Atomizados
George Monbiot, 21/03/2011La crisis de Fukushima no debería augurar el final de la energía nuclear.
El desastre nuclear que se está desarrollando en Japón es bastante malo; el que se está desarrollando en China podría ser todavía peor. “¿Qué desastre?”, preguntará. La decisión que ha tomado hoy el Gobierno chino de suspender la aprobación de nuevas centrales atómicas. Si esta suspensión se convirtiera en permanente, es probable que la energía producida por esas centrales se consiguiera quemando carbón. Si la energía nuclear causa calamidades cuando las cosas van mal, el carbón las causa cuando las cosas van bien: y las centrales de carbón van bien muchas más veces que los fracasos de la nucleares. La única central de carbón segura es que la que se ha roto hasta el punto de no poder ser reparada.
Antes de seguir, y de ser malinterpretado por milésima vez, permítanme explicar una vez más cuál es mi posición. No me he vuelto pronuclear. Pero, mientras se cumplan las cuatro condiciones siguientes, no me opondré a la energía atómica.
1. Que se tengan en cuenta sus emisiones totales –desde la mina hasta el vertedero– y se demuestre que de verdad es una opción baja en carbono.
2. Que sepamos exactamente cómo y dónde se van a enterrar los residuos.
3. Que sepamos cuánto costará esto y quién lo pagará.
4. Que exista una garantía legal de que no haya materiales nucleares civiles que sean traspasados a fines militares.
Añado posteriormente una quinta condición, que debería haber existido todo el tiempo: no se deben construir centrales en zonas con fallas, en costas proclives a tsunamis, en litorales erosionados o en aquellas con probabilidad de ser inundadas antes de que la central haya sido desmantelada; ni en ningún lugar geológicamente inadecuado. Esto parecía tan evidente que no había necesidad de expresarlo. Pero de nuevo descubrimos que lo que resulta tan obvio que salta a la vista no garantiza que se vaya a adoptar una directiva.
Desprecio y temo el sector nuclear tanto como cualquier otro ecologista: todas las experiencias han demostrado que, en la mayoría de los países, las compañías que operan en el sector son unas impresentables, cuyo negocio se originó como un subproducto de la fabricación de armas. Pero, por sensatas que sean las raíces del movimiento antinuclear, no podemos permitir que el sentimiento histórico nos oculte la imagen completa. Incluso aunque las centrales nucleares sean un error horrible, hacen menos daño al planeta que las centrales de carbón que operan normalmente.
El carbón, que de los combustibles fósiles es el que tiene la mayor densidad de carbono, es el principal impulsor del cambio climático causado por el hombre. Si no se restringe su combustión, podría matar a millones de personas más que las que ha matado hasta ahora la nuclear. Sí, hablo realmente de millones. La fusión del reactor de Chernobyl fue horrible y traumática. El precio en muertes oficial hasta ahora fue de 43: 28 trabajadores en los meses iniciales y 15 civiles hasta 2005. Totalmente inaceptable, desde luego; pero una fracción diminuta de la que es probable que sea responsable el cambio climático: mediante su daño a los suministros alimentarios, su contribución a la extensión de las enfermedades infecciosas y su degradación de la vida en muchos de los más pobres del mundo.
El carbón también causa otros muchos daños medioambientales, mucho peores que los efectos secundarios de la producción de energía nuclear, desde la eliminación de las cumbres montañosas, pasando por la lluvia ácida y la contaminación por metales pesados. Un artículo de Scientific American señala que las cenizas volantes producidas por una central de carbón “llevan al entorno circundante 100 veces más radiación que una central nuclear que produzca la misma cantidad de energía”.
Evidentemente, no es una lucha directa entre el carbón y la nuclear. Hay otras muchas maneras de producir electricidad y sigo colocando las renovables apropiadas por encima de la energía nuclear en mi lista de prioridades. Debemos hacer también todos los esfuerzos posibles por reducir el consumo. Pero seguiremos necesitando generar electricidad; y no todas las fuentes de renovables son apropiadas en todas partes. Aunque la producción de energía solar tiene un sentido absoluto en África del Norte, en el Reino Unido, en comparación con la energía eólica y la nuclear, es una pérdida de dinero y de recursos. Abandonar la energía nuclear como opción, estrecha nuestras opciones precisamente cuando necesitamos pensar con la mayor amplitud posible.
Varios redactores de The Guardian han dado un salto que creo que es injustificable. Se ha producido un desastre en una central que estaba terriblemente mal situada en una zona de terremotos; por tanto, afirman que deberían abandonarse todos los programas nucleares en todas partes. Me parece que es como si aprovecharan este desastre como apoyo de una posición que ya tenían por otras razones. De seguir su consejo, descartaríamos una fuente de energía baja en carbono, que puede ayudarnos a abordar la amenaza más grave a la que se enfrenta el mundo. Eso no hace ningún favor a las personas ni a una gran parte de los lugares del mundo.
Traducido para Globalízate por Víctor García
Artículo original:
http://www.monbiot.com/2011/03/16/atomised/#more-1561