Cabezonería histérica por los recursos
George Monbiot para Globalízate, 28/09/2013Si es un activista local, dirán que es del NIMBY (campaña contra depósitos de residuos tóxicos, no al lado de mi casa); si viene de fuera de la zona, dirán que es un activista pagado. No puede ganar: esa es la cuestión. Las protestas contra las compañías de fracking están siendo tan eficaces que es probable que la técnica sea inviable en el Reino Unido, por lo que toda la prensa corporativa grita al unísono intentando deslegitimar las protestas.
Sería mejor tratar de determinar primero por qué se usa el fracking, porque no tiene sentido político ni estratégico. La energía que necesitamos podría producirse con mucho menos dolor.
Comparemos el tratamiento del gas de esquisto con sus alternativas. Otra fuente del mismo producto (metano) es el biogás, producido por los desperdicios domésticos, las aguas residuales y el abono de granja. En su mayor parte, no se captura. Hacerlo es sencillo, no genera controversias y probablemente es mucho más provechoso que el gas de esquisto. De acuerdo con el Gobierno, su explotación podría generar 35.000 empleos y tres mil millones de libras al año (1) .
Pero esto requiere cambios en la manera en que se manejan los desperdicios, y en este aspecto, y en otros, el Gobierno ha sido poco útil. Mientras que se ha creado una oficina especial en apoyo de la industria del fracking, y el Canciller ha anunciado un régimen fiscal del que ha dicho que es "el más generoso para el esquisto en todo el mundo" (2) , el biogás ni se menciona ni se quema. ¿Quién quiere hacer discursos sobre aguas residuales cuando puedes pasear varonilmente alrededor de los equipos de extracción con un casco y una chaqueta amarilla?
O comparemos el fracking con la energía eólica. El Gobierno presenta una capacidad especial de veto a los habitantes de una zona para impedir la construcción de turbinas eólicas. Downing Street lo explica del siguiente modo: "El Primer Ministro considera que es muy importante que se tenga en cuenta a los votantes locales en relación con las granjas eólicas, por cuyo motivo se presentará una nueva legislación, de manera que los habitantes que no quieran granjas eólicas en su zona puedan detener su instalación". (3)
Extrañamente, no le parece importante que se tenga en cuenta sus opiniones con respecto a los equipos de perforación. Con las nuevas instrucciones gubernamentales, es casi imposible rechazar estas empresas en la propia zona. Los planificadores consideran que las solicitudes de fracking prohíben considerar las alternativas al petróleo y el gas (4) . "No existirá una distancia de separación mínima estándar", lo que significa que podrían levantar un equipamiento de fracking al lado de su casa. Y "debería darse un gran peso a los beneficios de la extracción de minerales, incluyendo a la economía" (5) . Si a los votantes locales no les gusta, pueden irse al infierno.
Las turbinas eólicas, por impopulares que sean a veces, entorpecen menos que las operaciones de fracking, con su movimiento constante de camiones, el ruido y el polvo, las llamaradas de gas que iluminan el cielo nocturno, la tierra dura, la posibilidad, si los pozos se fracturan por los temblores de tierra, de que el fracking pued causar, de contaminar la provisión de agua (6) . Las turbinas eólicas se construyen en terrenos elevados, muy alejados de las casas, pero ninguna de sus limitaciones se aplica a la distribución de los emplazamientos de fracking.
Y comparemos ahora la ayuda gubernamental a las compañías de fracking con sus intentos de conservar el gas, sobre cuyo suministro afirma preocuparse. Pobremente financiado, escasamente promocionado, carente de compromiso político, su Green Deal ha sido hasta ahora una sombra de los esquemas que ha sustituido.
Las mentiras del Primer Ministro fluyen en defensa de las compañías de fracking. La semana pasada afirmó que "el fracking tiene un potencial real de reducir las facturas de la energía" (7) . Idea de pacotilla. Las proyecciones gubernamentales sobre los precios del gas los ve aumentar (con vaivenes) de los 61 peniques en 2012 a 72 en 2018, donde predice que se estabilizará hasta 2030 (8) . Incluso la más importante de las compañías que operan aquí, Cuadrilla, admite que el impacto del gas de esquisto sobre la factura energética será "básicamente insignificante" (9) .
