La crisis climática ya está aquí... pero nadie nos lo dice
George Monbiot para Globalízate, 04/10/2016Lo que es lo principal no es importante. Lo que es importante no es lo principal. Los medios de comunicación nos apartan de los problemas que determinarán el curso de nuestra vida y nos conducen a temas de una irrelevancia que funde el cerebro.
Con las tendencias actuales, este será el año más caluroso que se ha medido nunca. El récord anterior se estableció en 2015; el anterior, en 2014. Quince de los 16 años más calurosos se han producido en el siglo XXI. Cada uno de los últimos 14 meses ha batido el récord de temperatura mensual global. Pero todavía escuchas a alguien repetir la vieja afirmación, propuesta por los lobbistas del combustible fósil, de que el calentamiento global se detuvo en 1998.
El hielo del mar Ártico cubrió un área más pequeña el último invierno que en cualquier otro invierno desde que se anotan los registros. En Siberia, un brote de ántrax está afectando a poblaciones humanas y de renos porque se han descongelado cadáveres infectados eneerrados en el permafrost desde la epidemia última, de 1941. India ha sido golpeada por ciclos de sequías e inundaciones, con zonas de calor que marchitan el suelo y glaciares vacilantes en el Himalaya. El sur y el este de África han sufrido emergencias humanitarias por la sequía. Los incendios forestales golpean América; los arrecifes de coral del mundo se están decolorando y muriendo.
En los medios de comunicación, se informa de estas noticias como impactos de El Niño: una oscilación climática natural causada por bloques de agua caliente que se forman en el Pacífico. Pero las cifras muestran que ese fenómeno solo explica una quinta parte de las subidas de temperatura globales. La fase de El Niño ya ha pasado, pero se siguen anotando récords.
Hace ocho meses, en París, 177 países prometieron intentar asegurar que la temperatura media del mundo no crecería más de 1.5C por encima del nivel preindustrial. Ya ha subido 1.3C: más rápido y lejos de lo que casi nadie predijo. En un aspecto, los científicos estaban equivocados. Nos dijeron que debíamos esperar una crisis climática en la segunda mitad de este siglo. Pero ya ha llegado.
Basta un parpadeo para perderse los informes, pero posiblemente el aspecto más notable de la Democratic platform (el manifiesto del partido) aprobada en Filadelfia la semana pasada fue su posición sobre el cambio climático. La campaña de Hillary Clinton promete ahora una movilización nacional y global "a una escala no vista desde la II Guerra Mundial". Tratará de renegociar los tratados comerciales para proteger el mundo, detener las perforaciones petrolíferas en el Ártico y el Atlántico, y garantizar que EE UU "use totalmente energías limpias a mitad de siglo".
Aunque alardea de su riqueza y poder, Trump se postula como el amigo del ciudadano común y el enemigo del capital corporativo. Hay algunas contradicciones flagrantes en la plataforma. A juzgar por un extraño párrafo, los demócratas creen poder solucionar el cambio climático ampliando las carreteras y aeropuertos. Se jactan de las ventas récord en la industria del automóvil y prometen el reducir la "cinta roja", que es el término que usan los lobbistas corporativos para las protecciones públicas que odian. Pero donde los demócratas son buenos son muy buenos, si pensamos en la influencia de Bernie Sanders y en los nombres que ha propuesto para el comité de elaboración.
Donald Trump, en cambio... bueno, ¿qué esperaba? El cambio climático es un timo y un fraude que fue "creado por y para los chinos para conseguir que las manufacturas estadounidenses no fueran competitivas". Su manifiesto parece una carta de amor al sector del carbón. Afirma que el carbón "es una fuente de energía nacional abundante, limpia, asequible y fiable". Defenderá ese sector rechazando el Acuerdo de París, deteniendo los fondos destinados a los trabajos de la ONU sobre el cambio climático, paralizando el plan de energía limpia del presidente Obama y prohibiendo que la Environmental Protection Agency regule el dióxido de carbono.
Lo más alarmante de la plataforma es que no la escribió Trump: el trastornado y fanfarrón contradictorio grupo de liderazgo del Partido Republicano es un esfuerzo colectivo. Pero al menos aclara algo. En todas las cuestiones significativas del manifiesto, el capital corporativo sale vencedor. Leerlo descubre cómo y dónde miente al país.
Dicho sea de paso, los ejecutivos de Trump no comparten su creencia de que el cambio climático es un fraude. Su campo de golf de Irlanda está pidiendo permiso para construir un muro... no para impedir el paso de los mexicanos, sino para defender su negocio del crecimiento del nivel del mar, la erosión y las mareas de tormenta provocados, dice la solicitud, por el calentamiento global. Si puedes permitirte comprar la manera de evitarte el problema, ¿quién se preocupa de los otros 7.000 millones de seres humanos?
No es que los medios de comunicación no mencionen lo que dicen las dos plataformas acerca de la crisis existencial de la humanidad. Pero la cobertura fue relegada, en su mayor parte, a notas a pie de página, mientras los boletines y las primeras páginas los llenaban elementos triviales y evanescentes. Hay muchos niveles de desviación en los medios, pero el más importante es la desviación con respecto a la relevancia.
En Gran Bretaña, los medios no incluyeron cómo David Cameron explicaba sus extravagantes promesas verdes y su sorprendente récord como Primer Ministro. Su sucesora, Theresa May, ha hecho algunos nombramientos terribles, pero el nuevo Ministro para el Cambio Climático, Nick Hurd, un adulto entre los bufones domésticos nombrados por ella, es una elección interesante, pues parece que entiende del tema. El problema básico, sin embargo, es que el coste político del fracaso es demasiado bajo.
Pretender que los periódicos y canales de televisión son árbitros neutrales en estas materias es ignorar su posición en el corazón corrupto de la elite dominante. En las convenciones estadounidenses, por poner un pequeño ejemplo, el Washington Post, el Atlantic y Politico cobraron al American Petroleum Institute por incluir una serie de debates, en los que estaban representados los negacionistas del cambio climático. La pluma puede ser más poderosa que la espada, pero la bolsa es más poderosa que la pluma.
¿Por qué hemos de confiar en que las corporaciones multinacionales nos cuenten la verdad sobre las corporaciones multinacionales? Y si no pueden informarnos adecuadamente sobre el poder en que están asentadas, ¿cómo van a informarnos adecuadamente sobre cualquier cosa?. Si la humanidad no consigue prevenir el desastre climático, la industria que tiene la mayor responsabilidad no es la del transporte, la agricultura, el gas, el petróleo o incluso el carbón. Todas ellas pueden comportarse como lo que son, maniobrando para llevarnos al colapso del sistema, solo si obtienen una licencia social para actuar. El problema empieza con la industria que, a sabiendas o no, les otorga esa licencia: aquella para la que trabajo.
Puede encontrar una versión plenamente referenciada de este artículo en monbiot.com. Twitter:@georgemonbiot