Animando a los Criminales del Clima

David Cromwell, 06/11/2005,
Znet

A principios de este mes, el New Scientist publicó la sorprendente noticia de que la mayor turbera congelada del mundo, que comprende un área del tamaño de Francia y Alemania juntas, se está deshelando. Según los investigadores que han estado estudiando la capa de permafrost de Siberia occidental, la turbera podría expulsar a la atmósfera miles de millones de toneladas de metano, un gas de efecto invernadero veinte veces más potente que el dióxido de carbono. Si esto sucediese, las consecuencias para el sistema climático, y para la humanidad, serían devastadoras (Fred Pearce, “Alerta climática: se derrite Siberia” New Scientist, 13 agosto 2005).

Uno de los investigadores del proyecto advirtió de un “desastre ecológico irreversible”. Otro científico preocupado dijo: “Cuando empezamos a interferir en estos sistemas naturales, podemos terminar en una situación imparable. No existen frenos que podamos aplicar”. (Ian Sample, “El calentamiento alcanza su punto álgido” The Guardian, 11 de agosto 2005).

Como respuesta, Tony Juniper, director de Amigos de la Tierra, dijo “Si no tomamos medias muy pronto, podríamos desencadenar un calentamiento global, fuera de control, que podría llevar a una devastación social, económica y medioambiental en todo el mundo” (Sample, ibídem).

Pero en apenas un par de días se ha hecho el silencio más surrealista. ¿Dónde están las declaraciones de los gobiernos anunciando medidas drásticas en energía, comercio, transporte y producción de alimentos?¿Dónde están las apasionadas editoriales en los periódicos? ¿Dónde están los urgentes debates en radio y televisión? En ningún sitio. Uno solo puede llegar a la conclusión de que nuestra sociedad está, completamente loca.

La gran devastación causada por el Huracán Katrina, con cientos de muertos, es posiblemente un avance de lo que podemos esperar en un mundo cada vez más cálido. Aunque los sucesos extremos “individuales” no se puedan relacionar claramente con el cambio climático inducido por el hombre, expertos en el clima predicen que vaya en aumento la severidad y la frecuencia de este tipo sucesos con el calentamiento climático. De hecho, sucesos calamitosos relacionados con el clima en 2005, como los incendios en España y Portugal, y las devastadoras inundaciones en la India, encajan en el modelo del cambio climático inducido por el hombre.

Un estudio reciente publicado en Nature por Kerry Emanuel, experto en climatología del Instituto de Tecnología de Massachussets, da qué pensar seriamente. Emanuel dice que los ciclones tropicales casi han duplicado su poder desde mediados de los 70, apuntando que esto “debería ser un asunto muy a tener en cuenta, ya que es una medida del potencial destructivo” de tan violentos sucesos.

Aunque todavía no esté muy claro hasta qué punto el cambio climático puede estar influyendo en todo esto, los expertos en la materia concluyen que “un futuro calentamiento podría llevar a una tendencia al alza del potencial destructivo de los ciclones tropicales, y - teniendo en cuenta el aumento de población en las regiones costeras - a un incremento sustancial de las pérdidas relacionadas con los huracanes en el siglo XXI”. (Emanuel “Aumento de la destructividad de los ciclones tropicales en los últimos 30 años”, Nature, número 436, Págs. 686-688, 2 agosto 2005).

En julio, investigadores del Benfield Hazard Research Center del University College de Londres predijeron una temporada de huracanes muy activa en la zona norte del océano Atlántico. (“La temporada de huracanes será muy tormentosa” informativos en la Red de la BBC, julio 2005 http://news.bbc.co.uk/1/hi/sci/tech/4671535.stm). Desgraciadamente, esto se ha visto corroborado en los últimos días.

La causa principal, avisó el Académico del Bengfield Center, Mark Saunders, es posiblemente, la inusualmente alta temperatura del mar en la región. Aunque la fluctuación de la temperatura de la superficie del mar en esta parte del océano tiene un ciclo natural de 50-60 años, Saunders cree que el cambio climático podría estar contribuyendo a “otra temporada Atlántica excepcionalmente activa en 2005”. Añade, “creo que debemos preguntarnos si, por lo menos parte de esta actividad no podría ser debida al calentamiento global. Ciertamente, las temperaturas del mar donde se forman los huracanes han alcanzado las cotas más altas en estos últimos dos años”

Una Década para Salvar al Planeta

Antes de que apareciese publicado el informe sobre el deshielo del permahielo en el New Scientist ya se sabía que nos queda muy poco tiempo para prevenir el caos climático. Un grupo internacional de expertos sobre el clima, codirigido(s) por el antiguo ministro de Blair, Stephen Byers, concluyó a principios de este año que podríamos alcanzar “el punto sin retorno” en menos de una década. (Geoffrey Lean, “Apocalipsis now: El género humano se dirige sonámbulo hacia el final de la tierra” Independent domingo, 6 de febrero 2005).

