La educación para la salud como base del desarrollo

Francisco José Vega, 10/04/2005,
AIS

Mozambique. Hospital provincial de Macomia. Quince mujeres asisten a un curso de formación de parteras tradicionales impartido por la Dirección Provincial de Salud con el apoyo de la ONG medicusmundi. Serán formadas “en la importancia de que las mujeres comiencen el control del embarazo lo más pronto posible”, afirma Celina Assamo, enfermera jefe de Salud Maternoinfantil del Hospital de Macomia. “Las futuras madres no hacen consulta prenatal y no saben el riesgo que corren, no saben si su hijo va a nacer bien. Son riesgos que en la consulta se pueden detectar. Muchas veces se quedan en sus aldeas a dar luz y cuando llegan al hospital es muy tarde para ayudarles. Las parteras tradicionales nos van a ayudar a mandar a estas señoras a las maternidades en tiempo oportuno para que les ayudemos”, añade Celina.

Cada año, cada pocos meses, se han públicos informes que reflejan unas cifras nada alentadoras en lo que a salud se refiere. Uno de los últimos, hecho público por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a finales del mes de marzo, denunciaba que de los más de 130 millones de niños que nacen cada año en el mundo, 11 millones no llegarán a cumplir los cinco años. El 90 por ciento de esas muertes se producen por causas como la falta de atención durante el embarazo o el parto, o infecciones que provocan diarreas o neumonía, que en muchos casos pueden ser evitables con unas mínimas medidas preventivas.

Salud, desarrollo y comunidad

El desarrollo pertenece a cada pueblo, que debe ser destinatario y protagonista de los procesos de cambio. Debemos entenderlo como un proceso de ampliación de las capacidades y las opciones con que cuentan las personas, especialmente los sectores más vulnerables y empobrecidos. El objetivo de la cooperación debe ser hacer a los pueblos dueños de su futuro, incrementando su autonomía y protagonismo en los procesos de cambio.

En este contexto, la salud es entendida como un derecho básico de todas las personas, un estado de bienestar completo que sólo se podrá alcanzar mediante el esfuerzo conjunto de ciudadanía e instituciones para acabar con la pobreza y hacer que todas las personas tengan acceso a sistemas que garanticen su salud. Cobra una importancia trascendental el papel de la comunidad, con la que habrá que trabajar para concienciarla de que su salud es responsabilidad de todos y todas, por lo que podemos afirmar que la cooperación debe orientar muchos de sus esfuerzos a trabajar la educación para la salud.

La educación para la salud y la cooperación

En esta línea, los proyectos de cooperación sanitaria deberían priorizar acciones en las que, sin olvidar la creación o la mejora de infraestructuras y equipamientos, se involucre a la comunidad, pues sólo así las acciones tendrán un mayor impacto, serán más sostenibles y eficientes. Uno de los primeros mitos que hay que desmontar es que la salud de una población depende sola y exclusivamente del personal sanitario: la salud es responsabilidad de todos y todas.

Hay que formar a personas de las comunidades, personas que sean respetadas y conozcan en profundidad el contexto en el que van trabajar. En este sentido, tendríamos que subrayar el papel transformador que, en determinados contextos, pueden adquirir las mujeres, que van a ser las que tengan que poner en práctica la mayoría de los conocimientos, ya que cuando hablamos de educación para la salud, en muchos casos, vamos a tratar asuntos relativos al embarazo y al parto y porque otros aspectos como alimentación, agua y vivienda suelen ser su responsabilidad.

Estas personas formadas, estos promotores de salud de las comunidades, junto con las autoridades sanitarias locales, son un elemento central de los proyectos de educación para la salud, pues juegan el rol de líderes comunitarios capaces de manejar en las aldeas las dolencias más comunes. Se han convertido, en fin, en el elemento articulador de la atención entre la comunidad y los equipos institucionales de salud.

El caso de la salud materna

Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio consiste en reducir a una cuarta parte la mortalidad materna para el año 2015. La OMS por su parte, dedica este año el Día Mundial de la Salud a la salud maternoinfantil para llamar la atención sobre el hecho de que ni muchos países ni la comunidad internacional ofrecen especial atención a la salud de mujeres y niños. Según este organismo, cada minuto muere una mujer por complicaciones durante el embarazo y el parto. La mayor parte de estas muertes se producen en países en desarrollo.

Ante estos altos índices de mortalidad materna debido a la carencia de medios humanos capacitados y medios técnicos suficientes, surge la partera, que desempeña una importante labor en los cuidados de salud de muchas comunidades rurales. Por ello, el trabajo en salud maternoinfantil se debe centrar en muchos casos en ellas, promoviendo su formación y reciclaje continuo, así como dotándolas del equipamiento necesario para atender los partos. Pero no debemos olvidar, como apuntábamos antes, que la salud es responsabilidad de toda la población, a la que habrá que concienciar de la necesidad de potenciar la asistencia a los partos por medio de parteras cualificadas, sean tradicionales o con formación académica.

Evitar estar enfermo

Pero cuando hablamos de Atención Primaria de Salud en las comunidades, debemos ir, como afirma el doctor Carlos Mediano, más allá de un modelo basado solamente en médicos y tecnologías sofisticadas y costosas. El objetivo es promover un modelo de salud basado en la prevención de enfermedades y en la promoción de hábitos saludables. Es decir, debemos concienciar a la población de que hay que evitar estar enfermos. No debemos olvidar que, cuando nos referimos a atención sanitaria básica, el 80% de los problemas de salud se pueden solucionar con asistencia de primer nivel. Esto nos muestra una vez más el papel fundamental de la educación para la salud en el trabajo de Atención Primaria.

Pero es que además, como asegura el especialista boliviano en comunicación educativa para el desarrollo humano, Carlos A. Camacho, la educación para la salud debe posibilitar la movilización de la población, facilitar la construcción de relaciones democráticas sobre la base de la deliberación y la participación ciudadana, dando un paso adelante para formar a personas responsables capaces de asumir y exigir su salud como un derecho y su cuidado como un deber.

Francisco José Vega, medicusmundi Madrid

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