a la industria de la energía y a cualquier otra que se opusiera a la ciencia del cambio climático. Luntz escribió:
Si el público llegara a creer que las cuestiones científicas están resueltas, con ello cambiarían sus opiniones sobre el calentamiento global. Por tanto, es necesario seguir manteniendo la ausencia de certeza científica como una cuestión primordial del debate.
Luntz también proponía que los republicanos deberían dejar de usar la frase "calentamiento global" y sustituirla por "cambio climático", porque esta era "menos atemorizadora".
En 2006, la Intermountain Rural Electric Association grupo que distribuye la electricidad generada con carbón redactó una hoja de datos para que sus miembros la pasaran a los empleados, quienes deberían pasarla a sus amigos y familiares.
Los materiales afirmaban que el cambio climático estaba causado principalmente por los cambios en las emisiones solares, los cambios en la órbita terrestre y las placas tectónicas.
Aunque todas las academias científicas del mundo estuvieran en desacuerdo con ello, el panfleto afirmaba que el papel jugado por el dióxido de carbono era menor. La hoja de datos decía:
La teoría de moda sobre el calentamiento global está lastrada por el gran engaño de que la actividad humana produzca un impacto significativo en el cambio climático.
Otro intento infame fue la petición de Oregón: una supuesta encuesta a graduados científicos estadounidenses en la que se afirmaba que 17.000 "científicos" (más tarde la cifra se elevó a 33.000) no encontraban "una evidencia convincente" de que el dióxido de carbono fuera un problema para el clima del mundo (la mayoría de los signatarios se habían graduado en disciplinas que no tenían la menor relación con el tema).
Como escribí el pasado años, aunque la petición era uno de los puntos más débiles del cancionero de la negación de la ciencia del clima, eso no impidió que Dick Warburton, un revisor por designación gubernamental de la política de renovables australiana, lo citara como una supuesta prueba de que había una división entre los científicos con respecto a las causas del cambio climático.
En 1998 la petición llevaba un manuscrito adjunto, del que era coautor Willie Soon, en el que se afirmaba que "las predicciones de efectos climáticos nocivos" debidos al incremento de los niveles de dióxido de carbono "eran erróneas".
El manuscrito tenía un formato casi idéntico al utilizado por las prestigiosas Proceedings of the National Academy of Sciences, por lo que la National Academy of Sciences emitió una declaración afirmando que no tenía ninguna relación con la petición y que el manuscrito "no se había publicado en las Proceedings of the National Academy of Sciences ni en ninguna otra publicación que se rigiera por el principio del peer-reviewed".
La guía real del tabaco
La campaña para sembrar dudas y descrédito sobre la ciencia, para mantener los beneficios de la industria, fue perfeccionada por la industria tabaquera en su lucha contra la ciencia que vinculaba sus productos con el cáncer.
En el libro Merchants of Doubt (estrenado como película esta semana) los autores Naomi Oreskes (actual profesora en Harvard) y Erik Conway explican que algunas de las personas y think tanks que habían trabajado para la industria tabaquera se han pasado al negacionismo de la ciencia del clima.
Los documentos obtenidos por los pleitos estadounidenses contra la industria tabaquera en los decenos de los años 90 y los años 2000 se encuentran ahora en la Legacy Tobacco Documents Library.
Entre los miles de documentos se incluye Bad Science: A Resource Book, descrito en Merchants of Doubt como un "manual práctico para los que combaten los hechos".
Producido por la industria tabaquera para ayudar a cualquier industria en su lucha contra cualquier legislación basada en los descubrimientos científicos, era una representación, en forma escrita, de la guía de la gran industria tabaquera.
El libro proporciona temas y elementos noticiables para armar a cualquier industria que luche contra la regulación. Entre los argumentarios en los que se debería insistir, el libro sugería estos:
A menudo se manipula la ciencia para cumplir con una agenda política.
Con frecuencia, las agencias gubernamentales traicionan la confianza pública, violando los principios de la buena ciencia en su deseo de lograr un objetivo político.