Las Naciones Unidas estimaron en 2004 que el calentamiento global ha ocasionado en la última década casi 500.000 muertes, ha afectado a más de 2,5 mil millones de personas, y ha generado pérdidas económicas de más de 690 mil millones de dólares. (Ted Glick, “Se necesita: Movimiento de Supervivencia Global”, Columna del Future Hope, 17 agosto 2005, vía e-mail).

Pero nada de esto ha impedido que los directivos de los medios de comunicación sigan, como siempre, sirviendo fielmente a la causa de los grandes negocios. Por ejemplo, menos de dos semanas después de publicarse las impactantes noticias sobre el deshielo del permafrost en Siberia, The Guardian, cancerbero del liberalismo se deshacía en elogios por “las boyantes devoluciones de impuestos a las corporaciones” y “la desafiante economía” de EE.UU., y hacia un llamamiento temerario por “un crecimiento más fuerte de la economía mundial”. Esto, aseguraba al lector, “sería muy bienvenido en Gran Bretaña”. (Leader, “El factor suerte” The Guardian, 22 agosto 2005).

¿Qué es toda esta locura? ¿Cómo puede un editorialista responsable de animar a “un crecimiento mundial”, que empeore aún más la catástrofe climática a la que ya nos enfrentamos? Acelerar el monstruo devastador global de un “crecimiento” económico insostenible no sería simplemente temerario, sino que constituiría el mayor crimen contra la humanidad jamás cometido. Comportarse como una animadora desde a banda, como lo está haciendo The Guardian, es actuar como un accesorio más en ese monstruoso crimen.

Y todo esto, desde el periódico al que el director de Amigos de la Tierra denominó, como podrán recordar sus lectores habituales, “la voz de los progresistas y del pensamiento medioambiental responsable, tanto en Gran Bretaña, como en Europa”. (Tony Juniper, citado por Ian Mayes “Esquivando los hechos” The Guardian 24 enero, 2004)

Es obvio, para cualquier observador racional, que el Guardian es reacio a distanciarse de Tony Blair, de sus ministros y de sus consejeros. No estaría bien que un periódico desafiase demasiado al gobierno, y al sistema establecido en general, por miedo a quedarse sin su crucial fuente de “vida”, a saber, acceso a los pasillos del poder para conseguir lo que se considera “noticia”.

De hecho, los altos directivos del Guardian, la junta de directiva del Guardian Media Group plc, están estrechamente ligados al sistema establecido. Son personas poderosas e influyentes , como su presidente Paul Myners, quien también forma parte de la junta del Banco de New York, Inc., una de las compañías de servicios profesionales más importantes del mundo; el secretario de la compañía Philip Boardman, antiguo interventor financiero de Hickson International, una gran compañía química; John Bartle CBE, que ha trabajado para Cadbury Schweppes, la gran multinacional de alimentación y bebida, y Sir Robert Phyllis, antiguo subdirector general de la BBC y presidente de ITN. (Junta Directiva de GMG, http://www.gmgplc.co.uk./gmgplc/aboutus/directors/).

Estos individuos son miembros de la elite social, política y económica que se beneficia de un sistema capitalista de privilegio y explotación profundamente divisivo e injusto. No es de extrañar que el grupo periodístico que dirigen se resista a desafiar a su propio sistema. Charles Lewis, antiguo productor del programa de actualidad “60 Minutos” en EE.UU., que renuncio a su puesto para fundar el Centro para la Integridad Pública, lo explicó así:

