Hay que pararles los pies aunque sea solo con un brazo

David, manifestante apaleado, 07/02/2011

El jueves 27 de Enero se producía una manifestación en Madrid en protesta por el último ataque del gobierno de Zapatero a la clase trabajadora de este país, en este caso además con el apoyo y firma de los sindicatos mayoritarios CC.OO y UGT. El lema hay que pararles los pies abría la manifestación y para saber el porqué del final del título debéis leer el escrito entero.

Aunque la historia se produjo la tarde-noche del jueves, empezaremos el relato por el telediario de TVE del día siguiente. El azar nos condujo a que la noticia sobre las revueltas en Egipto y las revueltas en Madrid de la noche anterior se emitieran seguidamente. En primer lugar la corresponsal en Egipto narraba los sucesos del siguiente modo: “grupos de manifestantes actúan en legítima defensa propia ante la actuación desmesurada de la policía y el ejército”, al final comunican que el número de muertos de la población a lo largo y ancho del país se encuentra alrededor del centenar. (Por cierto, no entiendo como los medios de comunicación españoles con su potencial económico e intelectual, durante años y años no se habían dado cuenta de que existían dictaduras a escasos kilómetros de sus fronteras yéndose habitualmente mucho más lejos a reconocerlas, pero bueno este no es el tema en esta ocasión). Después narraban los hechos de Madrid del siguiente modo: “extremistas, radicales de izquierdas siembran el desorden y destrozan el mobiliario urbano en el centro de Madrid agrediendo a las fuerzas policiales incluso con petardos caseros llenos de clavos con un balance de ocho policías heridos”. Asombroso. Pero sus razones para el diferente tratamiento son de sobra conocidas por nosotros.

La mani comenzó a las 19 horas en atocha y se dirigiría hacia Sol y el Congreso de los Diputados. El ambiente era bastante festivo a la par que reivindicativo a pesar del frío, y la protesta transcurría sin incidentes. Cuando llegamos a la altura de Sevilla los antidisturbios cortaron el paso con la intención de no permitirnos llegar al congreso. Allí con su habitual provocación, lanzaron algunos botes de humo y algunas pelotas de goma para dispersar a lxs manifestantes. El grueso se fue hacia Sol, donde más o menos la gente se fue yendo hacia sus casas, pero parece que la ruptura de la luna de un coche de municipales aumentó la agresividad con la que estaban actuando. Como perros de presa batieron la calle Montera repartiendo a diestro y siniestro (pero nosotrxs debemos estar hechos de otra pasta pues aún sin ir vestidos como robocop, los medios de desinformación confirmaron que entre los heridos no se encontraba nadie de lxs nuestrxs). Mientras todo esto pasaba, Lucía, una amiga y yo nos metimos en una zapatería a esperar que el nuevo escuadrón de antidisturbios municipales pasara. Y ellos pasaron pero en la tienda dejaron una “infiltrada” de unos 20-25 años que dedicaba su tarde al sano consumo de calzado y que tras mostrarme su desprecio y escasa solidaridad hacia la clase trabajadora y hacia la lucha que manteníamos por un futuro más digno y justo de todxs, se lanzaba sobre mí, brindándome una patada y lanzándose sobre mi cuello sin soltarlo ante el estupor de lxs demás. Ahí no quedó la cosa, porque se le ocurrió la gran idea de avisar a los perros hambrientos que volvían sin apenas caza, diciéndoles: “aquí hay uno de esos” “uno que me ha querido pegar”, y así un grupo de ocho robocop (antidisturbios municipales, un nuevo cuerpo funcionarial) entraban en la tienda con actitud violenta a la búsqueda de “terroristas urbanos”. Viendo la cuestión bastante fea salimos discretamente y con miedo de la tienda, no obstante dos de ellos me terminan siguiendo y cuando alcanzo la esquina de montera con la puerta del sol y a la altura de las lecheras nacionales llega el primero de ellos, que mientras el segundo le grita que lo deje, me da un porrazo (del que supongo me protejo con el brazo) mientras que un nacional que cerca estaba piensa que si su compañero golpea por que no hacerlo él también y me golpea en la pierna. En ese momento me acojono porque veo el furgón abierto y me veo allí dentro, pero el hijo de puta recoge su impunidad y decide no usarla más y supongo que da media vuelta para reunirse con su manada, mientras sigo caminando y sufriendo en carne propia la humillación, la injusticia, la rabia por la imposibilidad de defensa y el miedo a empeorar mi estado ante cualquier movimiento en una situación de pisoteo de la razón.
La historia acaba una hora después en el Hospital de La Princesa con el cúbito roto y una operación para el lunes a la vista.

Y me pregunto a cuántas personas no les ocurrirá esto mismo tantas veces... sin embargo nosotrxs no somos consejeros de la comunidad autónoma murciana y nosotrxs no somos atacadxs por radicales izquierdistas, sino por los garantes de la democracia.

He pensado desde muchos puntos de vista lo ocurrido, y la absoluta impunidad es lo que aterroriza, a nosotros sólo nos queda nuestra superioridad moral e ideológica, eso es lo que nos permite estar muy por encima de ellos y que esa rabia visceral no nos invada y nos deje vivir. También es terrible pensar que yo podría haber sido profesor de esa chica veinteañera que me “acusó”, que esos valores son los que conseguí transmitirle, que fui incapaz de despertar en ella una actitud crítica y transformadora ante la realidad social, una actitud de solidaridad...

Finalmente y para dar un toque de humor, se podrían ver todos estos hechos como una cadena en la que pagamos el sueldo de las fuerzas represivas del estado, para que hagan su trabajo en defensa de los intereses del capital y nos repriman, generando gastos sanitarios (visita a urgencias, medicamentos, días de ingreso hospitalario, cirugías, bajas laborales...) en fin, movimientos monetarios que engrasan el sistema y aumentan así su PIB.

También me doy cuenta que desde hace un par de años en los que las fuerzas democráticas de este país nos están dando por el culo de manera absolutamente impune, y en este caso no me refiero a la labor de Zapatero. Primero el señor ex-presidente de la CEOE nos robó y aún nos debe 3600€ y ahora estos guardianes de lo que no nos cansaremos de decir “lo llaman democracia y no lo es” me dejan jodido y “aporreao”.

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