Las decisiones políticas públicas basadas en una ciencia equivocada imponen enormes costes económicos en todos los aspectos de la sociedad.
Entre los recortes de periódicos proporcionados como apoyo había columnas periodísticas, varias de las cuales adoptaban los puntos de vista de los negacionistas de la ciencia del clima, con titulares que lo evidenciaban.
Por ejemplo "Las teorías del calentamiento deberían incluir una etiqueta de advertencia", "La Cumbre Mundial encadenará el planeta, en lugar de salvarlo" y "Por fin terminan los grandes engaños sobre el amianto".
¿Think tanks?
En la época de la petición de Oregon, Willie Soon estaba afiliado al George C. Marshall Institute, uno de los primeros del libre mercado estadounidense que abordó la negación de la ciencia del clima con la ayuda de fondos procedentes de la industria de los combustibles fósiles.
Esta semana, otro think tank del libre mercado, el Heartland Institute, emitió una declaración en nombre de Soon, quien afirmaba que los fondos que había recibido nunca habían influido en su trabajo y que siempre que se lo habían preguntado había revelado quiénes le apoyaban financieramente.
Por supuesto, Heartland sigue defendiendo a la industria del tabaco desde su "Smoker's Lounge" online y afirma que la "campaña de demonización de los fumadores" de la comunidad de salud pública está basada en "ciencia basura".
En el mundo hay una red de estos think tanks que juega un papel vital en la producción de dudas, como parte de lo que debería ser considerado como un intento de relaciones públicas que sirve a los intereses invertidos por la industria de los combustibles fósiles.
Por ejemplo, Estados Unidos cuenta con el Competitive Enterprise Institute, The George C. Marshall Institute, el Heartland Institute y la Campaign for A Constructive Tomorrow.
En el Reino Unido está Global Warming Policy Foundation, un grupo que se niega a revelar de quiénes proceden sus fondos, pero que ha recibido el apoyo de conservadores ricos.
Australia tiene sus propios engranajes en la maquinaria de negación de la ciencia del clima.
Además de contar con la simpatía de la prensa propiedad de Rupert Murdoch y de la industria de los combustibles fósiles, hay un influyente "think tank" del libre mercado: el Institute of Public Affairs.
El IPA es otro grupo que impulsa la negación de la ciencia del clima al tiempo que defiende a la industria tabaquera (el Sydney Morning Herald informó en 2012 que el Instituto recibía el apoyo financiero del British American Tobacco).
El pasado año, la IPA solicitaba a sus seguidores que se beneficiaran de concesiones fiscales por ayudar a dotar de fondos a un libro sobre el clima con capítulos escritos por un grupo conocido de negacionistas de la ciencia del clima, uno de los cuales era el Dr. Soon.
En febrero, la IPA realizó un breve tour de promoción de su libro Climate Change: The Facts (alguien me sugirió que si hubieran colocado los "dos puntos" una palabra a la izquierda, el título habría descrito mucho mejor el contenido).
La duda es su producto
En un famoso memorando de 1969 de la industria tabaquera, un ejecutivo escribió:
La duda es nuestro producto, pues es el mejor medio de competir con el "corpus de datos" que hay en la mente del público. Es también el medio de establecer una controversia. En el mundo de la empresa reconocemos que existe una controversia. Sin embargo, entre el público general hay un consenso de que los cigarrillos son en cierta medida nocivos para la salud. Si conseguimos establecer una controversia a nivel público, tendremos la oportunidad de transmitir los hechos reales sobre el tabaco y la salud. La duda es, también, el límite de nuestro "producto".
Lo que es evidente, y lo ha sido desde hace mas de una década, es que la industria de negación de la ciencia del clima es, en gran parte, una extensión de un programa desarrollado en los 60 por las grandes industrias tabaqueras.
Gran parte de su producto, generosamente extendido, es un ejercicio de relaciones públicas. El hecho de que esto no sea reconocido es también, posiblemente, un resultado de la producción de dudas.
Probablemente podrá encontrar algunos ejemplos de ese producto en la sección de comentarios de este post. Disfrútelos.