Convertir las urbanizaciones en pueblos

George Monbiot, 21/08/2010

Una buena planificación nos puede hacer más delgados, más aptos físicamente, más seguros y menos solitarios.

Me costó un tiempo reconocer lo que estaba viendo. Era un camping normal en Pembrokeshire: un campo cuadrado con tiendas de campaña alrededor de todo el perímetro. Pero estar allí producía un efecto curioso en los niños. La gente joven que raras veces experimentaban la luz del día salía de su tienda y se veía atraída hacia el centro del campo. Bates y pelotas dejadas en la hierba reaparecían misteriosamente en sus manos. Niños que hasta entonces no se habían interesado por los deportes empezaron a jugar al fútbol, al cricket y a un béisbol simplificado. Los niños pequeños corrían con los de más edad. Mientras los niños de todas las clases jugaban juntos, sus padres empezaron a hablar unos con otros. Me causó una gran sorpresa: habíamos reinventado el pueblo verde.

En un nivel sorprendente, somos lo que los entornos construidos nos hacen ser. Textos académicos demuestran que muchos de los problemas de los que culpamos al comportamiento individual están causados en parte por los lugares en los que vivimos. Por ejemplo, hay más probabilidad de que las personas ayuden a sus vecinos en las áreas tranquilas que en las ruidosas (1). Una larga serie de estudios realizados en varios países, empezando por San Francisco en 1969, muestran inequívocamente que las comunidades se debilitan conforme aumenta el volumen de tráfico de sus calles (2,3).

Otros textos muestran que el uso que hacen las personas de los espacios compartidos está muy influenciado por la presencia de árboles: cuanto más árboles hay, más tiempo pasan allí las personas y más grandes son los grupos que forman (4,5). Otro estudio muestra que, en parte como consecuencia de lo anterior, la vegetación de los espacios comunes fortalece los vínculos sociales de la vecindad (6). En los lugares más verdes, la gente conoce más a sus vecinos, hay más probabilidad de que se ayuden unos a otros y tienen un sentimiento más fuerte de vinculación. El aislamiento social está fuertemente relacionado con la ausencia de espacios verdes (7).

Un documento muy interesante demuestra que las tasas de delincuencia también se ven muy afectadas por la vegetación. En los proyectos urbanos de Chicago con iguales niveles de pobreza, teniendo en cuenta factores como el tamaño de los edificios y la tasa de deshabitados, se da una asociación clara entre la ausencia de zonas verdes y los delitos contra la propiedad o los delitos violentos (8).

Otra serie de estudios demuestra una relación entre planificación urbana e índice de masa corporal. Donde los asentamientos son densos (y por tanto permiten el movimiento público) y cercanos a las tiendas, lugares de trabajo y de ocio, es más probable que la gente vaya andando o en bicicleta y haya menos obesidad (9). Un documento muestra que las mujeres que viven en lugares mixtos (donde las casas y los servicios están muy cerca) tienen un riesgo de enfermedades coronarias un 20% inferior a las que viven en áreas en las que solo hay casas (10). Las áreas de urbanizaciones extensas con solo alojamientos son parcialmente culpables de la obesidad.

Si construimos áreas suburbiales dispersas divididas por carreteras con mucho tráfico y sin espacios verdes, ayudamos a crear una población de personas obesas y solitarias acosadas por los delincuentes. Si construimos asentamientos densos con vegetación y usos mixtos, protegidos del tráfico, ayudamos a crear comunidades seguras, adecuadas y amigables.

En el Sunday’s Observer, el doctor Steve Field acusó de los problemas de la salud directamente a los que los sufren y a sus padres (11). Es cierto que tenemos una gran responsabilidad con respecto a lo que hacemos por nuestra salud. Pero Field, como la mayoría de los conservadores, ignora el contexto político y social, condenando a las personas por problemas que no pueden abordar ellas solas. Arremete contra nosotros por comer comida basura, por ejemplo, sin decir nada sobre los fabricantes que se aseguran de que sea tan adictiva como la normativa lo permita (12). Sugiere que deberíamos estimular a nuestros hijos a salir a jugar al exterior. Desde luego que deberíamos hacerlo, pero si no hay cerca un lugar seguro no es posible.

Hay una imagen del aspecto que debería tener una comunidad adecuada, segura y funcional. No hay en ello nada radical o nuevo: se han producido desarrollos urbanos similares durante siglos (y la mayoría de ellos han sido monopolizados ahora por los ricos). Casas o bloques de apartamentos construidos densamente alrededor de una plaza de espacio verde compartido. Lo bastante grande para jugar a deportes de pelota, pero sin porterías fijas, para que sean que los niños y los adultos los que puedan definir el espacio por ellos mismos. Podría incluir árboles; quizá algunas rocas o troncos que escalar. En una esquina podría haber un prado sin segar, o arriates de flores o arbustos con frutos silvestres: el espacio funcionará mejor cuando esté diseñado y administrado por quienes viven allí.

