Aplaudiéndose a rabiar a sí mismos

George Monbiot, 02/05/2015,
www.monbiot.com

Si visita la página web de la institución de la ONU que supervisa las conversaciones sobre el clima de la ONU (1), encontrará docenas de fotos, tomadas a lo largo de 23 años, de gente aplaudiendo. Son fotos que podrían resultar interesantes para los antropólogos y los psicólogos, pues muestran a centenares de personas inteligentes, educadas, bien pagadas y elegantemente vestidas echando a perder su vida.

La naturaleza festiva de las imágenes testifica el mundo ilusorio en que habitan estas personas. Están rodeadas de objetivos, principios, compromisos, instrumentos y protocolos que crean un tranquilizador fantasma de progreso, mientras el barco en el que navegan se va lentamente a pique. Echando un vistazo a estas fotos, imagino que casi puedo escuchar lo que dicen los delegados mostrando sus caros cuidados dentales. "Querida, has redispuesto elegantemente las sillas de cubierta. ¡Esto es un gran avance! Hemos de inventar un mecanismo para mantenerlas todas en su sitio, pues la cubierta ha desarrollado una ligera inclinación, pero lo haremos en la próxima conferencia".

Este proceso es inútil, porque han abordado el problema solo desde un extremo, que resulta haber sido el equivocado. Han intentado prevenir la fractura climática limitando las emisiones de gases de efecto invernadero; dicho de otro modo, limitando el consumo de combustibles fósiles. Pero en los 23 años transcurridos desde que los gobiernos del mundo decidieron iniciar este proceso, los delegados no han pronunciado ni una palabra coherente acerca de poner límites a la producción.

Comparemos esto con cualquier otro proceso de realización de tratados. Imaginemos, por ejemplo, que la Convención sobre Armas Biológicas no hiciera el menor intento de limitar la producción o posesión de la viruela o el ántrax convertidos en armas, sino que solo prohibieran su uso. ¿Qué efectividad conferiríamos a la medida? (No hace falta conjeturar: pensemos en las leyes sobre armas de Estados Unidos, que prohíben el uso letal de estas pero no su venta ni el hecho de llevarlas. Los resultados los podemos ver en los noticiarios todos los días). Imaginemos que tratamos de proteger a los elefantes y los rinocerontes solo con la prohibición de comprar sus colmillos y cuernos, sin poner límites al hecho de matarlos, exportarlos o venderlos. Imaginemos que intentamos poner fin a la esclavitud deteniendo su comercio trasatlántico, pero buscando solo disuadir la compra de esclavos una vez que hayan llegado a las Américas. Si quiere evitar que se produzca un comercio nocivo, debe abordar los dos extremos: la producción y el consumo. De los dos, la producción es el más importante.

La extracción de combustibles fósiles es una realidad incontestable. Las reglas que han desarrollado los gobiernos para prevenir su uso son débiles, incoherentes y negociables. Dicho de otra manera, el carbón, el petróleo y el gas producidos serán utilizados. La producción continuada desbaratará cualquier intento de restringir el consumo. Aunque los intentos de limitarlo tuvieran éxito temporalmente, es probable que fueran contraproducentes. Una reducción de la demanda, cuando el suministro no se limita, reduce el precio, lo que conduce a una industria intensiva del carbono.
Puede buscar en todo el sitio Web de la ONU cualquier reconocimiento de esta cuestión, pero perderá el tiempo. En su efusivo catálogo de autofelicitaciones (2), en Kyoto, Doha, Bali, Copenhague, Cancún, Durban, Lima y el resto de paradas intermedias, la frase "combustible fósil" no aparece ni una sola vez. Tampoco las palabras carbón o petróleo. Ni gas natural, por supuesto. Solo los gases de efecto invernadero: el único tema de interés oficial.

