Los océanos, saturados de dióxido de carbono
Gonzalo Andrade para Globalízate, 14/09/2014La Organización Meteorológica Mundial (OMM), organización dependiente de la ONU con sede en Ginebra, publica cada año un informe anual sobre gases de efecto invernadero en el que aporta interesantísimos datos sobre las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso entre otros gases. Según el último informe, presentado el pasado martes 9 de Septiembre, la concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado 2,9 partes por millón entre 2012-2013, mucho más que durante cualquier otro año desde 1984. De esta forma, el forzamiento radiativo de las concentraciones atmosféricas de este gas, es decir, su efecto sobre el clima, ha aumentado ya un 34% desde 1990. ¿A qué se debe este enorme aumento? ¿Se ha producido, durante el último año un incremento espectacular de las emisiones de dióxido de carbono debidas a la quema de combustibles fósiles o a la deforestación?... No. Las concentraciones de CO2 presentes en la atmósfera resultan del equilibrio existente entre las emisiones de este gas de origen natural o debidas a la actividad humana, y la capacidad de los ecosistemas terrestres y los océanos para absorber estas. Es precisamente en este último punto donde tenemos que fijarnos para encontrar una respuesta.
El presidente de la Organización Meteorológica Mundial, el francés Michel Jarraud, durante la presentación del informe anual sobre gases de efecto invernadero el pasado martes 9 de Septiembre.
Básicamente, las concentraciones de CO2 en la atmósfera han aumentado tanto durante el último año porque la absorción de las mismas por parte de los océanos ha disminuido. Durante las últimas décadas los océanos han absorbido una enorme cantidad de este gas, lo que ha alterado profundamente la química del agua en los mismos. Cuando el dióxido de carbono se disuelve en el agua reacciona con esta y con otros componentes químicos dando como resultado una mayor concentración de iones de hidrógeno y una menor concentración de carbonatos. Es lo que se conoce como acidificación de los océanos. Muchos animales marinos entre los que se encuentran los corales, los crustáceos (cómo la langosta) y los moluscos (como el mejillón), contienen carbonatos en sus estructuras vitales, por lo que una disminución de la concentración de estos pone en peligro su supervivencia y desarrollo, alterando por completo sus dinámicas poblacionales. Ello afecta enormemente a los servicios ambientales que proporcionan los océanos a través de estos organismos (ej. depuración del agua o provisión de alimentos). La disminución en la concentración de carbonatos afecta también muy negativamente al desarrollo de muchas de las especies que forman fitoplancton, las algas microscópicas existentes en el agua de los océanos, y con ello, los océanos se vuelven más oscuros y reflejan una menor proporción de la radiación solar que reciben, lo que a su vez refuerza el calentamiento global.
Si, tal y como parece derivarse del capítulo del informe de la OMM sobre gases de efecto invernadero, los océanos están llegando al máximo de su capacidad de absorber CO2 resulta aún más urgente y necesario disminuir las emisiones de este gas e desarrollar acciones para aumentar el secuestro del mismo en los suelos, los bosques y los sistemas agrícolas.