Haití: Donde las comunidades deciden por sí mismas

Banco Mundial, 08/08/2007

31 de julio de 2007 - ¿Qué es más importante para el desarrollo de una comunidad rural: mejorar los caminos o comprar maquinaria para actividades productivas? ¿Invertir en nuevas técnicas agrícolas o construir un centro juvenil que incentive a los jóvenes a quedarse en el pueblo.

En Carice, una distante comuna ubicada en las montañas al noreste de Haití, los líderes de la comunidad decidieron que lo que más necesitaban era agua limpia. Por lo mismo, apoyaron la propuesta de una organización local de mujeres, Solidarité Femmes Larose, de instalar una bomba de agua en la comunidad.

Con una donación de US$17.900 del Banco Mundial, además de la capacitación y la asistencia técnica proporcionada por el Centro de Estudios y Cooperación Internacional (CECI) –organización canadiense contratada por el Gobierno de Haití–, las mujeres pudieron instalar la bomba y aprendieron a mantenerla en buen estado y a organizar sus finanzas.

Gracias a sus esfuerzos, 250 familias de la comunidad hoy en día tienen acceso a agua potable.

"La bomba mejoró la salud de la gente. Los niños ya no sufren de tifoidea ni diarrea, y las madres están menos preocupadas", comenta Islanne Jean Simon, coordinadora de Solidarité Femmes Larose, quien además habla de imitar la iniciativa en otras partes de la comuna.

Desarrollo impulsado por la comunidad
El proyecto de agua en Carice es un ejemplo de cómo las comunidades de Haití están determinando sus prioridades. En otras comunidades se eligieron otras actividades como prioridades para el desarrollo, como, por ejemplo, la conservación del suelo, la construcción de un centro de procesamiento de fruta, la adquisición de un arado o la construcción de una escuela comunitaria.

Todas estas iniciativas forman parte del Proyecto de desarrollo impulsado por la comunidad (CDD) de Haití, financiado gracias a una donación de US$38 millones entregada por la Asociación Internacional de Fomento (AIF), la entidad del Banco Mundial que ayuda a los países más pobres del mundo, y US$2,3 millones aportados por organizaciones comunitarias locales.

En el transcurso de cinco años, el proyecto de desarrollo impulsado por la comunidad financiará cerca de 1.300 pequeñas inversiones en 55-65 comunas rurales y urbanas periféricas, las cuales beneficiarán al 42% de todas las comunas de Haití y a unas 195.000 personas. La idea es permitir que las comunidades obtengan el control sobre los recursos para mejorar así los resultados a nivel local y fomentar la cohesión social y el buen gobierno.

“En Haití, el Gobierno, el Banco Mundial, los gobiernos locales y otros actores del desarrollo trabajan en forma conjunta para apoyar las decisiones que toman las comunidades”, señala Henriot Nader, coordinador nacional del proyecto de desarrollo impulsado por la comunidad. “Nuestro objetivo es ayudar a las personas del lugar para que tomen la iniciativa y mejoren su vida y la de sus familias”.

Cómo funciona
La estrategia de desarrollo impulsado por la comunidad comienza cuando las organizaciones comunitarias identifican las inversiones. Luego, concejos abiertos para el desarrollo del proyecto, constituidos en forma democrática, deciden cuáles son las prioridades de acuerdo con los recursos disponibles.

“Las inversiones seleccionadas reciben una donación promedio de US$17.500 y las organizaciones comunitarias se encargan de prepararlas, ejecutarlas, supervisarlas, manejarlas y mantenerlas”, explica Garry Charlier, gerente del Banco Mundial a cargo del proyecto en Haití. Un organismo de gobierno, la oficina de gestión PL-480, es responsable de contratar a proveedores de servicios locales, como CECI y la Fundación Panamericana de Desarrollo, para que brinden capacitación y asistencia técnica a las comunidades locales.

El Banco Mundial y el Gobierno de Haití trabajan para asegurar la supervisión total del proyecto, actividad que forma parte del profundo compromiso asumido por el Banco de asistir a Haití para que el país pueda mejorar las condiciones de vida de su pueblo, fortaleciendo al mismo tiempo el buen gobierno y consolidando el estado de derecho.

“El atractivo de la estrategia de desarrollo impulsado por la comunidad radica en que los proyectos dan ‘en el blanco’ en cuanto a identificar las reales necesidades de la población”, señala Mathurin Gbetibouo, gerente del Banco Mundial a cargo de Haití. “Gracias a estos proyectos, los miembros de la comunidad deben trabajar en conjunto en pos de un objetivo común, factor que también ayuda a la paz y la reconciliación”, agrega.

Mejorar la vida
Los esfuerzos que realizan las comunidades de Haití con el fin de mejorar sus condiciones de vida arrojan resultados tangibles, como por ejemplo:

• La rehabilitación de caminos redujo el costo de transporte público y mejoró el acceso a mercados y servicios básicos de los habitantes de Carrefour Virgile-Bidouze, un poblado ubicado en el sudoeste de Haití.

• Una nueva planta procesadora de fruta en Gens-de-Nantes, cerca de Carice, dio empleo a las mujeres, a la vez que las ayudó a aumentar su independencia económica.

• En Brodequin, una pequeña comuna del sur del país, un proyecto para la crianza de cabras ayudó a mejorar el sustento de las familias rurales
“Las comunidades logran verdadero sentido de pertenencia de sus proyectos y cosechan los beneficios”, señala Gbetibouo.
Inversiones con un futuro prometedor
Por cada sub-proyecto que los concejos de desarrollo seleccionan, se identifican otras inversiones que no cuentan con financiamiento. Por ejemplo, en Carice, el proyecto para instalar la bomba de agua compitió con otros tres proyectos, entre ellos la construcción de un molino y un programa para el mejoramiento de la salud de los animales. En este sentido, el equipo del proyecto de desarrollo impulsado por la comunidad está interesado en rescatar las propuestas que llegan en segundo lugar.

“Queremos trabajar con la organización Haitian Diaspora y con otros donantes para encontrar formas de financiar estas inversiones”, señala Charlier. “Juntos podemos marcar la diferencia”.

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