En cualquiera de las 20 conferencias internacionales celebradas hasta ahora, lo que más se ha acercado al reconocimiento del problema es la resolución adoptada en Lima, en diciembre del pasado año. Se comprometía a "cooperar" con "la disminución gradual de las inversiones en alto contenido de carbono y en los subsidios a los combustibles fósiles"(3), pero sin proponer presupuesto, calendario o cualquier instrumento o mecanismo necesarios para que ello se produzca. Supongo que es un tipo de progreso y que, después de 23 años, deberíamos sentirnos agradecidos.

No se debe al azar la pauta de silencio que rodea nuestras vidas. Los silencios se producen donde intereses poderosos corren el riesgo de ser desenmascarados. Protegen esos intereses contra un profundo examen democrático. No estoy sugiriendo que los negociadores hayan decidido no hablar sobre los combustibles fósiles ni que hayan firmado un acuerdo común para perder su vida. Lejos de ello, han recorrido un largo camino para revestir sus esfuerzos con una apariencia de significado y propósito. Para crear un silencio solo se necesita el instinto de evitar los conflictos. Es un reflejo condicionado e inconsciente; forma parte del paquete de las habilidades sociales que aseguran nuestra supervivencia. No se nombra al Diablo para no ser convocado ante él.

Romper esos silencios exige un esfuerzo consciente y doloroso. Recuerdo como si hubiera sucedido ayer la primera vez que planteé esta cuestión en los medios de comunicación(4). Había estado colaborando con jóvenes activistas de Gales que hacían campaña contra la minas de carbón a cielo abierto (5). Hablando del tema con ellos me parecía tan evidente, tan abrumador, que no podía entender que no estuviera en boca de todos, Di vueltas al tema como un perro que investiga el cadáver sospechoso de un animal. Me preguntaba que por qué nadie tocaba el tema. ¿Era tóxico?
No se puede solucionar un problema sin nombrarlo. La ausencia de reconocimiento oficial del papel que juega la producción de combustibles fósiles como del cambio climático —por obvio que sea— permite a los gobiernos proponer directamente políticas contradictorias. Aunque casi todos los gobiernos afirman apoyar el objetivo de impedir un calentamiento global superior a los 2º C, también intentan "maximizar la recuperación económica" de sus reservas de combustibles fósiles. (Después cruzan los dedos, dan tres vueltas al despacho y rezan para que nadie los queme). Pero pocos gobiernos llegan tan lejos como el del Reino Unido.

En el Decreto de Infraestructuras que recibió la aprobación el mes pasado, la maximización de la recuperación económica del petróleo de la placa continental del Reino Unido se convirtió en un deber estatutario(6). Los gobiernos futuros estarán legalmente obligados a exprimir hasta la última gota que pueda dar el suelo.

La idea procedió de un análisis gubernamental dirigido por Sir Ian Wood, el multimillonario propietario de una compañía heredada —la Wood Group— que proporciona servicios a la industria del petróleo y del gas. Aunque Sir Ian afirma que sus recomendaciones "recibieron un apoyo abrumador de la industria"(7), su equipo no entrevistó a nadie que no perteneciera al negocio del petróleo o al Gobierno. No contiene indicio alguno que yo pueda detectar relativo a comentarios realizados por científicos o por grupos medioambientales.

Su análisis pedía al Gobierno poderes para mejorar la exploración de nuevas reservas y la explotación de las existentes. Esto, insistía, "nos ayudará a acercarnos al premio de los 24 mil millones [de barriles] que podrían conseguirse". El Gobierno prometió implementar sus recomendaciones al completo y sin retraso (8). En realidad, fue más lejos. Está preparado para ser un intervencionista implacable en la promoción del cambio climático, pero no en su control y limitación. En las conversaciones climáticas de diciembre en Lima, el secretario de Energía del Reino Unido, Ed Davey, cometió una imprudencia. Rompió el silencio. Advirtió que si las políticas para el cambio climático significan que ya no se puedan explotar las reservas de combustibles fósiles, los fondos de pensiones podrían dedicarse a invertir en "los activos sub-prime del futuro"(9). Haciéndose eco del Bank of England y de analistas financieros como los de la Carbon Tracker Initiative, Mr. Davey sugirió que si los gobiernos se tomaran en serio la prevención de la fractura climática, los combustibles fósiles podrían convertirse en un activo varado.

