Los incendios forestales y el calor extremo en el sureste de Australia
David Karoby, 01/03/2009El sábado 7 de febrero de 2009, Australia experimentó su peor desastre natural en más de 100 años por unos incendios forestales catastróficos que mataron a más de 200 personas y destruyeron más de 1800 casas en Victoria, Australia. Estos fuegos se produjeron un día con altas temperaturas sin precedentes en el sureste de Australia, parte de una ola de calor que comenzó 10 días antes y con un record en la duración de la sequía.
Esto esta escrito desde Melbourne, Australia, exactamente una semana después de los incendios, tiempo suficiente para pararse y reflexionar sobre esta tragedia y la extraordinaria meteorología que la ha provocado. En primer lugar quiero expresar mi profundo pesar a todos los que han perdido miembros de sus familias o amigos y a todos los que han sufrido el desastre.
Ha habido una cobertura global muy amplia del desastre y por supuesto, especulación sobre el posible papel del cambio climático en estos fuegos. Así, ¿causó el cambio climático los incendios? La respuesta es simple “¡No!”. El cambio climático no comenzó los incendios. Desafortunadamente, parece que más de uno de estos incendios fue iniciado por pirómanos, otros podrán haber comenzado por accidentes y algunos podrían haber empezado por la caída de líneas eléctricas, rayos u otras causas naturales.
Quizás hay una forma diferente de construir esta pregunta: ¿En qué forma, si hay, probablemente el cambio climático haya afectado a estos incendios forestales?
Para responder a esta cuestión, necesitamos investigar en la historia de los fuegos y el tiempo con incendios durante los últimos cientos de años más o menos. Los incendios forestales son de una ocurrencia regular en el sureste de Australia, con incendios desastrosos previos el Ash Wednesday (Miércoles ceniza), el 16 de febrero de 1983, el Black Friday (Viernes negro), el 13 de enero de 1939, ambos ocasionaron una gran perdida de vidas humanas y propiedades. Afortunadamente, un informe reciente “Tiempo de incendios en el sureste de Australia: Tendencias recientes y Proyecciones de los impactos del cambio climático” (Ref. 1) (“Bushfire Weather in Southeast Australia: Recent Trends and Projected Climate Change Impacts) en 2007 ofrece un profundo retrato de este tópico. Además, una Declaración Especial del Clima (Ref. 2) de la Oficina Australiana de Meteorología describe la extraordinaria ola de calor y sequía en el momento de los incendios.
Después del Viernes Negro, el Índice de Peligro de Incendio Forestal MacAethur (MacArthur Forest Fire Danger Index (FFDI)) fue desarrollado en los años 60 como un indicador empírico de las condiciones meteorológicas asociadas con un alto y extremo peligro de incendio y la dificultad de apagarlo. El FFDI es el producto de términos en relación a las exponenciales del máximo de temperaturas, la humedad relativa, la velocidad del viento y la sequedad del combustible (medido usando un factor de sequía). Cada uno de estos términos está relacionado a los factores ambientales que afectan a la severidad de las condiciones del incendio forestal. La fórmula para el FFDI se ofrece en el informe de Meteorología e Incendios (Bushfire Weather) en el sureste de Australia. La escala FFDI es usada para indicar la tasa de peligro de incendio y la declaración de días de prohibición total de fuegos en Victoria.
Tasa de Peligro de incendio Rango FFDI
Alto 12 to 25
Muy Alto 25 to 50
Extremo >50
La escala FFDI fue desarrollada para que el desastroso Viernes Negro en 1939 tuviera un FFDDI de 100.
Para comprender las condiciones ambientales asociadas con los incendios catastróficos del 7 de febrero de 2009, necesitamos considerar cada uno de los factores y el posible papel del cambio climático en ellos.
Temperaturas máximas: Este es el factor más fácil de considerar. Melbourne y gran parte de Victoria tuvieron record de temperaturas máximas el 7 de febrero (2). Melbourne colocó un nuevo record de máxima de 46.4 ºC, 0.8 ºC más cálido que el anterior registrado el Viernes Negro y 3 ºC más alto que el anterior febrero alcanzado el 8 de febrero de 1983 (El día de la dramática tormenta de arena en Melbourne), basándose en mas de 100 años de observaciones. Pero quizás la isla de calor urbana en Melbourne, ha influenciado en estos nuevos registros. Esto podría ser cierto para Melbourne, pero muchos otras estaciones de Victoria marcaron nuevos récords, nunca registrados el 7 de febrero, incluyendo la zona rural de Laverton, cerca de Melbourne, con un nuevo record de temperatura máxima de 47.5 ºC, 2.5 ºC más alto que el anterior de 1983. La ola de calor extrema del 7 de febrero llegó después de otro nuevo record de ola de calor registrado 10 días antes, con Melbourne llegando durante tres días seguidos a temperaturas más altas que 43 ºC durante el 28 al 30 de enero, sin precedentes en 134 años de observaciones en Melbourne. Una imagen destacada de las anomalías de la superficie asociadas con esta ola de calor esta disponible en el NASA Earth Observatory.