“Los valores de los medios de información son los mismos que los de la elite, y desean fervientemente la aprobación de las elites. Social, cultural y económicamente pertenecen al mismo grupo de personas sobre las que informan” (Cita, Alexander Cockburn y Ken Silverstein “Lo que no cuentan los periódicos” The Observer, 26 mayo 1996).
Tomemos como ejemplo una entrevista reciente a Hilary Benn, (el) secretario de desarrollo internacional británico. “Si el primer ministro hubiese querido una vida fácil”, dijo Benn al Guardian, “no hubiera elegido estos dos temas (África y el cambio climático) para la cumbre del G8”. Sobre el tópico de Blair y el cambio climático, Benn afirmó, presumiblemente sin inmutarse, “(Blair) está comprometido y decidido”
A juzgar por la ausencia de cualquier tipo de cuestionamiento crítico en el artículo publicado, los periodistas del Guardian, entre ellos el editor político del periódico, se tragaron el discurso de cabo a rabo y sin parpadear. (Michael White y Patrick Wintour, “Cumbre del G8: Entrevista. “Benn dice que el G8 y los lideres de los países africanos deben demostrar su compromiso” Guardian, 5 julio, 2005).
Legar un Planeta Moribundo a la Siguiente Generación

Este servilismo para con la propaganda gubernamental sobre el clima no se limita al Guardian.

En una entrevista en el diario derechista Daily Telegraph, Elliot Morley, ministro de medioambiente y cambio climático, dijo que el gobierno se había comprometido a revisar sus políticas sobre el clima para finales de año:
“Debemos tener la mente abierta en cuanto a la clase de medidas que debemos tomar y atrevernos a pensar lo impensable”. Morley dijo: “mi trabajo consiste en considerar nuevas medidas de aproximación bastante radicales” (Charles Clover “Se planea el racionamiento de energía para todos”, Daily Telegraph, 2 julio, 2005).

Estos “nuevos enfoques, bastante radicales” pueden incluir tarjetas personales de racionamiento de energía. Sin embargo, no se contempla el recorte de los grandes subsidios que anualmente recibe la industria de energías fósiles (ver 2ª Parte), para destinarlos al sector de energías renovables o a los sistemas de transporte público. Eso no sería “radical” para el poder establecido y sus aduladores, simplemente, resulta impensable.
También es impensable la noción de que nuestros lideres prioricen políticas que benefician a unos pocos a expensas de la gran mayoría. El mensaje de Downing Street, retransmitido tenazmente incluso por los “mejores” informativos, es que deberíamos alabar a Tony Blair, o por lo menos, aceptar que esta velando por nuestros intereses. De esta manera, un editorial en el Financial Times nos dice: “el primer ministro merece nuestro reconocimiento por haber conseguido un progreso significativo en algunos de los temas más amplios jamás abordados por el G8, la ayuda a África, el cambio climático y el comercio mundial”. (Leader, “Ahora los lideres del G8 deben cumplir su palabra” Financial Times, 9 julio 2005).

El editor medioambiental del Independent mantiene la misma línea de cordialidad para con el sistema en un comentario que rebosa admiración por el trabajo del primer ministro:

“El intento de Sr. Blair en Gleneables de promover la colaboración con los países en desarrollo para abordar el tema del cambio climático, o, por lo menos, iniciar el diálogo, es vital.” (Michael McCarthy, “Esperando entre bastidores: los demás lideres que deben dar un salto de gigante por el planeta” Independent, 5 julio 2005).

Desgraciadamente, como cualquier observador racional pudo comprobar en Gleneables, la cumbre del G8 fue un patético fracaso en lo que respecta a la toma de medidas de actuación significativas sobre el clima. En particular, EE.UU., que nunca ha ratificado el protocolo de Kyoto, continua arrastrando sus píes embadurnados de petróleo. Tearfund, agencia de ayuda y desarrollo cristiana, subrayó que el “fracaso del G8 para actuar sobre el cambio climático pone en riesgo la vida de millones de personas” (www.tearfund.org.uk, noticias, 8 julio 2005).

El veterano medioambientalista Mayer Hillman mostró su “consternación ante el fracaso de los lideres mundiales a la hora de conseguir lo que sus ciudadanos tienen derecho a esperar de ellos”. Hillman hizo un llamamiento a Blair y a los demás lideres mundiales para que suscriban el marco de Contracción y Convergencia del Global Commons Institute, basado en la igualdad del derecho de emisión de gases de efecto invernadero per cápita. (Ver página web de Global Commons Institute www.gci.org.uk).