Cameron afirmó: "Nunca aprobaré algo que pueda arruinar nuestro paisaje. Las plataformas de gas de esquisto son relativamente pequeñas, aproximadamente del tamaño de un campo de cricket... Los enormes beneficios del gas de esquisto compensan de sobra cualquier pequeño cambio en el paisaje". (10) Lo que omitió es que para que ese gas proporcione una parte significativa de nuestra energía, habrá que construir miles de esas plataformas. Una estimación sugiere que para sustituir la actual producción de gas del Mar del Norte mediante técnicas de fracking en tierra, se necesitarían entre 10.000 y 20.000 pozos (11) . ¿Acaso tiene alguna idea de lo que representaría eso?
Todos esos mantras neoliberales acarca de retirarse y dejar que decida el mercado han sido alegremente abandonadas. Cuando discuten sobre la energía renovable, los ministros advierten repetidamente que ellos no eligen a los ganadores. Pero después promueven el gas de esquisto con el entusiasmo de los planificadores centrales soviéticos.
Me da la impresión que la cuestión no va de puestos de trabajo. No va de asegurar el aprovisionamiento de energía. Ni siquiera tiene relación con el dinero. El entusiasmo del Gobierno por el fracking surge de algo que comparte con políticos de todo el mundo: una fijación de hombres duros en las industrias extractivas.
Allí donde haya recursos que extraer, se puede ver esta cabezonería histérica en funcionamiento. Cuando se declaran amplias zonas marinas como "zonas de exclusión pesquera", las poblaciones piscícolas se recuperan tan rápidamente que en pocos años el excedente de las aguas circundantes compensa de sobra el área de pesca perdida: el área total de capturas crece, quizá para siempre. Pero ahora el Gobierno se niega a excluir los barcos de pesca de cualquier parte, salvo en el 0,01% de nuestras aguas territoriales declaradas ya protegidas (12) . Todo metro cuadrado de lecho marino debe ser restregado y limpiado, incluso si se producen menos capturas y la lenta decadencia del sector pesquero.
Extraer recursos, como en la guerra, es el verdadero asunto: lo que los políticos parecen considerar como un proyecto adecuado y viril. Conservar la energía, usar el gas de los desechos o sostener los stocks piscícolas se consideran como preocupaciones de blandengues y hippies: incluso aunque, en términos de una economía exacta, tengan más sentido.
Por tanto, cuando imaginamos que se trata de dinero, perdemos parte de la historia. Es cierto que los lobbies industriales a veces derrotan una valoración racional de nuestras opciones, especialmente, quizás, cuando Lynton Crosby está cerca del oído del Primer Ministro (13) . Pero los factores culturales y psicológicos pueden ser igual de importantes. Apoyar el gas de esquisto en lugar de las alternativas, pavonearse por ahí con la espalda erguida y resaltando las mandíbulas, conociendo a hombres reales que hacen cosas reales, cosas sucias, que se chocan las manos y se palmotean la espalda, hablando sobre barriles, termias, equipos de perforación, pozos y oleoductos. Es cuando estas personas extrañas, distantes, calculadoras y de piel suave se convierten, durante un rato, en uno de los muchachos.
La extracción es una ideología, de género y generalizada, que persigue un objetivo que es independiente de la economía. Como dice Cameron, sin el gas de esquisto "podríamos perder terreno en la dura carrera global". (14) No importa si merece la pena participar en esa carrera. No importa que sea una carrera hacia una destrucción mutuamente asegurada, mediante un cambio climático provocado por el hombre. Lo importante es que es algo duro y una carrera. Y eso es lo que necesita todo un político para sentirse como un hombre.
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Artículo original
http://www.monbiot.com/2013/08/20/resource-testeria/