El programa multinacional de lucha contra el SIDA busca los factores que favorecen la epidemia

Banco Mundial, 20/06/2007

14 de junio de 2007—Según una encuesta por hogares realizada en 2004 en todo el país, la sorprendente cifra de 70% de las mujeres entre 30 y 35 años están infectadas con el VIH en Francistown, una ciudad de Botswana ubicada en la frontera con Zimbabwe.

Sin embargo, en Accra, Ghana, África occidental, sólo 2% de la población está infectada con el virus; aunque la tasa de infección entre los trabajadores sexuales es de 80%.

Por otro lado, en Nairobi, Kenya, África oriental, la prevalencia del VIH en la población en general llega al 10%, y a 60% entre los trabajadores sexuales. Según un estudio realizado en el año 2003, se calcula que la mitad de las infecciones se atribuirían a la prostitución.

Las pruebas históricas demuestran que no existe un patrón definido de infección en África al sur del Sahara, pero sí una serie de patrones regionales, donde algunas zonas se han visto mucho más afectadas que otras.

“El VIH no ha alcanzado los niveles que se habían pronosticado a nivel mundial, pero en el sur de África se han superado nuestras peores expectativas”, declara David Wilson, miembro del Equipo de apoyo mundial para la vigilancia y evaluación del VIH/SIDA del Banco Mundial y autor de un documento de antecedentes generales para la estrategia del Banco sobre el problema del SIDA en África.

“Hace dos o tres años de verdad pensábamos que la situación de toda África llegaría a ser tan mala como la de África meridional y que incluso la igualaría. Entonces, es una grata sorpresa saber que los niveles de África oriental y occidental son mucho más bajos hoy. Queda claro, también, que no es un efecto temporal. Los niveles no se igualarán. Son completamente diferentes”.

Puntos críticos de la epidemia

Al menos tres países africanos, dos en África oriental: Uganda y Kenya, y uno en África occidental: Zimbabwe, han registrado disminuciones nacionales en la prevalencia del VIH, y entre cinco y 10 países han disminuido los niveles en las zonas urbanas, agrega Wilson.

“Es evidente que estos países van por caminos diferentes y, en general, veremos que la situación será más o menos similar en todas las naciones.”

Las distintas formas que ha tomado la epidemia del SIDA en África al sur del Sahara exigen una respuesta más sofisticada que simplemente copiar los modelos del pasado, aclara Debrework Zewdie, directora del Programa mundial de lucha contra el VIH/SIDA del Banco Mundial.

“Ahora nuestro énfasis está en determinar los puntos críticos de la epidemia. ¿Dónde se ubican las infecciones? Es fundamental conocer los factores qué alimentan esta epidemia”, agrega Zewdie.

El Banco reúne esta semana, en Kigali, Rwanda, a dos de las principales entidades que aportan financiamiento para los programas de lucha contra el SIDA: el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria y el Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR, por su sigla en inglés) con el fin de buscar formas de superar los “embotellamientos” a la hora de implementar los programas contra el SIDA en África.

El problema más difícil, según Zewdie, es “trabajar para identificar los factores que impulsan la epidemia en cada país y encontrar una solución para ellos”.

“Si un factor que impulsa esta epidemia es la prostitución, tenemos que saber dónde se lleva a cabo. Tenemos que saber quiénes son los clientes y cómo abordamos a ambos”, agrega.

Una crisis de desarrollo

El VIH/SIDA es “una crisis del desarrollo cuya superación requiere gran voluntad política de parte de los gobiernos africanos”, dice Zewdie.

En el año 2001, el Banco lanzó el Programa Multinacional de Lucha contra el SIDA (MAP, por su sigla en inglés) para ayudar a los gobiernos africanos a aumentar radicalmente sus iniciativas de prevención, atención y tratamiento del VIH.

