Países ricos, niños pobres

Charo Marcos, 15/05/2005

Jorge Coarasa/AIS

Es un hecho comúnmente asumido que la pobreza infantil en el mundo desarrollado es baja y tiende a disminuir. Sin embargo, no es el caso en todos los países considerados ricos por sus niveles de ingreso. De acuerdo con un estudio publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en 13 de los 22 países altamente industrializados del mundo, la pobreza infantil aumentó durante los noventa. De estos países, el índice más alto lo tiene Estados Unidos con 21.9% de los niños en situación de pobreza.

El estudio utiliza una definición que considera pobres a los niños que disponen de ingresos menores a la mitad del promedio de la sociedad, suponiendo una distribución equitativa de los ingresos al interior de la familia. Dicha medida puede ser interpretada como “el punto por debajo del cual los niños no pueden permitirse tener las cosas que aquellos de su alrededor consideran como normales y necesarias”.

Preocupantes algunos G-7

Los casos más preocupantes son los de aquellos países en los que el nivel de pobreza infantil es alto y está creciendo, por ejemplo, algunos miembros del G-7 como Alemania, Italia y Japón, en los que el porcentaje de niños pobres va del 10% al 17% y tuvo un crecimiento mayor del 2% durante la última década. Los países nórdicos destacan por sus bajos índices de pobreza infantil, y entre estos, Noruega, el único país que se puede describir como “de pobreza muy baja y en continua disminución”. También sobresalen algunos países que normalmente son descritos como casos de éxito por su acelerado crecimiento económico reciente, pero que caen en el grupo de países con pobreza infantil alta y creciente como Irlanda, Portugal y España que registran índices de entre 13 y 16% y tasas de crecimiento de la pobreza infantil de entre 2.5 y 3%.

Existen tres grandes factores que influyen en el nivel y desempeño de la pobreza infantil: las tendencias sociales, las condiciones del mercado laboral y las políticas gubernamentales. Las relaciones entre estos tres determinantes son complejas y difíciles de predecir, sin embargo, sólo entendiendo estas interrelaciones pueden explicarse las grandes diferencias encontradas de país a país.

Los padres

El impacto de los cambios sociales en la pobreza infantil es mixto. Por un lado, el aumento de la edad y el nivel de educación promedio de los padres, así como la disminución del número promedio de niños por familia tienden a incrementar los recursos económicos disponibles para los niños. Por el otro, la mayor proporción de familias con un solo padre aumenta la vulnerabilidad de los niños y por tanto su riesgo de caer en pobreza.

La dinámica del mercado laboral también tiene elementos que contribuyen a la disminución de la pobreza infantil como el aumento en la proporción de madres que tienen un empleo pagado y el mayor número de niños cuyos padres tienen estudios universitarios. Sin embargo, estas tendencias son contrarrestadas por el deterioro de los salarios de las familias que se encuentran en el extremo inferior de la escala de ingresos. Un claro ejemplo de lo anterior es Italia, donde los menores ingresos de los hogares pobres han afectado tanto a los padres como a las madres. Para los hogares que constituyen el 10 por ciento más pobre del país, los salarios de las madres han caído en un 33% y los de los padres en un 20%. Esto explica en parte que una de las economías más grandes del mundo tenga un nivel de pobreza infantil tan elevado y que sigue creciendo.

Sin embargo, el principal determinante de los cambios en la pobreza infantil en los países ricos es la política gubernamental. Los gobiernos de los países más exitosos llevan a cabo intervenciones que reducen la pobreza infantil en un 80%, mientras que las políticas de los de peor desempeño sólo han conseguido reducciones de entre 10% y 15%. Otra demostración del potencial que tiene la política social de los gobiernos es el hecho de que ningún país rico que dedica al menos el 10% o más del PIB a transferencias sociales tiene una pobreza infantil superior al 10%; mientras que ningún país que dedica menos del 5% tiene una tasa de pobreza infantil menor al 15%.

Con base en estos hallazgos, UNICEF hace un llamamiento a los gobiernos de países ricos a comprometerse con objetivos y plazos realistas para una reducción progresiva de la pobreza infantil. Para la mayoría de esos países, un objetivo realista sería reducir la pobreza infantil por debajo del 10%, y para los seis que ya han cumplido ese objetivo, la siguiente meta sería emular a los países nórdicos y reducir la tasa de pobreza infantil por debajo del 5%.

Jorge Coarasa es Economista mexicano

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