Lo más importante de todo es que las casas den al interior y que no se permita que los coches entren en la plaza: las carreteras solo deben servir a la parte de atrás de los edificios. La plaza es visible por todos, lo que significa que los niños pueden salir y entrar en su casa sin necesidad de supervisión, crean sus propios grupos y aprenden sus propias reglas, sin miedo a accidentes de tráfico o a personas que les puedan importunar. Tienen un lugar en el que actuar sin reunirse para conductas antisociales
Hay una propiedad municipal algo parecida a esta al otro lado de la carretera de mi casa. Siempre que paso por ella en un día festivo que no llueva, veo docenas de niños jugando. En las otras propiedades es raro ver niños jugando en el exterior, por la razón evidente de que no hay ningún sitio donde jugar. La proximidad lo es todo: si un parque está lejos, la mayoría de las familias no acudirán a él (13). Pasear por una ciudad con un niño pequeño nadie los considera como un entretenimiento.

Quienes más necesitan ese espacio son los socialmente excluidos. Por causa de la pobreza, el desempleo y la mala salud, abandonan su vecindario con menos frecuencia que los ricos que las clases acomodadas (14). Pero normalmente tienen menos acceso a los espacios verdes. Un estudio del Gran Manchester, por ejemplo, muestra que las partes más ricas de la ciudad tienen una cobertura de árboles de alrededor del 10%, mientras que en las zonas más pobres es solo del 2%(15). Las viviendas integradas alredor de zonas verdes no tienen que ser más caras ni menos densas: solo deben estar mejor planeadas y reguladas.

Pero cuando visito una nueva urbanización solo veo oportunidades perdidas: casas que se dan la espalda unas a otras; espacios que deberían estar dedicados a los juegos en lugar de reservados como aparcamientos; soledad y exclusión integrada en el plan. Hemos permitido que los promotores de urbanizaciones y una planificación débil definan quiénes somos y en quiénes nos convertiremos. Ahora que el Gobierno lanza un nuevo plan para asegurar que se construyan más casas (16), debemos exigir que reconozca una verdad que señalan todos los estudios: que existe una cosa que se llama sociedad.

Artículo original: http://www.monbiot.com/archives/2010/08/09/turning-estates-into-villages/

Traducido por Victor García para Globalízate

www.monbiot.com

Referencias:

1. Esto fue documentado primero por S Cohen and A Lezak, 1977. Noise and inattentiveness to social cues. Environment and Behavior, 9, 559-572.

2. D Appleyard, 1969. The Environmental Quality of City Streets: The Residents’
Viewpoint. Journal of the American Planning Association, 35, pp. 84-101.

3. Los trabajos siguientes sobre este tema se resumen y analizan aquí:

Joshua Hart, April 2008. Driven to Excess: impacts of motor vehicle traffic on residential quality of life in Bristol, UK.
http://www.livingstreets.org.uk/news/uk/-/driven-to-excess

4. RL Coley, FE Kuo and WC Sullivan, 1997. Where does community grow? The social context created by nature in urban public housing. Environment and Behavior, 29, 468-492.

5. S DePooter, 1997. Nature and neighbors: Green spaces and social interactions in the inner city. Unpublished master thesis, University of Illinois at Urbana-Champaign. Cited by FE Kuo et al (see below).

6. FE Kuo et al, 1998. Fertile Ground for Community: Inner-City
Neighborhood Common Spaces. American Journal of Community Psychology, Vol. 26, No. 6.

7. ibid.

8. FE Kuo and WC Sullivan, May 2001. Environment and Crime in the Inner City: Does Vegetation Reduce Crime? Environment and Behavior vol. 33 no. 3 343-367
doi: 10.1177/0013916501333002

9. Andrew Rundle et al, 2007. The Urban Built Environment and Obesity in New
York City: A Multilevel Analysis. American Journal of Health Promotion, pp 326-334

Este documento también resume varios estudios similares.

10. Lee R Mobley et al, April 2006. Environment, Obesity, and Cardiovascular Disease Risk in Low-Income Women. American Journal of Preventive Medicine, Volume 30, Issue 4, Pages 327-332.e1. doi:10.1016/j.amepre.2005.12.001

11. http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/aug/08/steve-field-patient-responsibility-health

12. See David A. Kessler, 2009. The End of Overeating: Taking Control of the Insatiable American Appetite. Rodale Press.

13. AE Kazmierczak and P James, 2007 cite research which suggests that ” for most people the distance between 500m and 1km is the furthest they would walk to a park”.

The Role of Urban Green Spaces in Improving Social Inclusion.
http://www.els.salford.ac.uk/urbannature/outputs/papers/kazmierczak_BuHu07.pdf

14. A.E. Kazmierczak, P. James, ibid.

15. B Rudlin, and N Falk, 1999. Building the 21st century home, Architectural Press, Oxford, cited by A.E. Kazmierczak, P. James, ibid.

16. http://www.bbc.co.uk/news/uk-10910048

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