Esto provocó una respuesta furiosa de la industria concernida. El director de la Oil and Gas UK escribió para expresar su confusión(10), señalando que las declaraciones de Mr. Davey llegan "en un momento en el que usted, su Departamento y el Treasury están haciendo un gran esfuerzo para [conseguir que] el Mar del Norte del Reino Unido sea más atractivo, no menos, para los inversores en petróleo y gas. Me resulta difícil entender cómo pueden reconciliarse esos puntos de vista opuestos". No es el único. Ed Davey explicó rápidamente que sus comentarios no debían tomarse seriamente, pues "No hice sugerencia alguna acerca de lo que los inversores deberían elegir".(11)

Barack Obama tiene el mismo problema. En una entrevista televisada del año pasado, confesó que "No vamos a ser capaces de quemarlo todo".(12) Entonces, se preguntaba, ¿por qué su Gobierno estaba estimulando aumentar la la exploración y la extracción de combustibles fósiles? Su Administración ha abierto la exploración del petróleo marino, desde Florida a Delaware, en aguas que formalmente son zonas libres(13). Ha aumentado el número de permisos vendido para taladrar en tierras federales y, lo que es aún más incongruente, ha apresurado el proceso que permitiría, a finales de este mes, habilitar a la Shell para hacer prospecciones en las muy vulnerables aguas árticas del Mar de Chukchi(14).
Contradicciones similares asaltan a la mayoría de los gobiernos con pretensiones medioambientales. Por ejemplo, Noruega pretende alcanzar el estado de "neutral en carbono" para el año 2030. Quizás espera exportar toda su capacidad de petróleo y gas, mientras en casa se queda con granjas basadas en la energía eólica(15). Una moción llevada el año pasado al Parlamento noruego para detener las nuevas perforaciones, porque son incompatibles con las políticas noruegas sobre el cambio climático, fue derrotada por 95 votos contra 3(16).

Obama explicó que "No siempre trato la cuestión del cambio climático porque si ahora estás preocupado por no tener trabajo o te preguntas si podrás pagar las facturas, lo primero que quieres escuchar es cómo me enfrento al problema inmediato".(17)

Desde luego que el dinero es un problema, pero no necesariamente por las razones que sugería Obama. La cuestión más importante es la bancarización de la política por parte de las grandes empresas del petróleo y del gas(18), así como la tremenda fuerza de lobby que compran. En el pasado, estas compañías han financiado guerras para proteger sus posiciones(19); no harán entrega de la masa enorme de sus reservas sin plantear una lucha monumental. Esta lucha pondría a prueba los límites mismos del poder del Estado; me pregunto si nuestras democracias sobrevivirían. Las compañías de combustibles fósiles se han sobresaturado mediante el silencio: su poder ha crecido como consecuencia de los innumerables fracasos en los intentos de retarlas y ponerlas a la luz. No sorprende que los negociadores con la manicura hecha de las conferencias de la ONU, tan cuidadosos de no romperse nunca una uña, hayan conseguido hasta ahora evitar la cuestión.

Creo que hay modos de solucionar este problema, modos que permitirían reclutar a otras fuerzas poderosas en contra de estas corporaciones. Por ejemplo, una subasta global de los permisos para contaminar significaría que los gobiernos tendrían que regular solo unos miles de refinerías de petróleo, de lavaderos de carbón, de gasoductos y de fábricas de cemento y fertilizantes, en lugar de las actividades de 7 mil millones de personas(20). Con la venta de permisos se crearía un fondo que se convertiría en billones: dinero que podría usarse para todo lo que va de las energías renovables a las instituciones de salud. Al reducir las fluctuaciones en el suministro de energía los precios serían más predecibles, lo que sería muy bien recibido por muchas empresas. Y lo más importante de todo, a diferencia de lo que sucede con el actual marco de referencia de las negociaciones, estas podrían funcionar y producir una posibilidad real de evitar la fractura climática.