Los incrementos de la temperatura media y la temperatura máxima media en Australia han sido atribuidos al cambio climático antropogénico, como se reportó en el IV informe de evaluación del IPCC, con la mejor estimación de la contribución antropogénica al incremento de la temperatura máxima media de cerca de 0.6 ºC desde 1950 a 1999 (Karoly and Braganza, 2005. Un informe reciente de los extremos observados y modelizados en Australia encuentra una tendencia al calentamiento de los extremos de las temperaturas y un incremento significativo de la duración de las olas de calor desde 1957 a 1999 (Alexander and Arblaster, 2009). Por lo tanto, el cambio climático antropogénico es probablemente un factor contribuyente importante en la temperaturas máximas sin precedentes del 7 de febrero de 2009
Humedad relativa: Valores muy bajos récord de la humedad relativa fueron alcanzados en Melbourne y otros lugares en Victoria el 7 de febrero, con valores tan bajos como el 5% durante la tarde, Mientras que registros de alta calidad de muy largo plazo de humedad no están disponibles para Australia, la muy baja humedad está probablemente asociada con la prolongada sequía desde el comienzo del año en Melbourne y la comentada ola de calor. No hay estudios específicos que hayan atribuido la recudida humedad relativa en Australia al cambio climático antropogénico, pero es consistente con el incremento de temperaturas y la reducción de la lluvia esperado debido al cambio climático en el sur de Australia.
Velocidad del viento: Los incendios de extrema gravedad en el sur de Australia están asociados con vientos del norte fuertes, que llevan aire seco desde el centro de Australia. El modelo meteorológico y los vientos del norte del 7 de febrero fueron similares a los del Miércoles Ceniza y el Viernes Negro, y los vientos muy fuertes parecen no ser excepcionales ni relacionados al cambio climático.
Factor de la sequía: Como se ha mencionado antes, Melbourne y gran parte de Victoria había recibido muy poca lluvia desde comienzos del año. Melbourne tuvo 35 días sin precipitaciones medidas hasta el 7 de febrero, el segundo periodo más largo sin lluvia y el periodo hasta el 8 de febrero, con un total de sólo 2.2 mm fue el comienzo del año más seco para Melbourne en más de 150 años (2). Esto fue precedido por 12 años de lluvias muy por debajo del promedio sobre gran parte del sureste de Australia, con record de las menores precipitaciones en 12 años sobre el sur de Australia (2). Esto contribuyó a una extremadamente baja humedad (3-5%) el 7 de febrero de 2009. Mientras que se espera que en el sureste de Australia se reduzcan las lluvias y haya más sequías como consecuencia del cambio climático antropogénico, es difícil cuantificar las contribuciones relativas de la variabilidad natural y el cambio climático a la poca lluvia en el comienzo del 2009.
Aunque los estudios de atribución formal que cuantifican la influencia del cambio climático en el incremento de la probabilidad de incendios extremos en el sureste de Australia aún no han sido emprendidos, es muy probable que haya dicha influencia. Los incrementos a largo plazo de las temperaturas máximas han sido atribuidos al cambio climático antropogénico. Además, la reducción de las lluvias y la baja humedad relativa es esperable en el sur de Australia por el cambio climático antropogénico. El FFDI para un conjunto de lugares en Victoria el 7 de febrero alcanzaron niveles sin precedentes, en un ámbito entre 120 a 190, mucho más altos que las condiciones en los incendios del Viernes Negro y el Miércoles de Ceniza y muy por encima de la tasa “catastrófica” de peligro de incendio (1).
Por supuesto, los impactos del cambio climático antropogénico en los incendios forestales del sureste de Australia o en cualquier otra parte del mundo no son nuevos ni inesperados. En 2007, en el IV informe de evaluación del IPCC, capítulo WGII “Australia y Nueva Zelanda” concluía:
Un incremento en el peligro de incendios en Australia es probable que este asociado con una reducción de intervalos entre incendios, una incremento en la intensidad de los fuegos, un descenso en las extinciones y una proliferación de los incendios más rápida. En el sureste de Australia, la frecuencia de los días con peligro de incendio extremo es probable que crezca del 4-25% para 2020 a 15-70% para 2050.
De forma similar, los incrementos esperados y observados de la actividad de los incendios forestales han sido unidos al cambio climático en el Oeste de EEUU, en Canadá y en España (Westerling et al, 2006; Gillett et al, 2004; Pausas, 2004). Mientras que es difícil separar las influencias de la variabilidad climática, el cambio climático, y los cambios en las estrategias de coordinación contra los incendios en los incrementos observados en la actividad de los fueros, es claro que el cambio climático está incrementando la probabilidad de condiciones ambientales asociadas con el peligro de incendio extremo en el sureste de Australia y en otros lugares del mundo.
David Karoby es profesor de meteorología en la Universidad de Melbourne.
Traducido por Mario Cuéllar para Globalízate
Referencias y más lecturas:
(1) Bushfire Weather in Southeast Australia: Recent Trends and Projected Climate Change Impacts, C. Lucas et al, Consultancy Report prepared for the Climate Institute of Australia by the Bushfire CRC and CSIRO, 2007.
(2) Special Climate Statement from the Australian Bureau of Meteorology “The exceptional January-February 2009 heatwave in south-eastern Australia”
Karoly, D. J., and K. Braganza, 2005: Attribution of recent temperature changes in the Australian region. J. Climate, 18, 457-464.
Alexander, L.V., and J. M. Arblaster, 2009: Assessing trends in observed and modelled climate extremes over Australia in relation to future projections. Int. J Climatol., available online.
Hennessy, K., et al., 2007: Australia and New Zealand. Climate Change 2007: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, M.L. Parry, et al., Eds., Cambridge University Press, Cambridge, UK, 507-540.
Westerling, A. L., et al., 2006: Warming and Earlier Spring Increase Western U.S. Forest Wildfire Activity. Science, 313, 940.
Gillett, N. P., et al., 2004: Detecting the effect of climate change on Canadian forest fires. Geophys. Res. Lett., 31, L18211, doi:10.1029/2004GL020876.
Pausas, J. G., 2004: Changes In Fire And Climate In The Eastern Iberian Peninsula (Mediterranean Basin). Climatic Change, 63, 337–350.
Artículo original:
http://www.realclimate.org/index.php/archives/2009/02/bushfires-and-climate/langswitch_lang/sp#more-654