Una gran torpeza corporativa

George Monbiot, 10/03/2013,
monbiot.com

Publicado el 28 de febrero de 2013

Tome una silla de pista para ver cómo una compañía gigante se da una paliza a sí misma.

"¿Quién rompe una mariposa sobre una rueda?"*. La respuesta actual a la pregunta de Alexander Pope es la compañía Électricité de France (EDF). Ha puesto una demanda de cinco millones de libras a 21 activistas del cambio climático por su ocupación de una semana de la central eléctrica de West Burton, en Nottinghamshire.

Con ello han cometido el mayor error estratégico desde que McDonalds demandó a dos activistas sin recursos, haciendo con ello más daño a su marca que el que sus críticos habían conseguido nunca. La campaña contra el matonismo vengativo de EDF se convierte en una bola de nieve que crece con una velocidad asombrosa. En las horas diurnas de ayer, las firmas de la petición contra la demanda alcanzaron la cifra de 1.000 por hora.

Los clientes de la compañía se están yendo en masa, dando a conocer sus motivos a otras personas. Y la reacción solo está empezando. Si EDF no rectifica, esto se convertirá en la mayor campaña anticorporativa en el Reino Unido desde hace una década.

Quienes ocuparon la chimenea de la planta eléctrica en noviembre del pasado año, actuaron por los motivos más altos. Reconocen que el cambio climático causado por la quema de combustibles fósiles amenaza el futuro de la humanidad y del planeta. Ponen en juego su libertad y posiblemente su vida para favorecer a otras personas: las que ya viven y las que todavía no han nacido.

Por esa razón EDF, una compañía que en gran parte pertenece al Estado francés, ha decidido arruinarlos. Con ello, ha lanzado un ataque a la vida política británica: un pleito estratégico contra la participación pública cuyo propósito parece ser el de evitar la protesta, enfriar la disensión e impedir una acción eficaz contra el cambio climático en el Reino Unido. Su amedrentamiento legal ofendería tanto a los patriotas conservadores como a los ecoguerreros radicales.

Seguramente ninguna libertad humana se ha obtenido sin la ayuda de la protesta pública. Seguramente ni un centímetro de progreso social se ha avanzado sin ella. Seguramente ningún movimiento eficaz que buscara este progreso se ha mantenido dentro de los límites de la ley. Evitar las acciones ilegales, especialmente en las actuales restricciones draconianas, que permiten a la policía poner fin a cualquier protesta, significa aceptar el fracaso de la protesta.

En comparación con sus predecesores, el movimiento medioambiental es notablemente pacífico y moderado. Las sufragistas ahogaron con gritos debates parlamentarios, entraron a la fuerza en el 10 Downing Street, arrojaron huevos y harina en tribunales de justicia, rompieron miles de ventanas (incluyendo las de la mayoría de los edificios gubernamentales), atacaron a políticos y editores de periódicos, prendieron fuego a buzones de correo, iniciaron incendios en la Central de Correos y en un teatro de del West End, quemaron eslóganes en greens de campos de golf, aplastaron un joyero en la Torre de Londres, destruyeron pinturas de la National Gallery y la Royal Academy, cortaron cables de telégrafo y pusieron una bomba en la casa a medio construir de David Lloyd George.

A pesar de los repetidos intentos de manchar con el nombre de ecoterroristas a los pacíficos activistas, los manifestantes medioambientalistas del Reino Unido nunca han intentados algo que se asemeje a las tácticas más violentas de las sufragistas. Tal como comentó en 2009 el Superintendente Steve Pearl, director de la National Extremist Tactical Co-ordinating Unit: "Nunca he dicho, ni lo hemos visto, que ningún medioambientalista haya cometido o vaya a cometer actos violentos".

Las personas pacíficas que ocuparon la central eléctrica eran plenamente conscientes de que probablemente serían acusados y posiblemente encarcelados. Era un sacrificio que estaban dispuestos a hacer por los demás. Pero a EDF no le bastan la acusación y el encarcelamiento. También quiere arruinar a sus oponentes: privarles de su casa, sus ingresos, sus ahorros, su pensión y sus ganancias futuras.

Como señala Brendan May, fundador de la consultora de corporaciones Robertsbridge, "para EDF Energy es el suicidio de su reputación".

"Hay ocasiones en las que sabes, es un pálpito, que un movimiento se iniciará y se quedará hasta que se gane la batalla. ... EDF necesitará una generación para recuperarse de su idiotez si la empresa persiste en esta reclamación civil sin precedentes contra manifestantes individuales. EDF será la imagen general de todo lo que es equivocado, no solo en la política de energía sino en el mundo de los grandes negocios. Los que trabajamos casi a diario con compañías muy grandes debemos decirlo. Y los de las firmas de RR.PP. que sostienen la débil moral de EDF deberían avergonzarse. Las agencias deberían abandonar esas cuentas. Y si no lo hacen, los directores y gestores de cuentas deberían negarse a trabajar para EDF hasta que abandone esta estrategia errónea".

¿Cuánto tiempo pasará antes de que algunos clientes corporativos importantes, al ver que la marca está irrevocablemente manchada en este país, y que la asociación con ella daña a su negocio, abandonen la compañía? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que EDF, como hicieron McDonalds y la procesadora de pulpa Gunns de la pluviselva tasmania, se vea con el sombrero en la mano ante las personas a las que ha denunciado, suplicando su permiso para cerrar el caso?

Anoté en mi columna a principios de semana que, al intentar demandar a los manifestantes por 6,4 millones de dólares australianos, Gunns catalizó una campaña global contra la compañía:

"sus clientes huyeron, el precio de las acciones se vino abajo y el director ejecutivo fue despedido. Gunn's se vio obligada a cerrar el caso haciendo pagos masivos a las personas a las que había demandado".

Pero no estaba yo al día. El 26 de febrero, el día que se publicó mi columna, el Examiner de Tasmania publicó la siguiente noticia:

"Los directivos de la fallida compañía maderera Gunns todavía podrían enfrentarse a los cargos de comerciar con insolvencia, y de que se examinen sus posiciones financieras personales. PPB Advisory, administrador de Gunns ... recomendará a los acreedores que en la segunda reunión, del martes 5 de marzo, voten por la liquidación de todas las compañías de Gunns. ... Es poco probable que haya fondos suficientes para satisfacer la deuda crediticia de aproximadamente 446 millones de dólares ... Los acreedores ordinarios reclaman aproximadamente 2.400 millones".

Gunns, en otras palabras, ha quedado liquidada. La razón del colapso de esta compañía, en otro tiempo rentable, fue la huida de los clientes de una marca que se había vuelto tan tóxica que era intocable. Y la razón de esto fue la demanda planteada contra personas que trataban de proteger la pluviselva. Una demanda de 6,4 millones de dólares causó un hundimiento de 2.400 millones.

EDF, cuyos intereses están más ampliamente distribuidos que los de Gunns, y está protegida por la propiedad estatal, no se hundirá como consecuencia de esta idiotez, pero quedará gravemente dañada. Presenta al mundo el espectáculo poco EDiFicante de los codiciosos persiguiendo a los desinteresados, de los ricos persiguiendo a los pobres, de los que hacen naufragar el mundo persiguiendo a los defensores del medio ambiente. Y nadie que tenga corazón o cerebro quiere verse asociado con eso.

www.monbiot.com

* (N. del T.) Esta frase de Pope, poco usada fuera del Reino Unido, se utiliza en el mismo sentido que los hispanos decimos "matar moscas a cañonazos".

Traducido para Globalízate por Víctor García

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