El MAP destinó US$1.286 millones para financiar la primera fase de seis años (entre 2001 y 2006) de 39 programas nacionales y regionales contra el VIH/SIDA que incluían, entre otros componentes, centros de consejería y exámenes, especialmente en zonas rurales, y acceso mejorado a medicamentos contra infecciones oportunistas. Además, “pavimentó el camino” para llegar a fuentes adicionales de financiamiento, como del Fondo Mundial y el PEPFAR, con el fin de luchar contra el SIDA y extender el tratamiento antirretroviral.

Tales compromisos y gestiones contrastan con los apenas US$18 millones anuales que se aportaron entre 1988 y 1999, cuando “el financiamiento mundial destinado al VIH/SIDA era mísero, predominaba la pasividad política y reinaba la más profunda negación”, según un nuevo informe publicado esta semana en Kigali titulado “The Africa Multi-Country AIDS Program, 2000-2006: Results of the World Bank’s Response to a Development Crisis” (El Programa Multinacional de Lucha contra el SIDA en África 2000-2006: resultados de la respuesta del Banco Mundial a una crisis del desarrollo).

Según el informe, el financiamiento mundial para el VIH se cuadruplicó ente los años 2001 y 2005, desde menos de US$2.000 millones hasta más de US$8.000 millones.

Factores que favorecen la epidemia

Al principio, “realmente estábamos respondiendo a una emergencia”, comenta Elizabeth Lule, jefa del equipo de campaña contra el SIDA (ACTAfrica).

“Era muy importante generar compromiso político, crear instituciones que coordinarán un enfoque multisectorial, movilizar a las comunidades y aumentar la conciencia”.

“Ahora, después de cinco o seis años nos damos cuenta que no existe una sola epidemia, sino una situación muy diversa; y que en la región, lo que hay en África occidental es muy diferente a lo que hay en África meridional, y que también hay diferencias al interior de los países”.

En África occidental, por ejemplo, los factores que impulsan esta epidemia son la industria del sexo y los comerciantes viajeros que se desplazan por los corredores de transporte y que a menudo están obligados a esperar en las fronteras. Por su parte, en la región de los Grandes Lagos, el conflicto ha desplazado a la gente y, por lo tanto, las estructuras sociales se han debilitado. En algunos países, la epidemia es transmitida por hombres que tienen sexo con otros hombres, y si bien el uso de drogas inyectables no es un gran problema en África, “estamos empezando a encontrar señales”, declara Lule.

En África meridional, donde se ubica epicentro de la epidemia, las fuerzas que la impulsan incluyen múltiples parejas sexuales, movilidad laboral, actividad sexual temprana y violaciones, agrega la experta.

Estrategias nacionales

El nuevo Programa de Acción para África que abarca los próximos cinco años estipula que los países deben conocer y comprender la situación específica de su epidemia, de manera tal que las estrategias nacionales cuenten con financiamiento, estén definidas según prioridades y en función de pruebas concretas.

Por ejemplo, las investigaciones muestran que la epidemia en Etiopía se está expandiendo a las zonas rurales, mientras que antes se ubicaba en zonas principalmente urbanas.

Puesto que la mayoría de los servicios de salud se concentran en las zonas urbanas, “una estrategia actual podría buscar la forma de aumentar la conciencia y asegurar la extensión de los servicios para cubrir a los habitantes de las zonas rurales, quienes, pensábamos antes, no estaban en peligro”, declara Lule.

Mayor comprensión

Uno de los desafíos que ha debido enfrentar la respuesta del Banco al problema del VIH/SIDA es la frecuente escasez de datos en materia de salud. Sin embargo, la idea no es esperar contar con “información perfecta” para intentar descubrir los factores que están impulsando esta epidemia, agrega Zewdie.

“A pesar de la falta de información de vigilancia en muchos países, siguen habiendo formas de, al menos, aproximarse a un programa significativo para el país que implique destinar más recursos a los factores que impulsan la epidemia en lugar de dirigirlos hacia la población en general”.

“Estamos en una búsqueda incesante de nuevas formas de abordar esta enfermedad y espero y ruego que nuestros esfuerzos logren marcar una diferencia aún mayor al revertir el efecto del VIH en los meses y años venideros”.

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