Luchar contra la desigualdad es clave para frenar el cambio climático
Gonzalo Andrade para Globalízate, 06/03/2017Si de algo nos hemos hecho conscientes durante las últimas décadas es de que la actividad humana está cambiando la faz de la tierra y tiene un enorme efecto en la dinámica general del planeta. La emisión de gases de efecto invernadero ha aumentado la temperatura media global de forma tangible y está provocando grandes cambios en los patrones de precipitación, lo quen puede llevarnos a escenarios nada prometedores. Todo ello se ha estudiado, modelizado y debatido ampliamente. Sin embargo, también existen otros problemas ambientales como la deforestación ligada a la expansión de la agricultura o la escasez de agua. Asimismo, no podemos olvidar que el mundo está habitado por una población humana creciente que demanda recursos naturales y genera residuos. A pesar de las evidentes relaciones entre el sistema terrestre y el sistema humano, la mayor parte de los modelos existentes para predecir el cambio climático tienen en cuenta tan sólo la dinámica temporal en la producción de gases de efecto invernadero, y no otras variables como el crecimiento poblacional, las desigualdades económicas, el comercio o los sistemas de producción agropecuaria.
Precisamente a ello, a revisar los estudios sobre cómo las relaciones entre el sistema terrestre y el sistema humano están afectando al cambio climático se ha dedicado un grupo de investigadores de muy variadas procedencias durante los últimos años. Los resultados de dicho trabajo han sido publicados este mes en National Science Review y son bastante tajantes.
Pista artificial de esquí alpino en Dubai (Emiratos Árabes Unidos). ¿Es realmente necesario esquiar en el desierto?. La desigualdad en el consumo de recursos entre los países ricos y los países empobrecidos está acelerando enormemente el cambio climático.
El sistema terrestre (la atmósfera, los océanos, la superficie terrestre y la biosfera) proporciona al sistema humano (las personas y sus patrones de población, distribución y consumo) los recursos que este necesita (agua, energía, biomasa y materiales), pero también actúa de sumidero de sus actividades, absorviendo las emisiones, la polución y los residuos sólidos de las mismas. Hay, de esta forma, una retroalimentación entre ambos sistemas. El cambio climático está empezando a afectar las actividades humanas, pero estas también tienen un importante efecto en los posibles escenarios de cambio climático. Dicho efecto está relacionado principalmente con las desigualdades económicas que provocan conflictos y procesos migratorios, los niveles y patrones de consumo de recursos que aceleran esas desigualdades, y el número de personas que consumen dichos recursos y demandan energía. Los autores afirman que la elección de las comunidades humanas por un modelo de desarrollo u otro puede marcar importantes diferencias en la forma en que este afecta al cambio climático. Por ejemplo, a pesar de que la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso ya venían aumentando desde el inicio de la revolución industrial, tras la revolución verde de los años 60, dicho aumento fué de 700, 1000 y 300 veces, respectivamente, respecto a los niveles pre-industriales.
Asimismo, el impacto del crecimiento poblacional en el cambio climático ha sido enorme en el conexto de la creciente desigualdad económica. Los países ricos no sólo son responsables de las tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero entre 1850 y 2000, si no que, en la actualidad, poseen una tasa de uso de recursos de cinco a 10 veces mayor que la de los países empobrecidos. La disparidad es incluso mayor cuando se incluyen las desigualdades dentro de los diferentes países (ricos y empobrecidos). Uno de los efectos de esta desigualdad es que el 10% más rico produce tantas emisiones de dióxido de carbono como el 90% más pobre. Por todo ello los autores del trabajo afirman sin rodeos qque fomentar la igualdad social y económica hace a las sociedades más proclives a entender los cambios que está experimentando el planeta y a actuar frente a ellos, reduciendo el crecimiento poblacional y asumiendo formas de vida más sostenibles.
En base a sus resultados, asimismo, argumentan que los climatólogos, deberían tener en cuenta no sólo los cambios en la composición del aire, la precipitación y la temperatura, o los efectos de dichos cambios en los casquetes polares y las masas forestales, si no también incluir en sus modelos aspectos como los sistemas
agrícolas, el crecimiento urbano, el tráfico aéreo y terrestre, y el comercio mundial de materias primas. Sólo así seremos capaces de hacer predicciones realistas.
Para saber más:
Motesharrei S., Rivas J., Kalnay E., Asrar G.R., Busalacchi A.J., Cahalan R.F., Cane M.F., Colwell R.R., Feng K., Franklin R.S., Hubacek K., Miralles-Wilhelm F., Miyoshi M.R., Sagdeev R., Shirmohammadi A., Shukla J., Srebric J., Yakovenko V., Zeng N. 2016. Modelling sustainability, population, inequality, consumption and
bidirectional coupling of the earth and human systems. National Sience Review 3: 470-494.