La globalización del caos
Candido, 24/05/2006Los ideólogos del modelo capitalista imperante “vendieron”la ilusión de que el entronizamiento del mercado como protagonista supremo arreglaría los desajustes económicos y sociales, fomentaría la prosperidad y el desarrollo y una vez creada la riqueza se repartiría en forma “natural”, la “libertad” del individuo armonizaría con la ”libertad del mercado”, para todo lo cual las funciones del Estado ”burocrático y opresivo” debían reducirse al mínimo. Diversos analistas han mostrado la falsedad de esas premisas al punto que parecería innecesario insistir en ello. Pero la frecuencia y creciente intensidad de acontecimientos recientes en diversos escenarios del planeta desnudan una realidad que contradice radicalmente las previsiones neoliberales. Aunque dichos acontecimientos tienen lugar en espacios geográficos muy alejados entre sí, y en sociedades con grandes diferencias en lo económico y social, tienen, a poco que se reflexione,rasgos comunes.
El caos, la crispación generalizada que degenera en violencia, la corrupción, la marginación laboral y social de millones de individuos, poblaciones enteras diezmadas por el hambre, la explotación laboral y sexual cada vez más extendida, de millones de niños condenados a no realizarse nunca como seres humanos. Y al mismo tiempo la imparable destrucción del ecosistema, que cada vez más se muestra como un proceso irreversible.El dinero ha confiscado la ética, y las mafias,las tradicionales y las nuevas, las engendradas por “el mercado” han vaciado de toda credibilidad al sistema. La invocación de las elites del poder, trasmitida por el formidable aparato mediático que posee, a la “democracia” los ”derechos humanos” o “nuestros valores occidentales” que algunos“fanáticos terroristas” se empeñan en destruir, mueve a risa cuando no a indignación.Uno de los rasgos del “pensamiento” neoconservador es la descripción de la realidad como un fenómeno de generación espontánea.La adjetivación sustituye a la investigación. Terroristas, populistas, fanáticos, nostálgicos, integran el vocabulario cotidiano de los ”informadores”, sin que a veces,
como en el término “populismo” sepan a ciencia cierta a cuál de de sus acepciones se están refiriendo.Omiten los marcos de referencia que posibilitan el análisis. Es el método habitual de los medios de comunicación. Ellos nos informan que miles de africanos arriesgan su vida en embarcaciones de “la muerte” para alcanzar, las costas de España o Italia. Muchos terminan en el fondo del mar antes de llegar a su objetivo, otros son devueltos a sus lugares de origen desde donde lo volverán a intentar. Unos pocos logran burlar los controles. En la profusa información de esta tragedia, se alude reiteradamente a ”las mafias” que lucran con el traslado, ocasionalmente a la ”búsqueda de una existencia sin hambre” pero nunca hay una mención a los motivos por los cuales tantos países ricos están poblados por tantos pobres. A quienes los despojaron a sangre y fuego de sus riquezas, y lo siguieron haciendo después de la”descolonización” a través de gobernantes corruptos que apoyaron política y militarmente.
La tragedia se repite en la frontera del imperio. Allí son mexicanos, hondureños, salvadoreños o guatemaltecos, que pierden la vida, (500 cada año en la travesía del desierto). Los que llegan servirán de mano de obra superbarata para que un neoyorquino disfrute de verdura y fruta fresca cuando almuerza en un restaurante. Esta corriente migratoria ha adquirido tal dimensión que ya son 12 millones los que han logrado pasar.Son imprescindibles para que el país funcione y se han convertido al mismo tiempo en otro problema de la agobiada Administración Bush. Y también en un carta de la tramposa baraja de las elecciones.
Tampoco aqui se habla de que Estados Unidos le robó manu militari la mitad del territorio a México, ni que lo países centroamericanos, desde el pirata William Walker hasta el criminal de guerra John Negroponte, actual jefe supremo de los servicios de espionaje y terrorismo del imperio,, pasando por Reagan y Bush el viejo, han sido invadidos, masacrados y explotados, con la complicidad de dictadores y gobernantes “demócratas”. Para “resolver” el problema se levantan muros Cada vez más extensos. Inútiles. Los ”servicios” prestados por el gobierno de Fox a la política imperial contra Cuba y los ”populistas” Chavez, Evo Morales y otros, no son retribuidos por Bush. Del aborrecido muro de Berlín, caballito de batalla del anticomunismo barato de los años de la Guerra Fría, nadie quiere acordarse. Tampoco del más reciente que ha levantado Israel, condenado por el Tribunal de la Haya sin que el aludido ni la Unión Europea se hayan enterado.Entre estos hechos , a los que cabría agregar, en una lista interminable, la sangrienta revuelta de las mafias de Brasil, el crimen organizado, la agresividad de los marginados que han convertido las grandes capitales del mundo en junglas de cemento, las estafas de Enron, de los fondos”filatélicos”,los sobornos en esa pasión de multitudes que es el fútbol, que tanto dinero mueve, hay un hilo conductor común que los identifica.La sociedad con su contenido original de comunidad, identificada con valores de humanismo, reciprocidad, y solidaridad con el prójimo, ha desaparecido.
En su lugar se entronizó el mercado, el dinero y el consumo. Y