Trazar conexiones
Bill McKibben, 29/05/2011
Atención: es de vital importancia no trazar conexiones. Cuando vea imágenes de edificios reducidos a cascotes, como en los vídeos de la semana pasada procedentes de Joplin, Missouri, no debería plantearse lo siguiente: me pregunto si, de alguna manera, esto está relacionado con el enorme tornado que estalló hace tres semanas en Tuscaloosa, o con el enorme estallido de dos semanas antes; juntos, forman el mes de abril de mayor actividad de tornados de nuestra historia. Pero eso no significa nada.
Es mucho mejor pensar que estos acontecimientos están aislados y son impredecibles y diferenciados. No resulta aconsejable intentar conectarlos en nuestra mente con, por ejemplo, los incendios que ahora están quemando partes de Texas: incendios que, hasta el momento, han quemado una mayor parte de América que en la totalidad de cualquier año de nuestra historia. Texas, y partes adjuntas de Oklahoma y Nuevo México, están más secas que nunca: la sequía es peor que el Dust Bowl1. Pero no se pregunte si es algo que está relacionado
1 (N. del T) Sacado de Wikipedia: “El fenómeno de los años 1930 conocido como Dust Bowl (literalmente, 'Cuenco de Polvo') fue uno de los peores desastres ecológicos del siglo XX”.
Si se lo preguntara, también tendría que preguntarse acerca de si las nevadas y las lluvias récord de este año en el Medio Oeste –que han producido récords de inundaciones en el Mississippi— podrían estar relacionadas de algún modo. Y si lo hiciera, entonces sus pensamientos quizá le llevaran, ¡oh!, al calentamiento global. Al hecho de que los climatólogos llevan años prediciendo que, conforme inundamos la atmósfera con carbono, también empezamos a aumentar las sequías y las inundaciones del planeta, por el hecho de que el aire caliente contiene más vapor de agua que el frío.
Es mucho más inteligente repetirse a sí mismo, una y otra vez, el mantra consolador de que ningún acontecimiento puede estar nunca vinculado con el cambio climático. Ha habido tornados antes, e inundaciones: ese es el dato importante. Sea muy cuidadoso en asegurarse de que no se va a permitir preguntarse por el motivo de que todos estos récords se producen simultáneamente: por qué el año pasado tuvimos megainundaciones sin precedentes desde Australia hasta Pakistán. Por qué, precisamente, el Ártico se está fundiendo por primera vez en miles de años. Centre la atención en las víctimas inmediatas, observe, desde la cámara de vídeo del almacén, cómo explotan los anaqueles. Fíjese en el presentador, que vadea la crecida con el agua bordeando sus botas de pescador.
Porque como se pregunte por el motivo de que en cuatro años el Amazonas haya pasado por las dos peores sequías de los últimos cien años, o por qué en los últimos diez años los pinares de la parte occidental de este continente han sido arrasados por un escarabajo... bueno, entonces quizá tuviera que hacerse otras preguntas. Como ¿es cierto que el presidente Obama acaba de abrir una gran franja de Wyoming a la nueva minería de carbón? ¿Es cierto que el Secretario de Estado firmó este verano un permiso que autoriza un nuevo y enorme conducto para trasladar el petróleo producido con las arenas alquitranadas de Alberta? Y entonces, quizá tendría que hacerse esta pregunta: ¿no nos estamos metiendo en un problema mayor que el de la gasolina a cuatro dólares el galón?
Es mejor unirse a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, que a principios de esta primavera votó 240-184 para derrotar una resolución que simplemente decía “el cambio climático se está produciendo, está causado en gran parte por las actividades humanas y plantea riesgos significativos a la salud y el bienestar públicos”. Proponga su propia física; ignore totalmente a los físicos. No empiece a preguntarse si la cosecha de cereales perdida por la ola de calor en Rusia el año pasado, y la cosecha de cereales perdida en Queensland por su récord en inundaciones, y las pérdidas de cereales actuales en Francia y Alemania, debidas a la sequía actual, y la muerte del trigo de invierno en Texas, y la incapacidad de los campesinos del Medio Oeste pata obtener el maíz plantado en sus campos anegados podrían ser hechos que estuvieran relacionados de alguna forma. Seguramente, el récord de los precios de los alimentos se debe a hechos raros y desconectados; no hay signo alguno de que sean sistémicos.
Es muy importante mantenerse absolutamente en calma. Si cualquiera de estas cosas le inquietara, podría olvidar lo importante que es no perturbar los beneficios récord de nuestras compañías de combustibles fósiles. Si de lo peor pasamos a lo peor, resulta tranquilizador recordar lo que la Cámara de Comercio estadounidense dijo a la Agencia de Protección Medioambiental en un artículo reciente: no hay que preocuparse, porque “las poblaciones se pueden ajustar a climas más calurosos mediante una serie de adaptaciones conductuales, psicológicas y tecnológicas”. Estoy convencido de que eso es lo que están diciendo hoy mismo en Joplin.
Bill McKibben es fundador de la campaña 350.org por el clima global, y Schumann Distinguished Scholar en el Middlebury College
Traducido para Globalízate por Víctor García