Hillman, advirtió de que sólo “una acción de urgencia... mucho más ambiciosa y con mayor amplitud de miras de lo que refleja el comunicado final de Gleneables prevendrá que entreguen (lideres mundiales) un planeta moribundo a la siguiente generación (“El G8 y el cambio climático: tarjeta de resultado de los integrantes de la campaña. http://opendemocracy.net/globalization-G8/climate_reaction_2672.jsp 13 de julio 2005).

Trágicamente, pero leal a su manera de hacer, la cumbre del G8 -no solo en lo concerniente al clima, sino también en lo que respecta a la ayuda, al comercio y a África- estuvo marcada por promesas vacías y burdos engaños. La realidad de la reunión de Gleneables, apunta el historiador Mark Curtis, “es que es una parodia de la afirmación de Brown y Blair de que los países pobres sean ahora libres de decidir sus propias políticas.” (Curtis, “Cómo el G8 mintió al mundo sobre la ayuda”, The Guardian, 23 agosto 2005).
Sin embargo, los medios de comunicación convencionales son incapaces de ver la estrategia maquiavélica que hay detrás del “liderazgo” de Blair. Blair sabe que Irak lo ha expuesto como un dictador cínico y mentiroso sin escrúpulos; África y el cambio climático son claros intentos de establecer su fraudulento capital moral. Sabe que la base de su poder siempre ha residido en su “apariencia” de político culto del llamado espectro de centro-izquierda, mientras actúa al servicio del poder estatal-corporativo violento y sin escrúpulos. Pero nada es demasiado, no hay nada que colme el vaso para los medios liberales. Siempre se da a Blair otra oportunidad de probar que tiene el corazón donde tiene que estar.

En ocasiones, se facilita espacio en las páginas de comentario a expertos acreditados, y a científicos distinguidos para expresar sus preocupaciones, siempre y cuando éstos invitados se mantengan dentro de los límites del debate aceptable.
De esta manera, el eminente físico del clima John Houghton, antiguo director de la Oficina Meteorológica de Gran Bretaña y de la Real Comisión para la Contaminación Ambiental, afirma que “Tony Blair ha mostrado una determinación de hierro” al tratar el problema de la crisis climática. Continua diciendo: “Blair, admirablemente, quiere que el G8 vaya más allá de sus propios intereses y actúe sobre los problemas más acuciantes del mundo.” (John Houghton, “Cojamos al toro por los cuernos. Los principales climatólogos británicos dicen que una chapuza del G8 sobre el calentamiento global puede ser desastroso” Independent del domingo, 26 junio 2005).

Desgraciadamente, el “compromiso” y los “logros” del gobierno en el tema de las ayudas, de África y del cambio climático son mitos crueles. Como ya se ha dicho anteriormente, la esperanza del primer ministro de “pasar la página” de Irak, al explotar los temas de África y del clima, no es más que un intento desesperado de distraer la atención de sus crímenes de guerra. Blair cuenta con la ayuda de numerosos profesionales de los medios para dicha tarea.

Consideremos a John Rentoul, uno de los más serviles animadores de Tony Blair en los medios británicos, que supera su propia marca de exaltación retórica de altos vuelos cuando proclama del líder británico:

“No teniendo que enfrentarse al electorado de nuevo, Blair ha convertido su proyecto de salvar al planeta del cambio climático en uno de los proyectos legados para su tercer mandato” (Rentoul, “G8: el no tener que enfrentarse a ninguna elección le coloca en una situación privilegiada para salvar el planeta” The Independent, domingo, 3 julio 2005)

Y, conforme absurdas entrevistas basadas en editoriales capciosos, conforman insípidas ‘noticias’, al consumidor de “medios” se le hace creer que se “está haciendo algo”, y que el primer ministro está lidiando con gran tenacidad contra la amenaza del cambio climático. Estos son delirios peligrosos.

El Independent: ¿Lo mejor que podemos encontrar?

El Independent, como el Guardian, un periódico con credenciales supuestamente progresistas, mencionó en una editorial reciente que “los medios norteamericanos dan muy poca cobertura al calentamiento global” (Editorial, “El consenso de denegación americano se esta desmoronando” 19 de agosto 2005). Es verdad. Pero miremos en casa, a la cobertura totalmente inadecuada que se da del cambio climático en los medios británicos, incluido en el Independent.

