La Canciller del smog

George Monbiot, 29/09/2017,
www.monbiot.com

¿Qué persona viva ha hecho el mayor esfuerzo para destruir el mundo natural y el futuro bienestar de la humanidad? Donald Trump será pronto la respuesta correcta, cuando se haya sentido el impacto total de su paso. Pero por ahora, colocaría otro nombre en el marco: Angela Merkel.

¿Qué? ¿Te has vuelto loco? Angela Merkel, ¿la "Canciller del clima"? ¿La persona, que cómo ministra de medioambiente alemana negoció el primer acuerdo climático en la ONU, a través de pura fuerza de voluntad? ¿La Canciller que persuadió a los líderes del G7 para que prometieran reducir progresivamente los combustibles fósiles para final de siglo? ¿La arquitecta del Energiewedne – su famosa transición energética? Sí, la misma.

A diferencia de Donald Trump, ella no tiene intenciones maliciosas. No zarpó para destruir los acuerdos que ayudó a crear. Pero los sistemas de la Tierra, no responden a una declaración de intenciones, discursos u objetivos. Responden a hechos concretos. Lo que cuenta, y debería ser juzgado es lo que se ha hecho, no lo que se ha dicho. Con esta métrica su actuación ha sido un desastre planetario.

Merkel tiene una debilidad fatal: La debilidad por el poderoso lobby de la industria alemana. Cualquier asunto crucial que tiene que resolverse, ella pondera su ética frente a la ventaja política y elige la ventaja. Esto es, en gran parte, la razón de porque ahora nos ahogamos en el aire viciado de los humos del diesel.

La decisión de la UE de reemplazar motores de gasolina por diesel, aunque dirigido por los fabricantes alemanes, es anterior a su cargo de primer ministro. Fue un clásico maquillaje europeo, un medio de evitar una cambio sistémico mientras se crea la impresión de acción, basado en la afirmación (que ahora resulta ser falsa) de que los motores diesel producen menos dióxido de carbono que la gasolina. Pero cuando se convirtió en Canciller Merkel usó todas las tácticas concebibles, justas e injustas, para preservar el mortal lavado de manos.

El peor ejemplo ocurrió en 2103, cuando tras cinco años de negociaciones, otros países europeos había acordado finalmente un nuevo estándar de economía para combustibles: Producirían un promedio de no más de 95 gramos de CO2 por kilómetro para 2030. Merkel maniobró para evitar el acuerdo.

Se la acusa de haber amenazado al entonces Presidente del Consejo Europeo, el irlandés Taoiseach Enda Kenny, con la cancelación a Irlanda de los fondos de rescate. Dijo a Holanda y Hungría que las plantas de coches alemanas en sus países serían cerradas. Perpetró un sucio acuerdo con David Cameron, ofreciendo frustrar las regulaciones bancarias europeas si le ayudaba a bloquear las negociaciones sobre combustibles. A través de estas estrategias brutales, consiguió descarrilar el acuerdo. Los 700.000 euros donados a su partido por los mayores accionistas de BMW a su partido fueron sin duda una completa sorpresa.

En 2014, la Comisión Europea escribió al Gobierno alemán, avisando de que la polución en el aire causada por los motores diesel era mucho más alta de lo que sus fabricantes estaban afirmando. El gobierno ignoró el aviso. Incluso ahora, dos años después de que se desencadenara el escándalo conocido como Dieselgate, Merkel ha continuado defendiendo los motores diesel, anunciando que "usaremos todo nuestro poder para prevenir" que las ciudades alemanas los prohíban y limitaremos la transición al coche eléctrico. El "error" cometido por los fabricantes de diesel, insiste, "no nos da el derecho de privar de futuro a toda la industria." A cambio, su política impide la vida a miles de personas.

Pero eso podría ser el menor de los desastres medioambientales que ha provocado. Esta concesión letal a las compañías automovilísticas alemanas fue precedida por una incluso peor en 2007. En este caso, su áspero rechazo -apoyado por su acoso diplomático habitual – para aceptar las mejoras propuestas en motores estándar forzó a la Comisión Europea a buscar nuevos medios de reducir los gases invernadero. Eligió, de forma desastrosa, reemplazar combustibles fósiles por biocombustibles, un cambio que Merkel ha defendido airadamente.

Merkel y la Comisión Europea ignoraron los repetidos avisos de que las consecuencias incluirían hambre y una gran destrucción ambiental, al convertirse los bosques o huertos agrícolas en tierra productiva de combustibles. La ley europea de biocumbustiles es uno de los mayores responsables de uno de los mayores desastres ambientales del planeta: La devastación de las selvas de Indonesia y su reemplazo con aceite de palma.

No solo se han difuminado ecosistemas vastos y magníficos, y los orangutanes, tigres, rinocerontes, gibones y miles de otras especies que soportaban, sino que también han causado, al quemar árboles y oxidar turba, emisiones muchos más altas que las provocadas por los combustibles fósiles. Lo que hace esta historia especialmente amarga es que el objetivo que frustró en 2007 fue uno que habías primero sido propuesto, en 1994, por un ministro de medioambiente alemán llamado - déjame pensar- a si, Angela Merkel.

¿Es esto lo peor? Es difícil clasificar tales crímenes contra la biosfera, pero quizás el más preocupante es el chocante fracaso de Alemania, a pesar de invertir miles de millones de euro para descarbonizar su sistema eléctrico. Mientras que las emisiones de gases invernadero en otros países europeos han caído de forma notable, en Alemania se han estancado.

La razón es, una vez más, la rendición de Angela Merkel al lobby industrial. Su oficina ha bloqueado repetidamente los esfuerzos del Ministro de Medio Ambiente, para fijar una fecha tope para el final de la energía del carbón. El carbón, especialmente el lignito, que rivaliza con las arenas de alquitrán de Canadá por el título mundial para el combustible más sucio, todavía suministra el 40% de la electricidad en Alemania. A causa del rechazo de Mekel en restringir su uso, el peculiar impacto en el programa Energiewende alemán ha sido recortar el precio de la electricidad, estimulando un cambio del gas natural al lignito, que es más barato. (En Alemania llaman a esto la paradoja Energiewende). Pero a Merkel parece no importarle. Ha anunciado que "el carbón permanecerá como un pilar del suministro de energía en Alemania durante un intervalo largo de tiempo."

¿El sistema comercial de emisiones europeos no debería haber resuelto esto, poniendo precio a la energía del carbón fuera del mercado? Si, debería. Pero fue saboteado en 2006 por un político alemán, que insistió que tantos permisos fueron emitidos a la industria que el precio cayó en picado. Ya debes de saber quien fue.

Todos esto son impactos reales, mientras los acuerdos en papel que ella ayudó a forjar naufragaron y se disiparon, como consecuencia de los favores especiales y tratos sucios que he listado en este artículo. Aún atrae un aura de santidad. Es un dato remarcable, para el mayor vándalo ambiental del mundo.

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