Confesiones de un economista y asesino a sueldo
Carlos Miguélez, 23/10/2005, La JornadaLa obra de John Perkins Confesiones de un economista-asesino a sueldo demuestra cómo la deuda externa es una eficaz herramienta de poder. Aunque pareciera ficción, se trata de un testimonio real que demuestra mejor que nunca la estafa de las "ayudas" y, si logramos descifrar el mensaje, refuerza la proposición de condonar la deuda externa a los países empobrecidos.
¿Usted apostaría en un juego para perder? La respuesta es obvia, a no ser que lo engañen y lo inviten a jugar diciéndole que saldrá con la victoria en mano. Así funcionan muchas "ayudas" económicas a otros países, aunque se trata de un juego más complejo y con muchos más participantes.
La obra Confessions of an Economic Hit Man (Confesiones de un economista-asesino a sueldo), de John Perkins, demuestra cómo la deuda externa es una eficaz herramienta de poder. Aunque parece ficción, se trata de un testimonio real que demuestra mejor que nunca la estafa de las "ayudas" y, si logramos descifrar el mensaje, refuerza la proposición de condonar la deuda externa a los países empobrecidos.
Perkins sabía lo que estaba haciendo desde que la agencia de espionaje más importante de Estados Unidos, la National Security Agency, lo contrató para MAIN, una compañía de ingeniería y construcción. El gobierno estadunidense actúa a través de sus compañías privadas y multinacionales para deslindarse de sus abusos.
El autor nos relata que su objetivo era convencer a países "subdesarrollados" de que aceptaran enormes préstamos internacionales que devolverían fondos a MAIN y a otras compañías como Bechtel, Halliburton, Stone & Webster y Brown and Root a través de grandes proyectos de ingeniería y de construcción. Su argumento consistía en estudios económicos inflados que proyectaban crecimientos del PIB exorbitantes y que callaban el desigual reparto de la riqueza producida: los pobres quedarían más marginados, las oligarquías se beneficiarían y el país quedaría endeudado para que los pobres pagaran.
Los países endeudados tienen entonces la obligación de permitir la construcción de bases militares en su territorio, de votar a favor de Estados Unidos en Naciones Unidas, o de permitir que las multinacionales depreden su petróleo, su carbón, su gas natural, su madera y otros recursos naturales.
Cuando los hombres que, como él, eran contratados para engañar y extorsionar gobiernos y no lo conseguían, la CIA recurría a los conocidos chacales, que no son más que secuestradores y asesinos a sueldo. Así explica Perkins la muerte de dos importantes presidentes en Latinoamérica, cuyo objetivo era determinar el uso de sus propios recursos naturales, siguiendo un modelo de justicia social: Omar Torrijos de Panamá y Jaime Roldós de Ecuador. Ambos murieron cuando sus aviones privados cayeron después de una explosión.
Cuando los chacales fracasan, entran los marines, como ya ha sucedido en Iraq en dos ocasiones. George Bush padre salió airoso como el liberador de Kuwait frente a Hussein, pero meses atrás había invadido Panamá para detener al ex-presidente Noriega, que fue juzgado en Estados Unidos por crímenes que no cometió ahí. El saldo: cerca de 20 mil muertos, según algunas organizaciones humanitarias.
Perkins sostiene que Washington quería sólo poner un gobierno títere en Panamá para permitir la permanencia estadounidense en la zona del Canal y que el gobierno panameño no pactara con Japón construir un canal mucho más moderno y eficiente.
La National Endowment for Democracy (NED) reconoce abiertamente haber financiado a la oposición en Venezuela. Se trata de una contradicción en término, pues cada democracia no hay democracia única ni mejor nace de los pueblos y se adapta a sus estructuras sociales. Entonces, inyectar fondos para derribar a un presidente y promover una revuelta es antidemocrático. ¿Qué puede interesarle de la República de Venezuela a Estados Unidos, además de su petróleo y su posición geopolítica?
Cobran especial sentido las declaraciones de Condoleezza Rice sobre Ciudad del Este, en Paraguay, muy cerca de su frontera con Brasil y con Argentina. Le preocupa que, entre los 20 mil libaneses y sirios que viven en la zona, dedicada desde siempre al comercio, se pudieran esconder financiadores de Hezbolá. Se han detectado movimientos de dinero entre esta zona de Latinoamérica y el sur de Líbano, donde el grupo considerado terrorista tiene mucha presencia. También en esa zona se encuentra una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo. El oro azul se privatiza a un ritmo imparable y, si tomamos en serio el testimonio de John Perkins, merecerá la pena alzar la voz cuando Rice enseñe frente al Consejo de Seguridad unos tubos de ensayo con muestras de armas de destrucción masiva. Sería el preámbulo de una nueva guerra.
Texto del Centro de Colaboraciones Solidarias.