Una alabanza efusiva a la cobertura que hace el Independent sobre el clima apareció recientemente en una carta enviada por un lector de Estados Unidos, quien escribió:

“El Independent ha sido una excepción al resto. La frecuencia con la que abordáis el calentamiento global es completamente apropiada teniendo en cuenta la seriedad del problema.” (Carta Editorial, “EE.UU. todavía no quiere reconocer el calentamiento global” El Independent 20 de agosto 2005)

Uno solo puede imaginar la satisfacción que sentiría el editor de la página de cartas al imprimir esos comentarios.

¿Es Media Lens demasiado crítica? Desde luego, el Independent aborda el tema del cambio climático con bastante frecuencia, incluso incluyéndolo en la portada. Si, pero miremos el “contenido” de esta cobertura. En editoriales y noticias, los editores del periódico y sus periodistas ignoran la insostenible naturaleza del infinito crecimiento económico en un planeta finito. Pasan por alto las conexiones entre catástrofes climáticas y las dañinas prácticas de las corporaciones e inversores globales.

¿Dónde están las editoriales y las noticias subrayando los continuos esfuerzos de los grandes negocios para obstruir políticas racionales en energía, transporte, producción de alimentos y comercio que tan urgentemente necesitamos? ¿Dónde están las noticias sobre los billones que se gastan anualmente los negocios y la industria de relaciones públicas en promover el consumo insostenible?

¿Dónde están las editoriales denunciando el papel activo que tiene el gobierno británico en toda esta locura, conduciendo inexorablemente a la humanidad hacia al “punto de no retorno” climático y al abismo más allá?¿Por qué, en su lugar, los medios tan a manudo canalizan sin ninguna crítica la propaganda de la oficina de prensa de 10 Downing Street sobre lo “apasionado” y “comprometido” que esta Blair para abordar el desafío climático?

La razón, desde luego, es que los medios corporativos son en si mismos parte del problema, repletos de anuncios, orientados al consumidor.

Consumismo Derrochador = Niños Condenados

Si tratásemos el cambio climático de manera racional, también reduciríamos la pobreza mundial. La gran fiesta del G8 en Gleneagles, y el circo de medios que les apoya, ignoraron esta verdad peligrosa. La New Economics Foundation (NEF), con sede en Londres, de manera prudente estima que los subsidios mundiales a los combustibles fósiles, pagados a corporaciones ricas del bolsillo público, ascienden a 235 mil millones de dólares anuales. Un año de esos subsidios podría servir para anular la “deuda” internacional de los países Sub-Saharianos, y aún sobrarían miles de millones. (NEF, “El precio del poder” 2004, informe que se puede descargar desde www.neweconomics.org).

¿Podrá el nuevo “Movimiento por el Clima” en Gran Bretaña, que incluye a Greenpeace, Amigos de la Tierra, Ayuda Cristiana y Oxfam, creado el 1 de septiembre con el eslogan “Paremos el Caos Climático” hablar de estas verdades tan incomodas?. Esta campaña ¿llamará la atención sobre la sorprendente conspiración de los dirigentes políticos en la criminalidad corporativa al bloquear cualquier acción efectiva contra el cambio climático? ¿Valorará de manera critica el grupo Movimiento por el Clima el papel de los medios de comunicación cuando traten crímenes perpetrados contra el clima? O de lo contrario, si miramos la nueva página web de la campaña (www.stopclimatechaos.org), y a la vez consideramos la trayectoria de algunas de las grandes ONGs que pertenecen a la nueva coalición ¿correrán un tupido velo sobre estos asuntos tan cruciales?(“El silencio es verde”, Media Alert, 3 febrero 2005, http://www.medialens.org/alerts/05/050203_silence_is_green.php)

Además de las enormes dadivas públicas a los grandes dinosaurios de los combustibles fósiles, también esta el enorme daño al planeta asociado a la combustión de petróleo, carbón y gas. Según la NEF, el coste de los desastres naturales asociados fundamentalmente al calentamiento global, ha alcanzado los 60 mil millones de dólares anuales. Esta suma no incluye la miseria humana resultante de las muertes, enfermedades, lesiones y pérdidas relacionadas con el calentamiento global. Hay que considerar también que los EE.UU. han gastado unos 300 mil millones de dólares en los últimos tres años en las guerras en Afganistán e Irak, guerras en las que el petróleo ha sido un importante factor motivador. (Ted Glick “Se necesita: Un Movimiento Mundial para la Supervivencia” columna del Future Hope, 17 agosto 2005, vía e-mail).