Por sí mismos, los negociadores seguirán evitando esta cuestión hasta que hayan echado a perder la vida de todos los demás, al igual que la suya propia. Siguen diciéndonos que la conferencia de diciembre en París es la de la ruptura (posiblemente intentan desvelar un nuevo diseño radical de tumbona). Deberíamos tomarles la palabra y pedir que empiecen a enfrentarse al problema real.

Con la ayuda de George Marshall, de la Climate Outreach and Information Network, he esbozado un párrafo que debería estar incluido en el acuerdo de París. Está lejos de ser perfecto y me encantaría que otras personas lo mejoraran. Pero espero que sea un comienzo:

"Los análisis científicos del carbono contenido en las reservas de combustibles fósiles existentes sugieren que la explotación total de esas reservas es incompatible con el objetivo acordado de no superar los 2º C de calentamiento global. La extracción ilimitada de estas reservas mina cualquier intento de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero. Empezaremos por negociar un presupuesto global para la extracción de las reservas de combustibles fósiles existentes, así como una fecha para una moratoria sobre la exploración y desarrollo de nuevas reservas. De acuerdo con la cuantificación del carbono fósil que puede ser extraído sin que haya una alta probabilidad de superar los dos grados centígrados de calentamiento global, desarrollaremos un calendario de reducciones anuales que conduzcan al cumplimiento de ese presupuesto. Desarrollaremos mecanismos para asignar una producción que esté dentro de este presupuesto y para controlarla y obligar a su cumplimiento".

Si saliera algo parecido de París, no sería una pérdida total de tiempo y los delegados podrían felicitarse de haber conseguido un logro real, en lugar de otra propuesta falsa. Después, por una vez, se merecerían el derecho a aplaudirse a sí mismos.

Referencias:

1. http://unfccc.int/2860.php
2. See the section titled "Key Steps".
3. http://unfccc.int/resource/docs/2014/cop20/eng/10a01.pdf
4. http://www.theguardian.com/commentisfree/2007/dec/11/comment.greenpolitics
5. http://www.theguardian.com/commentisfree/2007/dec/05/beartoherethetruthyouvespoken
6. http://www.legislation.gov.uk/ukpga/2015/7/part/6/crossheading/recovery-of-uk-petroleum/enacted
7.http://www.woodreview.co.uk/documents/UKCS%20Maximising%20Recovery%20Review%20FINAL%2072pp%20locked.pdf
8. https://www.gov.uk/government/groups/wood-review-implementation-team
9. http://www.telegraph.co.uk/finance/newsbysector/energy/11277546/Fossil-fuel-investing-a-risk-to-pension-funds-says-Ed-Davey.html
10. https://www.scribd.com/doc/256034152/Malcom-Webb-to-Secretary-of-State
11. https://www.scribd.com/doc/256034194/Secretary-of-State-to-Malcolm-Webb
12. http://www.nytimes.com/2014/06/08/opinion/sunday/friedman-obama-on-obama-on-climate.html?_r=1
13. http://www.motherjones.com/environment/2014/09/how-obama-became-oil-president-gas-fracking-drill
14. http://www.tomdispatch.com/post/175963/tomgram%3A_subhankar_banerjee%2C_arctic_nightmares/
15. http://www.newscientist.com/article/dn24299-ipcc-digested-just-leave-the-fossil-fuels-underground.html
16. https://stortinget.no/no/Saker-og-publikasjoner/Saker/Sak/?p=59412
17. http://www.nytimes.com/2014/06/08/opinion/sunday/friedman-obama-on-obama-on-climate.html?_r=1
18. http://www.theguardian.com/environment/georgemonbiot/2012/aug/02/climate-change-political-funding-us
19. http://en.mercopress.com/2008/06/15/formal-end-to-oil-companies-proxy-chaco-war-1932-35
20. http://www.kyoto2.org/

 

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