Como concluyen los autores del informe de la NEF:

“No tiene que ser así. Las fuentes de energía renovable tienen un gran potencial apenas explotado. No solo pueden suministrar toda la energía necesaria para el desarrollo humano, también pueden moderar la contaminación, una de las causas del cambio climático que mata a numerosas personas cada año. Pueden suministrar “electricidad” a las comunidades, pero donde la tecnología se desarrolla, implanta y mantiene por la población local, también puede “otorgar poderes” a las comunidades que han sido marginadas de otras formas.

¿Por qué Blair, Brown y el resto de nuestros dirigentes corporativos no pueden ver esto? ¿Qué puede hacer que cambien su curso de acción? ¿Permitiría el sistema de capitalismo corporativo cuyos objetivos prevén, cambiar el curso? Literalmente ¿En qué están pensando? El psicólogo Oliver James, autor de “Gran Bretaña en el sofá”, apunta a la verdad:

“Ambos, Tony Blair y Gordon Brown, están totalmente comprometidos con el crecimiento económico y para que esto siga sucediendo, debemos continuar consumiendo nuevos productos. He hablado largo y tendido con dos consejeros de Blair y el hecho es que el Ministerio de Hacienda se niega a aprobar cualquier legislación ecológica que amenace las condiciones financieras, (Blair y Brown) saben perfectamente bien que sino ponemos alto a este consumo derrochador, sus hijos, o los hijos de sus hijos están condenados” (James, “Calor: Cabezas en la arena”, suplemento sobre cambio climático del Guardian, 30 junio, 2005).

Puede que Blair y Brown sepan que este es el caso. Ambos han expresado su preocupación sobre el cambio climático. Claramente, no están completamente ciegos a los peligros; peligros que, por supuesto, representan una amenaza al poder afianzado. Después de todo, incluso el todopoderoso sistema de capitalismo global no es inmune al caos de la inestabilidad del clima.

Pero el punto fundamental es que, para alcanzar sus poderosas posiciones en la sociedad, Blair, Brown y otros líderes occidentales han tenido que subordinar el futuro del planeta a la prerrogativa del “crecimiento” económico global, o, para ponerlo de una manera más honesta, a la básica conveniencia de beneficios infinitos que lucran a los sectores privilegiados de la sociedad. Cualquier aspirante a líder político que pretenda cambiar el modelo actual de producción y consumo a duras penas conseguiría llegar a la línea de salida, y de ninguna manera alcanzaría la meta del poder político real.

Como una vez apunto sagazmente el filósofo canadiense John McMurtry sobre el primer ministro:

“Tony Blair personifica el carácter del orden de mercado mundial. Dentro de la imagen juvenil de la cultura corporativa, se le presenta como sincero, energético y moral. Como otros lideres de partidos en poder, ha trabajado duro para ser seleccionado por los ejes del poder financiero y mediático como “el hombre para hacer el trabajo”. Él es una metáfora moral del sistema. (McMurtry, Guerras de valores: El mercado mundial contra la Economía de la Vida, Pluto Press, Londres 2002, p.22).

El mismo proceso de filtrado se aplica a la gran mayoría de los lideres en posiciones de autoridad. Han alcanzado la cima de la jerarquía social que esta formada en gran medida por los entrelazados requisitos de los intereses corporativos y del poder geoestratégico.

Si continúa la tendencia actual, las consecuencias para la humanidad podrían ser nefastas.

SUGERENCIA DE ACCIÓN

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Puedes hacer preguntas que sigan las siguientes líneas: ¿Por qué casi nunca, si lo hace alguna vez, trata el desastre que supone el “crecimiento” de la economía mundial para la estabilidad del clima? ¿Por qué no informa de manera más crítica sobre la brecha existente entre la retórica del gobierno y la realidad climática? ¿Por qué no se llevan a cabo más investigaciones sobre la presión política que ejercen las corporaciones a los gobiernos –presión que esta diseñada para minimizar cualquier legislación de actividades que son perjudiciales para la estabilidad del clima? ¿Dónde están sus informes y editoriales sobre la oposición política y de los grandes negocios a unas políticas adecuadas sobre el clima, incluyendo el desvío de subsidios de energías fósiles a energías renovables?.

Escribe a Michael McCarthy, Editor de medioambiente del Independent:
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Escribe a Charles Clover, editor de medioambiente del Daily Telegraph:
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Escribe a John Vidal, editor de medioambiente del Guardian:
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